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Hace exactamente 10 años, Usain Bolt viajó en el tiempo. En el Mundial de Atletismo de Berlín 2009 se adelantó a su época y estableció un récord para los 100 metros llanos que se esperaba para, al menos, tres décadas después.
Aquellos 9.58 segundos que estableció el jamaiquino siguen siendo la plusmarca de esa distancia tan emblemática dentro del atletismo. Ningún otro corredor pudo siquiera arrimarse a ese tiempo. Ni al segundo, ni al tercero, todos en manos del Rayo nacido en Kingston.
Un año antes, en los Juegos de Pekin, se había proclamado campeón olímpico con un récord del mundo sorprendente: 9.69. Pero en el Nido -el estadio olímpico- había quedado una duda flotando en el aire: en el hectómetro, luego de una final extraordinaria, bajó los brazos cuando casi 30 metros antes de la meta supo que nadie lo superaría. Y hasta cruzó la línea golpeándose el pecho. Si con esa ventaja había destrozado la marca anterior, ¿cuánto más podría mejorarla?
La respuesta llegó el 16 de agosto de 2009 en Berlín. Ese día, Usain Bolt corrió la mejor carrera de 100 metros de su vida, y por ese instante no le dio espacio a ningún tipo de show. Sólo se dedicó a correr lo más rápido posible. "¿Bolt? Se fue de mi vista y luego desapareció", resumió el británico Dwain Chambers, que arrancó en el andarivel 1 y terminó sexto con un tiempo de 10 segundos. El estadounidense Tyson Gay, la mayor amenaza del jamaiquino, debió conformarse con ser el testigo directo que más cerca estuvo en ese momento: fue segundo con 9.71, y estableció un récord nacional que nadie registró.
¿Bolt? Se fue de mi vista y luego desapareció
Aquella final fue única e irrepetible. Una verdadera locura: 9.58 segundos en 100 metros, a 37,6 kilómetros por hora de promedio y 45 km/h en la fase de mayor velocidad. También fue la reducción de tiempo más amplia en toda la historia de los 100 metros: 11 centésimas de la marca establecida por el propio Bolt en sueño chino un año antes: de 9.69 a 9.58. Demencial.
Después de ese primer oro en Mundiales de Atletismo de los cuatro que logró en su carrera, Bolt nunca pudo igualar o mejorar esa gesta. Apenas pudo acercarse tres años después, cuando en los Juegos de Londres, frenó el cronómetro en 9.63, mejorando el récord olímpico.

El éxito de Bolt en Berlin 2009 fue mantener la velocidad crucero hasta el metro 80. Pero, sobre todo, el jamaicano destruyó los pronósticos físicos, técnicos y científicos que años antes se habían desarrollado en torno al límite del cuerpo humano en la velocidad más explosiva: los 100 metros.

La revista especializada European Journal of Physics utilizó aquella carrera para analizar en detalle el secreto de la velocidad suprema de Usain Bolt. Los científicos aseguran que sus cálculos explican la potencia y la energía que el corredor debe emplear para superar la resistencia del aire, incrementada en su caso por una estatura de 1,95 metros.
De acuerdo con el modelo matemático propuesto, el tiempo de 9,58 segundos que Bolt consiguió en Berlín se logró alcanzando una velocidad de 12,2 metros por segundo, equivalente a unos 44 kilómetros por hora.


Para John Barrow, profesor de ciencias matemáticas de la Universidad de Cambridge, la velocidad de Bolt se debe en parte a la "extraordinaria longitud de su zancada" a pesar de tener un tiempo de reacción más lento al disparo de largada. "Él tiene un montón de fibras musculares que se estiran y responden rápidamente, y unidas a su veloz zancada, hacen que sea extraordinariamente rápido", explicó.



