Rituales veraniegos en San Marcos Sierras, la villa contracultural de Punilla
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SAN MARCOS SIERRAS.– Hace tiempo que esta localidad en el norte del Valle de Punilla es una suerte de rincón alternativo para aquellos que buscan tranquilidad, buena alimentación y, a la vez, ciertas actividades. Mantener esta identidad implica algunas normas básicas: saludar a todos los que se cruzan en la calle; dar prioridad siempre al que anda a pie, a caballo o en bici; sonreír, aún sin razón; caminar despacio y, en algún momento de día, descalzo; disfrutar del silencio; tomarse tiempo para compartir un mate con amigos; jugar con los niños, con la arena, las piedras, el río.
Las propuestas incluyen mirar el cielo de noche y descubrir que tiene muchas más estrellas de las que creíamos; respirar profundamente desde que amanece; conocer nuevos senderos en el monte y comer pan, miel y dulces caseros, con gusto a humo y naturaleza.

En sus calles de tierra, se mezclan criollos y hippies –por eso lo de ceder el paso a quienes andan a caballo o caminando-; hay muchos "trasladados". Gente que vivía en ciudades grandes, pasó por San Marcos, se enamoró del lugar y resolvió cambiar de vida. Abundan los bares con cervezas artesanales, hamburguesas vegetarianas, limonadas con jengibre y menta y ensaladas con vegetales de la huerta de sus dueños.
La vida, en verano, se despereza temprano; el pueblo tiene dos ríos –el San Marcos y el Quilpo- con playas naturales y lugares para acampar. A orillas del San Marcos todavía se conservan algunos morteros aborígenes y, pasando el dique El Cajón –ideal para deportes acuáticos sin motor– hay un viejo molino harinero del siglo XVII.
Opciones muy naturales

El Quilpo tiene la mayor parte de su recorrido sin poblaciones, por lo que sus aguas son cristalinas; sobre las orillas está el balneario municipal y las Tres Piletas, un lugar donde elevadas formaciones de rocas generan una cascada; lo eligen tanto los pecadores como quienes quieren una playa que mezcle tranquilidad con los desafíos de saltar desde la altura. Sobre el mismo río está el Vado de López, que lleva a una estancia con canteras de mármol y, más adelante, Cuchi Corral, lugar ideal para los parapentistas.
Apenas a seis kilómetros del pueblo –remontado el río San Marcos– hay una fuente de agua mineral hipotermal, rica en sales de hierro, calcio, magnesio y metales alcalinos. El exceso se derrama y forma un arroyo; para los lugareños esa es la fuente "grande" ya que más cerca hay otra más chica.

Los amantes de las caminatas o el trekking tienen varias opciones en la zona, donde también se pueden realizar cabalgatas o bicicleteadas. Se puede subir al Cerro de la Cruz, donde está El Mirador que ofrece una vista panorámica del pueblo; otra posibilidad es el Cerro Alfa, desde cuya cima se ven el Uritorco, El Pajarillo y Las Gemelas, todas montañas de los alrededores.
La Casa de Piedra era un espacio usado por los comechingones para ceremonias y ritos; se llega con una caminata de unos 40 minutos; guarda pictografías originales y es considerado un centro energético porque recibe el primer rayo cuando sale el sol.
Los comechingones fueron los primeros habitantes de la zona –además de los morteros y las pictografías, el trazado de sus acequias se mantiene hasta hoy–; entre el 1500 y el 1600 esas tierras se llamaron Tay Pichín. Luego, los españoles las ocuparon y, en 1806, en un hecho sin antecedentes, el marqués Rafael de Sobremonte, las devolvió al cacique Tulián.
Hay descendientes de Tulián que viven en San Marcos y la plaza central lleva su nombre; ese era el cementerio comechingón desde épocas anteriores a la conquista. Funciona ahora la feria de los artesanos, además de ser un lugar de encuentro de músicos, artistas circenses y vendedores de yuyos serranos y dulces caseros.
Como muestra de la mixtura del pueblo, está aquí el primer y único museo hippie del mundo. Su creador, Daniel Domínguez, recibe a los visitantes con un stand up en el que evoca a los Beatles, San Francisco de Asís, Gandhi y Tolstoi. Habla en el medio de una habitación donde se acumulan tapas de discos, afiches, guitarras y memorabilia de música argentina y del mundo.

En los años setenta, en este pueblo, se fundó la primera comunidad rural-hippie del país llamada El Limón (hoy una hostería lleva su nombre); fue un grupo de amigos decididos a vivir de una manera "diferente". En los ochenta, aunque ya no en comunidad, otros los siguieron.
El pueblo fue declarado libre de transgénicos –fue el primero del país en hacerlo- y hay muchas construcciones de adobe y materiales naturales. Autodenominado Capital Nacional de la Miel, la que se produce en el lugar es de excelente calidad. El componente criollo se palpa en la capilla histórica que data de fines del 1700, ubicada frente a la plaza.
Además, el pueblo cuenta con el Museo Pisano, inmerso en el monte nativo, que presenta las obras de Luis José Pisano, integrante del grupo de pintores de La Boca, entre 1935 y 1965, junto a Quinquela Martin.

Datos útiles

Cómo llegar: San Marcos Sierras queda a 160 kilómetros de Córdoba. Se puede llegar directo por la ruta 38, hasta el km 112,5; otra posibilidad es un pintoresco camino de sierra de 22 kilómetros que se toma antes de llegar a Capilla del Monte transitando por Ruta 38 y que serpentea al lado del dique. Desde Charbonier se desvía un camino de ripio de la ruta 38; son 17 kilómetros.
Dónde dormir: hay numerosos campings y complejos de cabañas (a partir de $1500 para dos personas por día) y hoteles (habitaciones para dos, con desayuno, desde $2600 por día).
Dónde comer: desde $300 por persona, hay opciones de almuerzo yo cena con bebida. La mayoría de los locales está alrededor de la plaza y cerca del balneario municipal. Abundan las opciones de comida orgánica y vegetariana.




