Fernando “Puma” Martínez, el único campeón mundial de boxeo que tiene Argentina y que espera el reconocimiento total del público
El boxeador de La Boca, que ostenta el título supermosca de la AMB, sabe que es más respetado en Japón y Estados Unidos que en su propio país
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No es su hábitat natural, pero a Fernando Martínez no le molesta sentirse observado por los integrantes de la redacción de LA NACION. Habla tranquilo y enfocado, aunque en algún lugar de su cabeza se pregunte si quienes lo rodean realmente conocen de sus gestas sobre el ring. Se apoya en la complicidad de su entrenador, Rodrigo Calabrese, para reforzar algún concepto y se muestra confiado e ilusionado en lo que viene. Dice que ya no pelea más por la plata y deja espacio a una frase que define un objetivo ambicioso para su presente como campeón mundial supermosca de la Asociación Mundial de Boxeo (AMB): “yo ahora quiero pelear por más gloria, quiero ser el primer argentino en ser campeón indiscutido”.
A los 33 años, el Puma Martínez no goza del marketing de otros deportistas argentinos, pero es un destacado embajador en el mundo. Mezcla de humildad y sencillez, algunos ven en él la clase de Gustavo Ballas; otros, el corazón y la constancia de Falucho Laciar y Horacio Accavallo; varios resaltan su contundencia y se animan a compararlo con Pascual Pérez. Sin embargo, en tiempos donde el boxeo nacional carece de ídolos, la magnitud de sus triunfos ante los filipinos Jerwin Ancajas y Jade Bornea, en Estados Unidos, y contra japonés Kazuto Ioka, en Tokio (dos veces), lo entronizaron en el podio de los mejores pesos chicos de la historia de nuestro país. Una polémica de la que él prefiere abstraerse. Porque tiene claro de dónde viene y hacia dónde va.

-Pascual Pérez y vos son los únicos argentinos que ganaron dos peleas mundialistas en Japón. ¿Crees que sos el mejor boxeador nacional de los últimos años?
-Yo me siento el mejor en cada entrenamiento, en cada pelea. Porque soy consciente de lo que quiero y trabajo para lograrlo. Pienso que todavía no llegué a mi techo y que estoy para más. Hoy por hoy soy el único campeón mundial que tiene Argentina y eso demuestra que estamos haciendo las cosas bien. Hay que seguir por este camino para quedar en la historia grande.
-¿Por qué pensás que aún en Argentina no sos reconocido como tus logros merecen?
-El boxeo en Argentina ya no es un deporte tan popular como lo fue en otras épocas. Ahora es todo más difícil. Yo siento que estoy ahí, a un pasito de lograr el reconocimiento que merezco. Se vienen grandes cosas y hay que estar preparado.
-Venís de cinco combates durísimos, ¿cómo sigue ahora en tu carrera?
-La intención es hacer una pelea más en noviembre o diciembre para cerrar el año. Veré qué me ofrece PBC [Premier Boxing Champions], la empresa que me maneja. Ahora estoy en condiciones de elegir y decidir lo que más me conviene.
-¿A quién te gustaría enfrentar?
- Me gustaría unificar con el mexicano Willibaldo García Pérez, el campeón de la FIB, o enfrentar algún boxeador de renombre, como Chocolatito González.

-¿Y Jesse Bam Rodriguez, el campeón del CMB?
-Yo quiero la gloria y para conseguirla hay que pelear con el que toque. Quiero ser campeón indiscutido. Y si para eso hay que ir con Bam, estoy listo. Ahora hay que esperar el llamado de PBC.
Sabedor de cómo podría repercutir en el ambiente boxístico esta última respuesta del campeón, el profesor Calabrese se apura en interceder para explicar por qué ya no es prioridad en el corto plazo un combate unificatorio con el estadounidense Jesse Rodriguez, monarca del Consejo Mundial de Boxeo (CMB): “Bam pelea con el sudafricano Phumelela Cafu (campeón por la Organización Mundial de Boxeo) el 19 de julio y dicen que tiene pensado subir a las 118 libras (gallo). Y si bien nuestro objetivo es ir por los cuatro cinturones, el rival que más nos interesa ahora es el mexicano García, que tiene la corona de la FIB. Si el Bam se queda en supermosca, la hacemos sin problemas. Aunque la veo difícil para este año”, aclara.
El repaso de nombres y fechas tentativas le dibujan una sonrisa al Puma Martínez. Sabe que después de varios combates duros, siempre en contextos adversos y sin protección promocional, su talento comenzó a ser respetado. Aunque parece no preocuparle. Es un muchacho que sustenta buena parte de su vida en sus sueños, lo que no habla de otra cosa que de una inoxidable seguridad de sí mismo. Pero a diferencia de los que hacen lobby para ser reconocidos, él prefiere trabajar en silencio para intentar convertir al campeón mundial en uno de los mejores de la historia. “Con más gloria el reconocimiento va a llegar solo”, avala como un latiguillo alimentado por el conocimiento más férreo.
