
Mitos heroicos y verdades perturbadoras
Siempre se aceptó como algo dado (el propio Messiaen se ocupó de destacarlo) que el Cuarteto para el fin del Tiempo se había estrenado en condiciones de la mayor adversidad musical y vital, con el acoso del hambre y del frío. Se suponía incluso que la obra había sido compuesta enteramente en el campo de prisioneros Stalag VIII A. En el libro The Story of the Messiaen Quartet (Cornell University Press), Rebecca Rischin investigó a fondo este capítulo de la música del siglo XX, uno de los más célebres y menos estudiados, y puso las cosas en su lugar. A partir de entrevistas, Rischin rastreó la vida del cellista ...tienne Pasquier, el clarinetista Henri Akoka y el violinista Jean Le Boulaire, los tres músicos que, con el compositor en piano, estrenaron la obra. Uno se entera, por ejemplo, de que "Abîme des oiseaux", el segundo movimiento, para clarinete solo, estaba ya escrito en Nancy, estación previa al campo de Silesia, y que Akoka había ensayado allí su parte. También, de que Pasquier tomó contacto con Messiaen una madrugada, cuando los dos salieron de las barracas a contemplar la aurora boreal y escuchar el canto de los pájaros. Por otra parte, la instrumentación, habitualmente atribuida al azar de la necesidad, estuvo desde el principio en la cabeza del compositor. ¿Por qué Messiaen falseó posteriormente la historia? ¿Por qué, para tomar un detalle menor, insistió en que el cello de Pasquier tenía el día del estreno tres cuerdas, cuando el propio instrumentista le había dicho varias veces que no era así? Seguramente, concluye Rischin, para agigantar la dimensión de la proeza. Pero lo más perturbador del libro es sin duda la comprobación de que los nazis no solamente no entorpecieron la realización de la obra sino que la alentaron, probablemente para simular ante la Cruz Roja un trato humanitario dentro de los campos. Como sea, uno de los oficiales alemanes, Karl Brüll, se ocupó personalmente de que Messiaen trabajara aislado, sin cumplir tareas pesadas, y le consiguió lápices, papeles; pidió además los instrumentos, hizo imprimir los carteles con el anuncio, y el día del estreno, el 15 de enero de 1941, estuvo en primera fila junto a cientos de prisioneros que nada sabían de música clásica. Messiaen aseguraba que nunca una obra suya había sido escuchada con tanta atención. Se refería tal vez a la perplejidad que dominaba a ese público hambriento. Sesenta y siete años después, la experiencia de esa perplejidad acompaña todavía al Cuarteto.






