Intrigas en tiempos de Lutero
Q Por Luther Blissett-(Mondadori)-Trad.: José R. Monreal-668 páginas-($20)
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Entre los fantasmas que hoy recorren el mundo occidental hay uno que produce especial pánico en el orden de la cultura. La consolidación de una industria del entretenimiento que reemplaza funciones de los difusores tradicionales del saber ha generado un complejo mercado en el que muchas disciplinas se han visto obligadas a elegir entre su redefinición o la extinción. Así las cosas, la aparición en Italia de esta torrencial novela sobre el tiempo de Lutero fue un disgusto para la amplísima lista de amantes de la historia novelada y para el importante coto editorial de los best sellers de calidad.
Entre las causas de este fenómeno, que llegó a vender más de 80.000 ejemplares a pocos meses de su publicación, se halla el aura radical de Luther Blissett, nombre de guerra de los cuatro autores, cuatro disidentes llegados a la novela tanto desde la agitación artística y mediática como de los trabajos más prosaicos. Pero entre esas causas se destaca, sobre todo, la eficaz construcción del relato que combina con destreza digna del mayor elogio numerosos y muy atractivos subtextos a los que el lector no suele tener acceso dada la insuficiencia expresiva y la escasez de variedad que dominan en el género. "La ola minimalista debe llegar a su fin", proclaman los Blissett en las entrevistas, y en perfecta coherencia con esta máxima, han construido un potente entramado de aventuras, conspiraciones e intrigas religiosas que comparan, por la dirección colegiada de los papeles, con una banda de jazz.
Planteado sin reservas como un homenaje a los personajes secundarios de la historia, Q cuenta desde los márgenes el proceso de quiebra que supone la Reforma en la Europa del siglo XVI, con el fin del poder absoluto del papado y la creación de las iglesias protestantes como ejes principales. Bajo la divisa de omnia sunt communia (todo es de todos), el Magister Thomas Müntzer y sus aliados diseminan por todo el continente las esporas de una espiritualidad que se alía con los reclamos políticos o simplemente éticos de príncipes y campesinos, impresores y comerciantes.
Dejando de lado su dimensión metaliteraria, esta novela cuenta con un primer caballo ganador: su estructura narrativa hiperdinámica, basada en la fluida alternancia de breves capítulos sólidamente construidos, de modo que la distribución del tiempo histórico real (de 1517, cuando Martín Lutero proclama sus noventa y cinco tesis contra el tráfico de indulgencias, a 1555, con la proclamación de Carafa como Papa Paulo VI) se mantiene a salvo de las alteraciones corales que proporcionan los discursos en primera persona, los excelentes diálogos, los diarios de Q y las cartas que le envía a Gianpietro Carafa.
Fruto de tres años de trabajo, Q se reclama como producto de una inspiración mestiza para la que han tenido tanta importancia la encíclica Ut Unum Sint como las novelas de James Ellroy. Lo que su lectura deja fuera de toda duda es la habilidad con la que se combinan las tramas secundarias y el subyugante uso que se hace de elementales recursos líricos para imbuir rigor y amenidad a la lectura, sin olvidar un ejemplar dominio de registros idiomáticos que facilitan mucho la digestión de casi setecientas páginas.
Cubiertos estos requisitos, el libro tendría suficiente frente a la abrumadora competencia en su segmento, pero es importante señalar que además contiene un inusual tratamiento del hecho histórico que le permite ser leído como programa. Sin la grandilocuencia del libelo pero con la fuerza de la obra literaria, Q es todo un manifiesto de esa nueva disidencia ilustrada que lucha contra lo de siempre con los últimos avances de la inteligencia y con los que quizá no asalte el Palacio de Invierno pero llegará sin dificultad a los lectores más inquietos y rebeldes.



