
La lengua española compiló las dudas que dan vida a un idioma dinámico
Las 22 academias nacionales presentaron al rey Juan Carlos el Diccionario Panhispánico de Dudas
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MADRID.- "A ver, a ver, tengo una duda", dijo el rey carismático, entre risas generales, cuando Víctor García de la Concha, director de la Real Academia Española, le entregó el primer ejemplar del Diccionario panhispánico de dudas (DPD) , en el Palacio de la Zarzuela.
Una lengua es, por definición, dinámica. Por eso, al difundirse ayer el primer Diccionario panhispánico de dudas , los lingüistas involucrados en años de trabajo advirtieron que no debe haber ilusiones de que éste ha concluido todo lo que podía realizarse, sino que ello apenas comienza. Es probable que el rey Juan Carlos, patrono constitucional de la lengua para sus coterráneos españoles, siga sin resolver un interrogante, si es que de verdad entre sus bromas tiene alguno.
Vivimos asaltados por dudas idiomáticas cuantas más obligaciones tenemos de haberlas superado.
"¿Cómo está Su Majestad y cómo está el abuelo", preguntó este cronista, mientras hacían ambos un brevísimo aparte. "Hombre, ¿sabes cómo se siente eso?, cómo se dice, del abuelazgo, no?", contestó el rey, radiante de felicidad. Pasos más allá, entre tantos otros maestros de la lengua y de la literatura en español, departían Mario Vargas Llosa y el presidente de la Academia Argentina de Letras, Pedro Luis Barcia, sobre lo que ocurrió y lo que dejó de ocurrir en el Congreso Internacional de la Lengua, de Rosario, del año último.
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El rey improvisó un discurso de agradecimiento por lo que significa como gesto generoso hacia España y la lengua común un esfuerzo de cinco años de las veintidós academias por fortalecer, en un hecho inédito de confraternidad práctica, la unidad del idioma. El acto en la Zarzuela siguió al que hacia el mediodía se había realizado en la Real Academia con la participación de la ministra de Educación de España, María Jesús San Segundo; el director del Instituto Cervantes, César Antonio Molina, y representantes de los principales medios de comunicación de Iberoamérica.
En todo momento quedó en claro que un diccionario en rigor legítimo constituye no más que la devolución al pueblo de lo que éste ha gestado. Ese respeto por la creatividad popular va acompañado, en una obra de la naturaleza de la presentada ayer, por la indicación de las variables regionales existentes y la formulación de una norma cuyo acatamiento contribuirá, dentro de la diversidad de las culturas nacionales, a la unidad de la lengua.
Como todo trabajo serio infunde un espíritu de creatividad, tampoco los académicos se pusieron a salvo de caer en neologismos. A medida que avanzaban en la redacción del DPD puntualizaban las incorrecciones idiomáticas, registradas así en el diccionario con un signo arbitrariamente elegido. Ese signo, constituido por una bola dentro de la cual se diseñó una aspa, ha sido la matriz de un nuevo neologismo.
¿Cómo llamarlo? Pues, "bolaspa", se dijeron los académicos. Y así comenzó su principiante carrera una palabra que tal vez se incorpore un día entre las 83.000 voces oficializadas de la lengua española, entre las que se incluyen 28.000 americanismos.
El DPD viene a ser el cuarto gran código del español, después del diccionario lexicográfico -el célebre "mataburros" del que han hablado generaciones de maestros-, la Ortografía y la Gramática, cuya última edición, que es de 1931, será superada en un año más cuando las veintidós academias finalicen un trabajo consensuado como el que ayer se hizo público.
Pedro Barcia hizo lo posible por borrar aquella vieja imagen de los académicos como dómines arrogantes dispuestos a imponer cuál es el buen decir y cuál es el malo. Barcia dijo que la lengua es una creación popular que ratifican los escritores y testimonian las instituciones como la Academia Argentina de Letras, que preside. O sea, los académicos de la lengua son notarios.
