
Si no le gustan las computadoras, fue
La informática trata temas muy serios con espíritu hobbista
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"Ocho menos cuarto de la mañana. No creo que podamos tomar café hoy porque la cocina no bootea. Reinstalé el sistema operativo, pero no hubo caso; puede ser la tarjeta de video del navegador Web integrado, me informó el soporte técnico. Me preocupan los 25 gigabytes de recetas almacenadas en el disco de la cocina. Un amigo que sabe me comentó que el MTBF es bastante corto en los discos duros de las cocinas, a causa del calor. No sé qué significa MTBF , pero me dio vergüenza preguntar.
"Ahora, en serio, sería una pena perder 25 GB de recetas, pero lo grave es que la tarjeta de red está todavía activa, pero el firewall, no. La cocina, la heladera y la alacena están en red y hacen automáticamente las órdenes de compra al supermercado. No nos gustaría que nos pase como a ese otro amigo, a quien le entró un pirata informático (no le pasó un antivirus actualizado a un paquete de arvejas congeladas) y le gastó como dieciocho salarios en alimento para peces de adorno. Y una cosita más: un pirata podría abrir las hornallas a voluntad de forma remota, así que cerramos el paso principal del gas en la casa y nos quedamos sin estufas y agua caliente."
Se cayó el sistema
No, no es una historia verídica. No todavía, al menos. Pero, en un sentido, estamos obligando a mucha gente a vivir en una situación equivalente. Observe.
Una de las reglas básicas de la existencia en una sociedad civilizada es que nadie necesita una educación técnica superior para sobrevivir. Comer, beber, vestirnos, transportarnos y otras actividades vitales no deben exhibir ninguna fisura en este sentido.
No importa si dentro de su auto hay un microprocesador. Lo que importa es que el auto no se cuelgue y ponga en riesgo su vida por culpa de un error del sistema. (A propósito, hace algo más de un mes, el ministro de Finanzas de Tailandia, Suchart Jaovisidha, quedó encerrado durante dos horas en su BMW, cuando se colgó el Windows CE de la computadora de a bordo, inmovilizando el auto y trabando puertas y ventanillas.)
Esta regla de la sociedad civilizada se ha cumplido puntillosamente, hasta que llegó la informática. En computación tratamos con demasiada frecuencia asuntos de una gravedad extrema con espíritu hobbista. Es decir, para mantenernos a salvo de virus muy peligrosos, resguardar los datos de nuestra tarjeta de crédito o proteger nuestro derecho a la privacidad, tenemos que amar las computadoras. Nos tienen que encantar. Deben ser nuestro hobby (como mínimo). Si no es así, estamos expuestos a cualquier desastre. Y cuando vamos en busca de ayuda podemos recibir el trato más displicente de parte de algunos expertos, simplemente porque no sabemos nada de esto.
No escribiría esta columna y usted no la leería, si no nos fascinaran las nuevas tecnologías. Pero cuidado. Mucha gente no le presta la misma atención a la informática, y están en todo su derecho.
Las dos personas más inteligentes y creativas que he tenido el lujo de conocer no tienen ni el más remoto interés en la informática. El mundo es mejor gracias a gente como ellos, no gracias a las computadoras.
Sería bueno que la industria se planteara estas cosas a tiempo, antes de que la historia del principio se vuelva crónica de la vida diaria. Tenemos que diseñar una informática personal tan sólida y transparente como la de los controladores aéreos o las centrales atómicas.
Los expertos y los hobbistas podremos seguir con nuestras locuras , de la misma forma que los tuercas pueden tocar el motor de sus autos o agregarles nuevas funciones. Pero quienes no encuentran mucho interés en estos asuntos podrán llevar una vida más dichosa y tranquila.
A propósito, MTBF es por Mean Time Between Failures .






