De gala
Las exposiciones caninas tienen ese no sé qué. Porque está el interés, desde ya. Imposible evitarlo cuando se trata de competencias, de humanos mostrando sus mejores logros, territorios donde lo que está en juego es el prestigio, las conexiones, los beneficios a mediano y largo plazo: los perros exhibidos son un amor, pero ante todo son –serán– ejemplares reproductores, sellos de calidad para tal o cual criador. Pero también está, cómo negarlo, la simpatía. La belleza. Incluso la ternura. Y hay algo de eso –¿toda la combinación?– en esta foto tomada en el encuentro anual del Westminster Kennel Club Dog, celebrado en el Arthur Ashe Stadium de Nueva York. En el gesto del hombre que acicala al pekinés se intuye algo más que puro fervor competitivo. Hay cuidado, cierto ritual, hasta un silencioso encuentro entre humano y animal, ambos luciendo sus mejores galas.
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