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En medio de la revaloración del papel que desempeñan en favor del esplendor del idioma, hubo espacio para ciertas distinciones a propósito de la tarea profesional que se cumple en los medios de comunicación, tan consultados como lo han sido para la confección del nuevo diccionario.
Debe haber mayores contemplaciones con los instrumentos propios de la lengua coloquial, como las emisoras radiales, que con la prensa escrita. Gregorio Salvador, uno de los miembros más antiguos de la Real Academia Española, dijo que la urgencia de lo oral suele llevar a confusiones difíciles de olvidar. "Todavía tengo presente -observó el viejo catedrático granadino- a aquel locutor que en la transmisión de una carrera ciclística y en el esfuerzo por destacar la velocidad con la cual se aproximaba un pelotón al líder de la competencia, había exclamado que sus componentes estaban "corriendo como jamelgos".
Propio de quien ha comprendido que se ha metido en un lío por haber confundido galgos con jamelgos, el locutor hizo silencio. Y, recuperada el habla, la usó sin lograr más que otro traspié: "Bien, quiero decir jamelgos, pero en el mejor sentido de la palabra".
A lo largo de 7200 entradas con varias remisiones cada una de ellas -lo cual enriquece el trabajo-, el DPD se pasea por la lengua española a fin de precisar normas y acepciones específicas en cuanto al uso de tildes, signos de puntuación, concordancias, el género femenino o las reglas del plural; en fin, por topónimos y gentilicios de grafía dudosa o vacilante.
El criterio de los académicos ha sido más amplio y elástico que el de muchos regidores inflexibles de la lengua. Con los verbos terminados en -cuar, como adecuar, el diccionario legitima tanto el "adecua" como el "adecúa" de la educación del pasado en la Argentina, pero que en España, en cambio, se ha conjugado con diptongo.
No es broma: en las academias todavía se reciben consultas sobre si el fatal haiga es una modalidad verbal. En hora buena que así sea, que no es vergüenza preguntar por lo que se ignora, como ese hubieron que aún se cuela por tantos lados debido a que el verbo haber no lleva sujeto y porque el sustantivo es su complemento directo: "Había una novela, había dos novelas?".
Que los secretarios de redacción de los diarios no corrijan nada a los editores: da lo mismo "vinculado a" que "vinculado con", como da igual usar "en relación con" y "con relación a". En otros asuntos, la partida a la larga está perdida: clasificar y entrenar eran verbos pronominales, pero la radio, la televisión y la prensa menos ceñidas a lo establecido van imponiendo su uso como intransitivos: "Boca clasificó para tal copa" y "La primera división de River Plate entrenó ayer".
El diccionario menciona esas formas, todavía poco musicales para algunos oídos, como difundidas en muchas partes de América.
Barcia trabajó especialmente sobre los extranjerismos, contra los que en general no hay nada en particular, siempre que vayan en bastardilla a fin de dejar constancia de su origen bastardo, dijo con ironía el presidente de la Academia Argentina de Letras: ballet, blues, jazz, software. No obstante, a veces, en segundo término, se proponen adaptaciones como las mencionadas por Barcia después, y que llamarán la atención a cuantos ignoren que en alguna región ya se aceptan: balé, yas, chalé, cabaré.
Pero ¿por qué apelar a extranjerismos innecesarios? ¿Por qué decir abstract, cuando el español dispone de resumen, extracto, o consulting, si tenemos consultora y consultoría?, enfatizan los académicos.
Si se debe decir politicólogo, según se escribe de manera habitual en este diario, o "politólogo", como se usa en España, es asunto pendiente para la próxima edición del DPD, prometió a LA NACION las gentes del Departamento del Español al Día de la Real Academia, que fueron los artífices principales del trabajo. Por simple desconocimiento de su existencia, aquella variante no fue tomada en cuenta, contrariamente a lo que ha ocurrido con tantas otras.
Ha sido el caso de vídeo, como dicen los españoles, que en la Argentina y en tantos otros países es video.




