¿Por qué? Porque siempre está Luis Scola
¿Por qué la Argentina, pese a ser un equipo en transición, nunca perdió ese sello tan particular? ¿Por qué, con menor calidad y oficio, volvieron a emocionar como héroes? ¿Por qué nunca bajar los brazos, ni siquiera cuando todo parece estar perdido? ¿Por qué?
La respuesta se puede encontrar, como tantas otras, en el diccionario. "Capitanear: guiar o conducir cualquier gente". Ese, sin dudas, es el gran mérito del máximo referente de este seleccionado: Luis Scola. Sin intereses económicos de por medio, y por la satisfacción de representar al país, el capitán ha tenido asistencia casi perfecta en los compromisos del conjunto nacional. No importa la magnitud del torneo ni la calidad de sus compañeros. Él está. Pero su presencia no sólo significa un envión anímico para el grupo, sino que también un valor más que agregado al juego del equipo.
Desde su debut en la selección mayor, en el Preolímpico 1999, hasta este Premundial Caracas 2013, Luifa sólo se ausentó de un torneo: Santo Domingo 2005, donde la Argentina no competía por nada porque ya tenía asegurada su presencia en el próximo Mundial por la medalla de oro en Atenas 2004.
Despuntemos sus números. Tres mundiales: Indianápolis 2002 (9.9 puntos de promedio), Japón 2006 (14.3) y Turquía 2010 (donde fue el goleador del certamen con 27.1). Tres Juegos Olímpicos: Atenas 2004 (17.6), Pekín 2008 (18.9) y Londres 2012 (18). Seis torneo FIBA Américas: San Juan de Puerto Rico 1999, 2003 (9.5) y 2009 (23.3), Neuquén 2001, Las Vegas 2007 (19.5) y Mar del Plata 2011 (21.4).
"Este es nuestro partido. Nadie nos lo va a sacar", les gritó Scola a sus compañeros, cuando en partido ante Canadá, el de ayer, el de la clasificación, sólo faltaba la estocada final. Líder anímico. El capitán del seleccionado, además, fue la figura del encuentro con 27 puntos y 8 rebotes. Líder deportivo.
Este es el séptimo torneo de las Américas de Luifa, que promedia 18.4 puntos por partido. Con el primer gran objetivo cumplido, el capitán avisó que van por el título. A esta altura, nada es imposible. ¿Por qué? Porque siempre está Luis Scola.
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