Ida, la amante secreta del Duce
En su momento, el régimen fascista pretendió hacerla pasar por loca. No lo estaba, pero era cierto que tenía una personalidad compleja. La talentosa Giovanna Mezzogiorno le da vida en Vincere , un film de Marco Bellocchio
Influyó en ciertas decisiones históricas de Italia (como la participación de ese país en la Primera Guerra), pero por poco tiempo. ¿Qué fue lo que determinó que esta mujer de poderoso carácter y firmeza en el actuar acabara en el ostracismo total y en el olvido? Un obsesivo y equivocado amor equivocado por un poderoso, o acaso el destino.
La bautizaron Ida Irene Dalser. Nació en 1880, en Trento, ciudad que entonces pertenecía al Imperio Austrohúngaro. Siendo una veinteañera conoció a un político socialista en discordia con su partido y se enamoró de él "como una loca". "Loca" fue precisamente el rótulo que intentaron endosarle después a Ida Dalser (ya devenida italiana: el territorio de su ciudad natal había cambiado de bandera), antes de que Rachele Mussolini la describiera en sus memorias como "una de las compañeras de Benito Mussolini".
En realidad, fue mucho más que una "compañera", y es lo que en los últimos tiempos se está intentando rescatar, tanto a través del documental que en 2009 difundió la RAI ( Il segreto di Mussolini ), exhibido hace poco en Buenos Aires, como por el libro del periodista Marco Zeni, titulado con categórica firmeza La moglie di Mussolini ( La esposa de Mussolini , Edizioni Effe Erre). La historia fue recuperada también -y con proyección internacional- por un intenso film de Marco Bellocchio, que arrasó con ocho premios David di Donatello: Vincere .
Uno de los puntos salientes de esta ambiciosa producción hay que buscarlo en la composición que Giovanna Mezzogiorno asumió al revivir a la desdichada Ida.
La talentosa actriz se consagró en El último beso. Después fue galardonada por La ventana de enfrente y en Venecia se alzó con la Copa Volpi a la mejor actuación por La bestia nel cuore . Giovanna logró crear, con una figura que la historiografía había esquivado o, al menos, camuflado, una criatura tan convulsionada como contradictoria, pero profundamente conmovedora. Presente en el Giffoni Film Festival para entregar un premio que lleva el nombre de su padre (Vittorio Mezzogiorno, 1941-1994, también actor), la bella Giovanna, más pequeña y tierna que el feroz personaje que compone, revela aristas de su trabajo. "Una historia tremenda, un calvario...". Con esa frase, la Mezzogiorno resume el penoso periplo de una mujer aguerrida pero indefensa.
"Un dato absolutamente comprobable de este personaje que tanto esfuerzo me demandó -continúa la actriz- es que el 11 de noviembre de 1915, cuando Italia ya había entrado en la guerra, Ida dio a luz un niño al que se le asignó un nombre que habla por sí solo: Benito Albino Mussolini. Y Mussolini reconoció a ese hijo, aunque años después, cuando ya era Il Duce, hizo falsificar los datos del registro civil. En diciembre de 1915, Rachele derrotó a Ida: armó el rito del matrimonio civil en un hospital cercano a Bérgamo, donde Benito había sido internado por una herida de guerra. A partir de entonces, el futuro Duce no querría saber nada de la Dalser y ella lograría verlo sólo en el hospital, inmovilizado y vigilado por Rachele. La secuencia del hospital es uno de los momentos de mayor desafío dramático para mí, porque tengo que desahogarme contra mi rival gritándole en la cara que la verdadera esposa soy yo, pero me sujetan entre varios y me alejan del lugar a la fuerza."
Pasión, historia y política
"Es un carácter difícil, intenso y, sobre todo, pleno de corporalidad, de despliegue físico -confirma la actriz, en dialogo con adncultura -. Es decir: se trata de un ser con mucha energía interior, al que le tocó vivir una pesadilla que duró prácticamente hasta su muerte. Sus reacciones son físicas. A menudo en el cine los realizadores olvidan la importancia del cuerpo. No es el caso de Marco Bellocchio."
