María Dueñas: "Creo que el tema del acoso está ahí desde que el mundo es mundo"
Lleva con total naturalidad los siete millones de ejemplares vendidos del libro que la transformó en escritora, El tiempo entre costuras, que en 2009 le cambió la vida. "Creo que lo mejor que me ha dado este cambio de profesión es una enorme libertad. El poder disponer de mi tiempo y de mi capacidad para volcarla hacia donde quiera es un lujo impresionante", reflexiona la doctora en Filología inglesa María Dueñas.
Para ella, la inmigración es un denominador común en cada una de sus cuatro novelas. Las hijas del Capitán (Planeta), que la trae de visita en estos días a la Feria del Libro, no es la excepción. Situada en la Nueva York de los años 30, cuenta la historia de tres jóvenes españolas que, más allá de su voluntad, desembarcaron en esa gran ciudad y lucharon con mucha fuerza para poder sobrevivir.
-¿Cómo fue el desafío de escribir por primera vez una novela coral, con tres hermanas como protagonistas?
-Me supuso muchos más dolores de cabeza de los que pensaba. Pensé que tres narradoras no me iban a suponer todo este juego de equilibrios y de ajustes, reajustes y contrapesos para mantener las tres historias con una sustancia regular y equilibrada. La verdad es que fue un desafío, pero fue apasionante también, porque creo que conseguí tres personajes completos y creíbles con tres líneas vitales que a veces se cruzan y a veces se separan, pero que se complementan entre sí.
-¿Hay alguna de las tres Arenas entre Victoria, Mona y Luz que le haya resultado más compleja, que se "haya ido de las manos" como sucedió en su momento con Sira Quiroga en El tiempo entre costuras?
-Se han ido un poco de las manos. Suelo ser bastante organizada y estructurada al planificar las novelas. Pero al tener protagonistas múltiples me he concedido más espacio para la improvisación. A veces, me han pedido más carrete de la cuenta, y a veces se lo he dado, a veces no. Pero las tres tienen, por un lado, sus complejidades y, por otro lado, son unos personajes muy gratificantes, muy porosos, todo lo absorben muy bien. En ese sentido, ninguna ha sido más compleja. Quizá, Mona, la mediana de las hermanas, por ser la que tiene más determinación, la que plantea proyectos y obliga en cierta manera a las otras a seguirla, ese hecho de ser la abanderada de la acción de la trama principal de la novela la hace un poco más completa, pero creo que las tres caminan al mismo paso.
-¿Por qué eligió para esta novela la ciudad de Nueva York en las primeras décadas del siglo XX?
-La idea original era escribir una novela sobre mujeres emigrantes, sin saber todavía dónde las iba a mandar. Al documentarme sobre aquella emigración transatlántica desde España a distintos puntos de América, me di cuenta de que los protagonistas eran hombres porque eran los que primero daban el paso. Pero había mujeres que eran coprotagonistas de esos movimientos y quedaban en el anonimato. Valía la pena saber qué sentían, qué pensaban. Cuando investigué sobre Nueva York, había una colonia española bien estructurada, nutrida, contundente, de la que no sabíamos nada en España y mucho menos había sido materia narrativa de una obra de ficción, entonces pensé que era un escenario ideal para esta novela y allá las mande.
-Hay una escena en la que Luz Arenas es víctima de acoso. Ese tema está muy vigente en este momento en Argentina y en el mundo. ¿Qué opinión tiene respecto de este movimiento?
-Yo no he metido esto oportunistamente, esto estaba escrito antes. Pero el tema está ahí desde que el mundo es mundo. Me parece que todos estos movimientos son muy válidos y muy oportunos. Ya era hora de que se alzara la voz en contra de tantos abusos, desequilibrios y situaciones difíciles. Me gustaría que todo esto llegara a algo constructivo, que no se quedara en gritos cada vez más aislados.
-Hay un boom con las series españolas que empezó de alguna manera con El tiempo entre costuras. ¿Qué relación hay entre el libro y la serie? ¿Puede ser un buen complemento uno del otro?
-Una serie bien hecha es un complemento fantástico para un libro y no tiene por qué ir en detrimento de la cantidad de lectores, puede hacerle ganar lectores. Aunque con El tiempo entre costuras, cuando salió la serie ya habían pasado tres años, el grueso de lectores ya estaba. Lo importante es que se haga bien el trabajo. Me refiero no solo a la factura audiovisual como producto de entretenimiento sino también a que se respete la esencia del libro. Puede haber pequeños cambios, porque el lenguaje televisivo lo pide, más agilidad en la acción, necesidad de crear personajes secundarios como apoyo de la línea argumental principal, pero es fundamental que se respete la integridad del libro. Yo animaría a los autores a que se comprometan con los proyectos audiovisuales. Soltar el libro y dejar que hagan lo que quieran y luego protestar porque no te ha gustado es muy fácil. Es un riesgo altísimo.
-¿Las hijas del Capitán ya tiene propuestas para estar en la pantalla?
-No, todavía no. En España salió el 12 de abril, acá la semana pasada. Lo que vamos a hacer ahora es La Templanza en serie. La ambición de que sea coproducción internacional es el abanico de escenarios que está representado y que las distintas localizaciones sean cómplices de la novela. Creo que va a resultar muy bonito.