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Mercedes Gl: El viaje perfecto
El todoterreno grande de la estrella se destaca por su confort a bordo y comportamiento dinámico. Pág. 4
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LA NACIONJorge Pandini
Es cierto, no es un vehículo para todos; subirse a este modelo cuesta, como mínimo, 169.900 dólares. Pero si por un momento podemos olvidarnos de las cuestiones económicas y nos limitamos a describir la vivencia al volante, debemos decir que viajar en el nuevo Mercedes-Benz GL es una experiencia que se acerca a la perfección, algo compartido por apenas un puñado de vehículos de las marcas más prestigiosas.
Desde un diseño que impacta por volumen y deportividad hasta el equipamiento tecnológico, todo en este modelo está dispuesto en función del confort (interior y de marcha) y la seguridad.
Empecemos por decir que estamos ante un SUV de gran tamaño; mide 5,12 metros de largo, lo que le permite ofrecer tres filas de asientos (tiene espacio para 7 pasajeros) y un gran espacio interior.
Todo está pensado para el placer. Las butacas delanteras tienen ajustes eléctricos con memorias y están calefaccionadas al igual que las plazas traseras; también el climatizador automático tiene regulaciones independientes para los pasajeros de adelante y los de atrás.
En cuanto al entretenimiento a bordo ofrece sistema de sonido Harman Kardon, conexiones para auxiliares y sistemas de entretenimientos para las plazas traseras, con monitores en el respaldo de los apoyacabezas delanteros para poder ver DVD.
Si bien todos esos elementos ayudan a disfrutar más del viaje, el verdadero fuerte del GL está en el comportamiento dinámico, tanto sobre el asfalto como el off-road. No hay que olvidar que se trata de un vehículo que pesa casi 2,5 toneladas, que acelera de 0 a 100 km
h en menos de 6 segundos y que alcanza una velocidad máxima (electrónicamente limitada) de 250 km/h.
El GL 500 que manejamos tiene un motor V8 de 435 CV de potencia máxima alimentado por dos turbocompresores (uno por cada bancada de cilindros); pero si bien esos números impresionan, no se puede dejar de destacar el par motor que es de 71 kgm en rango de vueltas que va de las 1800 a las 3500, lo que le otorga un empuje extraordinario en situaciones todoterreno. El impulsor está acoplado a una caja automática de 7 marchas, donde la 5ª es directa, y las 6ª y 7ª son sobremarchas que permiten tener un consumo promedio (ciudad-ruta) de poco más de 11 litros cada 100 km, algo notablemente bajo en un V8.
La insonorización y la ausencia de vibraciones es impecable al igual que las suspensiones neumáticas.
Si el comportamiento rutero es excelente, en el todoterreno no se queda atrás. Para eso dispone de serie del paquete On&Offroad que tiene seis programas de conducción predeterminados (al estilo del sistema Terrain Response de Land Rover). Así, el conductor puede elegir entre las opciones automático (el sistema ajusta el vehículo a distintas condiciones); todoterreno 1 (caminos sin asfaltar, arena); todoterreno 2 (tramos más exigentes y con pendientes); invierno (para conducir por ruta en invierno con lluvia helada, nieve, hielo); sport (para manejo deportivo), y remolque (para cuando se arrastran trailers o casas rodantes).
Placer y seguridad
Los sistemas de asistencia a la conducción y de seguridad son tantos que sería interminable describirlos. Basta decir que ofrece controles de tracción y establidad, ABS, múltiples airbags y asistencia para estacionamiento con cámara 360.
Una vez en marcha, el GL muestra por qué está entre los mejores del mundo. Su andar suave y silencioso –con una posición de manejo confortable y una amplia superficie vidriada– hace del viaje en ruta un experiencia muy placentera.
Si el camino se hace zigzagueante, el programa Sport lo convierte en un deportivo, y si el asfalto se termina, el programa todoterreno (el GL cambia la altura respecto del suelo) demuestra que puede desafiar con éxito terrenos muy complicados.
Empezamos diciendo que no es un modelo al alcance de todos, pero sin duda es un excelente exponente de lo que la industria del automóvil es capaz de hacer. En este caso, una bellísima máquina de viajar.
Por Jorge Pandini