Las relaciones pasionales de Mussolini con las mujeres y los avatares político-históricos han dado lugar a entrecruzamientos novelescos. Se sabe que el futuro Duce había recibido considerables sumas de dinero de parte de su amante Margherita Sarfatti (notable gestora de artistas y de movimientos intelectuales) para financiar su actividad política en los primeros tiempos; antes de eso, Ida Dalser declaró haber participado de encuentros con agentes franceses que se proponían financiar el diario de Mussolini, Il Popolo d´Italia , a cambio de su campaña a favor del ingreso de Italia en la Gran Guerra (que ya había estallado un año y medio antes) como país aliado de Francia. Lo consiguió y esa postura le deparó a Mussolini la expulsión del Partido Socialista, cuyos dirigentes -como se consigna en Vincere - eran contrarios al belicismo.
La influencia de la Dalser en ese episodio revela uno de los sesgos contradictorios de su personalidad y, acaso, de su identidad: originariamente austrohúngara, esta mujer acabaría promoviendo la financiación del enfrentamiento bélico de los italianos contra Austria.
Pero los componentes políticos de la relación entre la apasionada trentina y el ascendente líder quedaron atrás, sobre todo a partir del momento en que Mussolini asumió el poder en 1922; toda la energía de la Dalser se volcaría en una empresa imposible: el reconocimiento de sí misma como esposa y el de Benito Albino como hijo legítimo. El empecinamiento de Ida, al límite de la locura, es tema central en el diálogo con Mezzogiorno.
-Hay mujeres que se sienten atraídas por el poder...
-¡Casi todas!
-... pero cuando Ida se sintió fascinada por Mussolini él todavía no desempeñaba ningún poder. ¿Qué la atrajo tanto en ese hombre?
-Su personalidad, un carisma que, aun antes de ejercitarlo públicamente en política, ya funcionaba en el plano personal. Era desafiante, enfrentaba a la monarquía y al clero, como un revolucionario. Inteligente y sagaz, sabía manipular a la gente.
-Y al meterte en la historia de Ida, ¿sentiste que ella se enamoraba de verdad, sin otras intenciones?
-Apasionadamente. Vivieron una pasión física enorme, pero en ella ese amor se fue transformando en una obsesión.
-En tu interpretación, ese rasgo obsesivo parece alcanzar niveles patológicos. ¿Fue así o te encargaste de acentuar ese rasgo?
-Creo que no acentué nada: ella desarrolló un síndrome paranoico. Una persona normal habría renunciado a ese hombre y, aun con dolor, habría dejado atrás un amor terminado. Ida no renunció nunca y se encerró en una idea fija hasta el final.
-Hay violencia física en ciertos estallidos del personaje. ¿Cómo trabajaste eso?
-Por un lado, mi padre fue a trabajar con Peter Brook y yo lo seguí. Trabajé con él durante dos años (hice la Ofelia de su celebrado Hamlet ), y Brook se ocupa mucho lo corporal. Para Vincere busqué una coach (una coreógrafa que entrena a actores de teatro) y me preparé durante meses para un personaje como éste, que exige bucear en la animalidad. Ida Dalser era una especie de animal, en cierto sentido. Por otro lado, a Bellocchio le gusta la expresividad física que roza la locura: no olvides cómo manejó a Lou Castell en Las manos en los bolsillos...
Sobre el final del encuentro, Giovanna Mezzogiorno se entera de que Vincere está por estrenarse en Buenos Aires y entonces, con un suspiro, exclama en perfecto castellano rioplatense: "¡Buenos Aires! Adoro esa ciudad mágica. Estuve allá hace diez años, con un novio argentino, fotógrafo". Ahora, la luminosidad de su mirada (ojos transparentes, como un arroyo sereno) ha dejado atrás la sombra de Ida Dalser y su lacerante destino.
© LA NACION
Más leídas de Cultura
En el aeropuerto de Ezeiza. Una nueva esfera brillante de Julio Le Parc se convierte en emblema de la Argentina de cara al mundo
Gratis, por la crisis. La Feria del Libro tendrá días con entrada libre para atraer a más público
"Una piedra para lanzarle al poder”. La metáfora sobre el poema y los tiempos que corren que usó un reconocido escritor invitado a la Feria