Política: Mattarella, una década como Presidente
Un día más de trabajo y, al final del día, una velada familiar
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Solo por la noche se reunirá con su familia para una cena con sus hijos y sus queridos nietos. Como es habitual en vísperas del receso estival, Mattarella ya prepara el Discurso para el Quirinal, que pronunciará durante la tradicional ceremonia de saludos con la prensa parlamentaria el 30 de julio.
Después llegarán las vacaciones: probablemente primero unos días de relax en la residencia presidencial de Castelporziano, luego un descanso más prolongado en Villa Ausserer, en el municipio de Castelrotto, en Tirol del Sur, lugar previamente elegido por el presidente Carlo Azeglio Ciampi. De hecho, ha sido un año difícil para el presidente, lidiando con el aumento de las tensiones internacionales, desde Ucrania hasta Gaza, pasando por la llegada de Donald Trump y el espinoso asunto —aun sin resolver— de los aranceles estadounidenses.
Además, Sergio Mattarella tuvo que lidiar con un problema cardíaco que requirió dos días de hospitalización el pasado abril en el Hospital Santo Spirito de Roma. Esto se resolvió sin incidentes con la implantación de un marcapasos, lo que le permitió reincorporarse al trabajo muy rápidamente: desde entonces parece gozar de perfecta salud.
Mattarella es el segundo presidente reelegido para el Quirinal tras Giorgio Napolitano, quien dimitió tras dos años.
Por su parte, ya lleva tres años en el cargo desde su reelección a principios de 2022, después de que las fuerzas políticas no lograran un nuevo líder y se perdieran nombres en la sesión conjunta del Parlamento.
Este fracaso político le ha obligado a seguir estando disponible, aunque, como él mismo ha declarado en repetidas ocasiones, "tenía otros planes" para su vida. Basta decir que durante su mandato, ha visto sucederse a seis gobiernos: Renzi, Gentiloni, Conte I, Conte II, Draghi y Meloni. Amado por el pueblo —o mejor dicho, por sus conciudadanos, como le gusta decir—, Mattarella sigue siendo un referente esencial para el país.
Su aplomo, tono sereno y la figura paternal que ha cautivado la imaginación nacional lo han llevado a encarnar un papel fundamental entre la política y la ciudadanía, frenando al menos en parte la ola de antipolítica que domina no solo a Italia, sino al mundo entero.
Este año, también en varias ocasiones, como en su discurso de fin de año, hizo un llamamiento a la unidad, a suavizar las asperezas de la confrontación y a bajar el tono del debate político, incluso en línea: "Precisamente en las redes sociales circula demasiado odio e ira, con tendencia a identificar adversarios o incluso enemigos. Hacia estos adversarios —enfatizó en Año Nuevo, dirigiéndose a los italianos— se practican formas de agresión. Todos estos métodos distraen o agravan la dificultad de abordar eficazmente los problemas y emergencias cotidianas de los ciudadanos y las familias: desde la falta de empleo hasta las disparidades salariales y las desigualdades”. Un llamamiento al bien de la República que, seguramente, también será el sello distintivo de la guía moral del país el próximo año. (ANSA).
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