Marcela Serrano: "Las mujeres tienen una hermandad que sólo entienden los discriminados"
En La Novena, su novela más reciente y la primera protagonizada por un hombre, revisa la dictadura de Pinochet; dice que el ambiente literario de Chile es "una mafia masculina"
La escritora chilena Marcela Serrano (Santiago, 1951) dice que no puede vivir sin libros. Tampoco sin tabaco. Se crió entre mujeres, seres a los que admira y a los que ha dedicado las exitosas novelas que ha escrito, y no reniega de la edad: le encanta "ser vieja". En su reciente paso por Buenos Aires, la autora de obras como Nosotras que nos queremos tanto, Antigua vida mía y Para que no me olvides, habló de su última publicación, La Novena (Alfaguara), en la que trata aspectos poco conocidos de la dictadura de Pinochet. En este libro, Miguel Flores, estudiante universitario, es detenido en una protesta en medio de un accidente absurdo. Lo envían a una zona rural y se convierte en "relegado", persona obligada al aislamiento por cuestiones políticas. A todos inquieta su presencia salvo a Amelia, la viuda dueña del fundo La Novena, que lo acoge. El vínculo crece entre ambos, hasta que ocurre un hecho irreparable para los dos.
Miguel es el primer protagonista hombre en una novela suya, ¿cómo ocurrió esto?
-Es hombre porque no tuve alternativa. En esos años, la dictadura de Pinochet no relegaba a mujeres. Debía ser un hombre y me dio un gran placer desarrollar un personaje masculino.
-Es una historia inspirada en un episodio de la vida de su madre, ¿cómo fue la historia real?
-Mi mamá estaba en el campo, tenía una casa ahí, que colindaba con otra con un par de tablas, y un día le informan que había llegado un relegado y ella, a pesar de que era dueña de la tierra y de otra clase social, lo ayudó de inmediato. Piensa que mi pobre madre tenía puras hijas izquierdistas, por lo cual tenía una cierta experiencia en esto. Por eso lo protegió, porque había una gente en el valle que eran unos monstruos, los dueños de fundos. Pero la relación personal que narro entre Amelia y Miguel Flores es absolutamente ficción.
-¿Cuál era el objeto de "relegar" a personas?
-Al régimen no le valía la pena matarlas a esas alturas. Era el año 85 (la dictadura empezó en el 73) y ya habían matado a todo el mundo. Por ese entonces, lo que querían era entorpecer todos esos núcleos que hacían los universitarios y la resistencia, entonces sacaban a los dirigentes y entorpecían estas organizaciones.
-Usted ha dicho que en Chile hay machismo en la crítica a las escritoras mujeres. ¿Es así?
-Todo el ambiente literario en Chile es una mafia masculina, los críticos y los escritores se escuchan mucho entre ellos y se hacen propaganda entre ellos, pero las mujeres están aisladas. A los hombres les da una enorme sospecha una mujer que sea leída, que cuente historias de mujeres, como Isabel Allende, a quien han maltratado que no te explico.
-¿Admira a Isabel?
-¿Si me gusta Isabel? ¿Las cosas que ha escrito? La casa de los espíritus me fascinó, pero a ella la han maltratado mucho. Si Isabel no vendiera la cantidad de libros que vende, no la habrían maltratado así.
-¿Cómo es su relación con la escritura?
-Es una relación bien gozosa. No estoy para dramas y soy superdisciplinada. Empiezo una novela cuando me obsesiono con alguna idea.
-¿Con qué otras cosas disfruta?
-Al cocinar, al comer, con la música. Y ahora me ha venido una locura de hacer collages.
-¿Qué le ha aportado la literatura?
-No puedo imaginarme una vida sin la lectura. La lectura es como mi mejor amiga, una compañera imbatible.
-Siempre rodeada de mujeres: hermanas, tías, compañeras de colegio, hijas. ¿Cómo es la vida entre tantas mujeres?
-Me encanta. Es entretenida y divertida. Las mujeres son muy cómicas cuando están solas, son creativas y tienen esa hermandad que solamente los discriminados pueden tener entre ellos, que se siente porque vivimos lo mismo. El catálogo literario es masculino, así que cuando empecé a escribir, lo hice desde otro punto de vista, del de la mujer, aunque cuando un hombre me escucha dice: ahí está la Madame Bovary o la Ana Karenina, y yo les digo: la Bovary y la Karenina son dos estúpidas, esas novelas son una preciosura, pero si analizas a los personajes, una era una loca y la otra, una histérica ociosa.