Israel: Las madres de Gaza están agotadas por el hambre
"Ya no tenemos fuerzas para buscar comida para nuestros hijos"
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“Es un gran desafío, como encontrar leña para encender un fuego y cocinar. Cuando dejo a mis hijos en la tienda y camino para hacer fila para recibir ayuda humanitaria, me vuelvo loca.
No hay filas estándar; es una lucha por el último trozo de pan”, dice, agotada.
Tiene 34 años y cuatro hijos que mantener y alimentar.
Vivía en el norte cuando estalló la guerra y tuvo que huir a la zona central, llevándose consigo lo mínimo indispensable: “Como todos en esa época, pensamos que volveríamos pronto, pero la guerra nunca paró”.
Desde que comenzó la contienda hace 20 meses, como muchas otras mujeres en Gaza, se ha visto obligada a buscar refugio en escuelas que se han convertido en refugios cada vez más inseguros. Hacer cola para ir al baño o darse una ducha rápida cada dos semanas bajo ataques diarios es una situación desesperada, explica, intentando describir la desesperación en la que se encuentran tantas otras como ella.
“Cuando las mujeres no pueden encontrar comida, atención médica ni buena higiene, se enfrentan a la aterradora perspectiva de perder a sus hijos o morir ellas mismas: no puedo imaginar haber sobrevivido casi dos años en esta terrible guerra”, continúa, secándose las lágrimas.
Al principio, su esposo la ayudaba a mantener a la familia, pero luego no pudo soportar el estrés y se volvió agresivo: Nerin tuvo que divorciarse de él y ahora lucha sola por alimentar a sus hijos. Pero le preocupa no lograrlo: “Perder peso cada día por el hambre me impide seguir luchando por mi familia. Ya no tengo energía para seguir adelante, pero es una necesidad. Mis hijos morirán si no puedo moverme”, continúa llorando.
Una historia como muchas otras, como la de Oum Adham, de 54 años, con cinco hijos y dos hijas, que trabajaba limpiando casas y oficinas antes de la guerra. Su esposo falleció hace cinco años y tuvo que trabajar para mantener a su familia.
Consiguió una pequeña casa para ellos y estaba encantada de haber encontrado refugio. Pero el 7 de octubre, estalló la guerra, su hogar fue destruido y se vio obligada a huir varias veces.
Ahora se encuentra en un refugio, la “escuela de la UNRWA” (de Naciones Unidas) en la ciudad de Nuseirat, en la zona central. “Tengo 12 nietos e intento que todos estén en el mismo refugio para apoyarlos y protegerlos, pero la situación se volvió insoportable. Antes comíamos una vez cada dos días, pero ahora no tenemos nada para comer”, dijo.
Hace dos días, su hijo murió mientras intentaba recoger ayuda humanitaria que llegaba en camiones; el esposo de su hija también recibió un disparo y resultó gravemente herido. Hoy mismo, su hijo menor recibió un disparo en la pierna. “He perdido mi sentido de feminidad. Mis hijas ya no son niñas hermosas. Nos morimos de hambre y nos sentimos frustradas”, comentó. Al final de cada día, mira a sus hijas y nietas: ya no están limpias, están destrozadas y apenas se cubren; están cansadas, hambrientas y agotadas.
(Ansa).
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