Mágicas y místicas, las Ruinas de Quilmes son un lugar fantástico para visitar. El viaje, desde la capital tucumana, atraviesa selvas, valles y montañas
Hay lugares que proponen un viaje diferente. Las Ruinas de Quilmes son, sin duda, uno de éstos mágicos sitios. A 200 km de la ciudad de San Miguel de Tucumán, con el marco de las sierras de Quilmes como fondo, se erigen imponentes los restos de una civilización que se opuso al dominio español.
Dicen que los Quilmes eran una avanzada inca que ingresó por Chile y, distribuida estratégicamente en un cerro con forma de pinza de cangrejo, construyó una ciudadela prácticamente inexpugnable. Los grandes jefes vivían en la cumbre y los de menor jerarquía más cerca de la base.
Cuenta la historia que cuando finalmente fueron dominados por los españoles, los sobrevivientes se vieron obligados a abandonar el lugar y los trasladaron a pie hasta la localidad bonaerense de Quilmes, donde sólo unos pocos llegaron vivos.
Recorrer las ruinas y llegar hasta la cumbre (hay guías que acompañan) es una experiencia mística donde cada piedra parece querer contar una historia de heroísmo perdida en el tiempo.
Al pie del cerro se encuentra el hotel Ruinas de Quilmes, construido con elementos del lugar y rodeado por cactos de más de tres metros.
Pero la aventura comienza mucho antes: saliendo de la ciudad de San Miguel de Tucumán hacia el Sudoeste, por la ruta 380, llegamos a la localidad de Acheral, a unos 95 km. A la derecha se toma la ruta 307 y tras recorrer unos pocos kilómetros se ingresa en el corazón de la selva tucumana, comenzando un ascenso en zigzag inolvidable.
Así se llega a Tafí del Valle, donde la exuberante vegetación selvática desaparece por completo y se avistan las sierras que se pierden en el horizonte.
Toda clase de ferias y productos regionales es ofrecida al visitante, así como restaurantes con platos típicos. Seguimos por la ruta unos 60 km y llegamos a la pequeña localidad de Amaicha del Valle. Allí, con la dirección del artista Héctor Cruz, descendiente de aborígenes y de reconocida fama mundial por sus tapices, se construyó el museo arqueológico, geológico y antropológico Pachamama, donde hay testimonios del mágico mundo de los indios Quilmes.
Desde allí hasta las ruinas hay 17 km. Todo el camino es asfaltado salvo los últimos 3 km de ripio en buen estado. Es un viaje diferente de paisajes inabarcables en medio de un silencio que, para quien sabe escuchar, dice mucho. Es un viaje al pasado. Vale la pena atreverse.
El autor es instructor de 4x4