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RIO DE JANEIRO.- "No existe el hombre perfecto. En mi vida hice millones de cosas malas y voy a hacer un millón más". Con los años, su imagen en el básquetbol fue tomando la forma del prototipo del antihéroe. Es tan directo para hablar y lo hace con tanta dureza que la primera impresión que deja es que debe ser difícil tratarlo. Pero Román González, de 2,10m, nuevo pivote de Peñarol, de Mar del Plata, y principal referente de la selección que ayer debutó en los Panamericanos, resulta ser mucho más amable de lo que se dice de él. "Nací en Lanús, pero a los dos años me fui a Puerto Madryn. Después estuve en Bahía Blanca, en Bahiense del Norte, y jugué tres años con Manu. Hasta me quedaba a dormir en su casa", cuenta en la obligada anécdota con el nuevo Maradona del deporte argentino.
-Nunca me gustó quedarme en un lugar. Se me hace monótono. En esto no tenés vacaciones, domingo, feriado..., nada. Trato, por lo menos, de cambiar de ciudad, de cultura. Estuve en Uruguay, Bolivia, Venezuela, Italia, España, Arabia Saudita... El único lugar que me conmovió un poco fue Rimini, en la costa adriática. Estuve dos años, tuve la chance de seguir, pero un día me levanté, me cansé, dije "no quiero jugar más en Italia" y me volví.
-Entre las quejas que se escuchan de vos, dicen que no te preparás por el aspecto físico.
-Exceptuando a Manu que está en la NBA y jugó en Europa durante años, u Oberto y Nocioni, por lo mismo, no existe un jugador argentino bien preparado físicamente. Son cuatro o cinco, no más.
-Me tildaron de eso por la forma de ser y de hablar que tengo. Pero, ¿cómo voy a jugar cinco años en la selección sin entrenarme? Si fuera cierto, no hubiera llegado. Estuve con Magnano y con Hernández. No hubiera jugado en Europa. Lo que pasa es que digo las cosas de frente y a algunos no les gusta. Acá están acostumbrados a que al jugador le dicen "andá a la esquina a ver si llueve" y el jugador va. No es así. Se terminó la época en la que el técnico te contrataba, te pagaba, decidía todo. Ahora el técnico dirige y el jugador juega. Si el técnico ve que no te entrenás, no te contrata o no te deja jugar. Además, la gente no sabe los sacrificios que uno hace. Mi hija (Ambar) nació el 3 de julio, estuve acompañando a mi mujer un día y volví a entrenarme con la selección.
-También te marcaron como indisciplinado. Por ejemplo, en Libertad, en 2003.
-De Libertad me fui por defender a un compañero.
-Se dijo que fue por un acto de indisciplina.
-No. Eso fue una tapada. La verdad es que otro integrante del plantel, que no vale la pena nombrar, hizo cosas contra un amigo mío, el Negrito (Sebastián) Acosta, que juega en el mismo puesto. Les llenó la cabeza a los dirigentes. Se buscó un momento en el que se perdieron tres partidos y estalló la bomba. Se lo acusó porque salía o se juntaba con cierta gente. En realidad, buscaban una excusa para cortarlo (echarlo). Me reuní con el presidente y me dijo: "A él lo corto y a vos te pongo una multa de 1000 pesos". Le dije que si cortaba a Acosta por lo mismo que hice yo, que me eche. Y me echó. Me fui a Uruguay y Acosta a Olavarría.
-En una entrevista dijiste que pensabas poner un cabaret...
(interrumpe sonriendo)... -Lo que dije fue: "Me retiro, me siento en un sillón en la puerta de mi cabaret o mi bar, con un habano, dos 9 milímetros plateadas a los costados y con mi mujer atrás pegándome en la cabeza porque tengo un cabaret.
-Es un sueño que tengo a futuro, ¿cuál es el problema? Parece que lo malo es decirlo y hacerlo.
-Es por eso que soy como soy. Fijate cómo me resbala. Pero cuando entro en la cancha soy un jugador de básquetbol. Y cuando voy a la selección, soy un jugador de básquetbol. Me vinculan con cosas malas por lo que digo, no porque ven que lo hago.
-¿Algún DT te dijo "no te quiero por eso"?
-¡Nooo! Son muy ca... La realidad te indica que, con el tiempo, la misma gente que piensa eso después te contrata. Yo no quiero tener amigos en el básquetbol. Mi familia y mis amigos están afuera.
-En la plenitud. Con 29 años y a punto de retirarme siendo algo.
-Sí. Mi anhelo era jugar en la selección y llegué. Este es un trabajo y lo respeto, no pienso dar lástima a los 36 años para que piensen que estoy robando. Lo que gano me lo merezco. En cuatro años, no sé. Después de los 32 empezás a decaer. El partido dura 40 (minutos), yo quiero jugar 40. No aceptaría un rol secundario. Nunca lo cumplí.
-Nunca jugaste un torneo importante como el Preolímpico de Las Vegas. ¿Merecés un lugar?
-Sí. Después de tantos años lo merezco. No estuve en 2006 porque ya había jugado dos Sudamericanos. Si me ponían para el Mundial, quería ir; si no, prefería probar suerte en un Campus en la NBA (N. de la R.: no lo jugó por una lesión). Quería algo nuevo. Lo hablé con el técnico y me entendió. Volví por los Panamericanos y porque depende de mí entrar en el equipo del Preolímpico.
-Estaba jugando un básquetbol lindo. El mejor partido mío, en la final, contra Brasil. Me dio bronca la reacción de algunos compañeros a los que les dio lo mismo perder. Del segundo no se acuerda nadie. Quería ganar.
-Muchos de esos jugadores están ahora en la selección. ¿Qué les decís?
-Los p... por lo que hicieron.
-Tratan de entender mi forma de ser, pero no comprenden que me enoje. No soy amigo de ellos, soy conocido. Dicen que soy loco. Yo creo que una persona que no quiere ganar está loca.
-Insultar a un compañero puede generar un conflicto, eso puede caerle mal a un DT.
-Y... tiene que ser un técnico muy perdedor..., los hay..., los tuve...



