Pasajes
De este lado el reflejo, los pasajeros, que tanto en la cubierta como al interior de la embarcación, se multiplican en los paneles de vidrio. Más allá, sin interferencias ni juegos ópticos, el Bósforo. Quienes lo observan, se dejan mecer por la obvia belleza del agua y por la no tan discreta presencia de la historia. El barco hace un trayecto habitual para los habitantes de Estambul: de un lado a otro de la ciudad, de Europa a Oriente, de Oriente a Europa, siglos y siglos de belleza y horror, de saberes, avances y retrocesos que danzan allí, en esas aguas y en la ciudad que fue Bizancio, y fue Constantinopla, la que dio nombre –con su famosa caída– a un antiguo y decisivo cambio de era. Pero aquí, en esta imagen, estamos en Estambul y podría escucharse la banda de sonido de Cruzando el puente, el film de Fatih Akin: esa textura, su irreverencia, el canto a una mixtura a la que habrá que aferrarse cada vez más.
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