Alta fidelidad. Crónica de la tarde que Batman no subió al Obelisco
Esta es la crónica del día posiblemente más surrealista de mi vida. Pudo ser hacia la primavera de 1996 que me encontraba en la sala de ensayos y bunker de Babasónicos en la calle Dean Funes. Estaba ahí porque tenía que pasar a buscar lo que entonces llamábamos "copia blanca", el CD con el que iba a tener que adelantar el nuevo álbum del grupo: Dopádromo. El lugar era una casa antigua, de muchos ambientes. Antes de llevarme la "copia blanca" tenía que hablar con Adrián Dargelos, pero eso no podía ser sino hasta que completáramos la escucha de Laughing Stock, el último disco de Talk Talk, editado en 1991. Como una especie de ujier, el elusivo cantante estaba sentado en un sillón e invitaba a probar de su veneno y de la música que había elegido para cautivar, sorprender o someter al invitado. Cuando ahora escucho el comienzo de Laughing Stock, esos incómodos 19 segundos hasta que una ráfaga (no es un riff) amorfa de guitarra eléctrica irrumpe en el estéreo, vuelvo a estar ahí. Invadido por el futuro inminente de la música pop más aventurada: en esa sonoridad oceánica que se desparramaba por el ambiente escuchábamos, sin saberlo, el Radiohead que vendría diez años después; el Portishead más insondable; el Babasónicos de 2018 ("La pregunta") al fin. Ahora puedo coincidir con Alexis Petridis de The Guardian y decir que ese Talk Talk modelo 91 habitaba una zona inhóspita entre el pop, el jazz y la composición clásica contemporánea pero entonces no podía decodificar lo que escuchábamos. Viajábamos en un swing quieto, como de estanque.
****
Salí de esa casa hipnotizado por un paisaje musical inaudito cuya sorprendente aparición prologaba una escena insólita. Luego de un viaje en el subte E y A buscaría a un supuesto "cuidador" del Obelisco para tramitar una producción de fotos con el actor Alfredo Casero vestido de Batman. Sí, tenía que explicarle eso a un señor (¿seguirá habiendo alguien?) que cortaba el pasto de la plazoleta y cuidaba el interior de nuestro monumento fálico, en el que todo es festejable. Pero él no tenía potestad sobre el Everest porteño, no podía decir ni que sí ni que no. Terminé la tarde perdido en dependencias municipales repitiendo un monólogo absurdo ante miradas de extrañeza y desinterés. Casero nunca se subió al Obelisco vestido de Batman pero siguió tomando a Babasónicos como arquetipo de lo snob y frívolo en su show Cha Cha Cha. La voz de Mark Hollis, asordinada, melancólica, esfumándose del pop (como Pessoa multiplicando heterónimos) en ese disco maldito es el pasaporte acústico a esa tarde de locos.
****
Laughing Stock (¿Lo hubieran traducido "Hazmerreír" en una edición argentina de los 70?) era el disco que faltaba de Talk Talk en Spotify hasta que lo subieron esta semana apenas se conoció la muerte de Mark Hollis. Pero esto no es un obituario porque Hollis llevaba veinte años desaparecido del mundo artístico. Y en términos estrictamente pop se había pegado un tiro en la sien con este disco al que fui introducido aquella tarde de 1996. Era la misma voz cuya textura descubría algunos de los hits más peculiares de los 80: "It’s my life" (que otra generación conoció por No Doubt); "Such a shame"; "Living in another world". Este último, mi favorito siempre siempre, por la aparición súbita de una armónica de blues y la respiración desesperante de Hollis en el estribillo, un hombre rana al borde de perder el oxígeno.
****
La tapa de Laughing Stock, como la de otros discos de Talk Talk, está ilustrada por James Marsh. Son pinturas de animales: pájaros, mariposas y peces entre el naturalismo enciclopédico del siglo XIX y el surrealismo pop. Mientras leo en The Guardian sobre Hollis recibo por mail un link para ver un cortometraje de 1980 de la inauguración de la primer retrospectiva de Edgardo Giménez en el Museo de Arte Moderno que entonces funcionaba en un piso del teatro San Martín. El cineasta Claudio Caldini superpone la voz de Jorge Romero Brest en off al montaje de la muestra. Pasan monos, monas, panteras, grillos. Giménez como un zoólogo pop sintoniza ahora con todo el animalismo que Marsh despliega para Talk Talk. Pienso que una representación iconográfica de aquella tarde de 1996 en la que fui introducido al disco con el que Talk Talk escribió su despedida y Batman finalmente no subió al Obelisco no podría ser ninguna otra cosa que la "Mamushka operada ", esa mariposa absurda que hizo en 1964. La traducción al argentino de los animales que Hollis eligió para las tapas de sus discos.
Más leídas de Cultura
No hay plata. “Que la próxima obra sea más barata, por favor”, pidió la canciller Mondino sobre el envío a la Bienal de Venecia
Más ecos del CCK. “Estamos terminando con una de las prácticas más dañinas que ha tenido el kirchnerismo”
En alerta. Escritores, docentes e investigadores en defensa de la Biblioteca Nacional por la amenaza de despidos