-Sos el único campeón del mundo argentino entre los hombres, pero estás muy lejos en los rankings libra por libra. ¿Te preocupa la figuración en esos rankings o preferís seguir siendo campeón sin mirar ese costado?
-No, trato de no prestarle atención a eso. Son opiniones y las respeto. Pero mi objetivo está mas allá de figurar o no en un ranking. Después de cada pelea lo único que quiero es recuperar el tiempo que perdí preparándome para estar con mi familia. No le presto atención a eso ni a lo que dicen las redes.
-¿Qué te falta para que no se discuta tu lugar entre los mejores?
-Mi objetivo ahora es convertirme en el primer campeón mundial indiscutido de Argentina. Quiero los cuatro cinturones.
-¿Sentís que en Japón se te valora más que acá?
-En Japón se me respeta mucho por haberle ganado a un ídolo del deporte japonés. Se quedaron muy sorprendidos. Ellos estaban confiados de que en este combate me ganaba. Por eso hicieron la revancha, pero les demostré de qué estoy hecho y me lo reconocen.
Parece contradictorio, pero el Puma se ha ganado la idolatría de los japoneses siendo el verdugo de unos de sus máximos ídolos boxísticos. Algo que lo posicionó como unos de los mejores pesos chicos de la actualidad y le abrió las puertas de uno de los mercados más importantes de la industria boxística. A tal punto que Calabrese refuerza la respuesta de Fernando con un deseo manifiesto: “Si tuviese que hacer una defensa, tendría que pelear de local en Japón. Lo adoran y lo respetan. Al igual que en Estados Unidos. Solo acá, en Argentina, hay algunos que están interesados en ningunear sus triunfos y hacerlo desaparecer de los medios”, argumenta.
-Fernando, ¿por qué crees que no tenés la exposición mediática que, por ejemplo, tiene Colapinto?
-Reconozco que ser como soy no me ayuda mucho. Hoy en día es necesario saber venderse en redes, ser mediático, como lo es Maravilla Martínez. Y eso mucho no me gusta. Yo prefiero seguir siendo perfil bajo y enfocarme en lo que quiero, que es sumar más gloria.
-Maravilla Martínez alguna vez dijo que en el boxeo son todos guapos para hablar, pero cuando tienen que armar peleas, ponen mil trabas y hablan del lugar y de la guita para poner excusas. ¿Hay algún rival al que le tengas miedo?
-Miedo no le tengo a nadie. Sí pienso que Bam Rodríguez es rival el más complicado de la categoría. Espero que antes de que él suba a gallo podamos enfrentarnos. Sería un peleón y yo me tengo mucha confianza.
-Siempre dejas en claro la confianza que tenés. ¿No temés que un día te traicione eso?
-Yo me entreno y subo al ring a ganar. Quiero que la gente que paga o se pone frente al televisor para verme se quede satisfecha. Me gusta ir a la guerra, porque siempre confío en mis condiciones y sé lo que puedo dar.
De aquel Puma que en 2022 conquistó el título de la FIB ante Ancajas a este que venció hace algunas semanas al japonés Ioka, han cambiado muchas cosas en su vida. Ahora su bolsillo está más lleno, nació su segunda hija, Eluney, le compró la casa digna que tanto soñó a su mamá, Silvia, creó su marca de ropa y está invirtiendo en bienes raíces. Aunque también, lo nuevo lo llevó a experimentar el trago amargo y doloroso de perder a uno de sus 12 hermanos y a revivir feas sensaciones.
-¿Es difícil ser campeón del mundo?
-Hay muchos años de trabajo, respaldado por un equipo y una familia que se banca todas. Y si no pones eso enfrente, podés elegir el camino malo. Yo, por suerte, aprendí de mis errores y hoy estoy en el camino correcto.
-¿En qué te cambió ser campeón mundial?
-Me abrió la cabeza en un montón de cosas. Pero principalmente me ayudó a enfocarme más en mi sueño y en mi familia. Vivo con la tranquilidad de que no nos falta nada. Estoy en una posición que abre muchas puertas, aunque hay que seguir con los pies sobre la tierra.
-Tu vida cambió en muchos aspectos, pero… ¿por qué seguís entrenando en Parque Lezama y en el cuartel de bomberos de La Boca?
-Ese es el secreto. Ahí tenemos el laboratorio para hacer la parte física. Los vecinos son muy respetuosos y nos queda muy cómodo. Siempre fuimos ahí y ahora no vamos a cambiar…
-¿Ves posible defender tu corona mundial en Argentina?
-Es uno de los sueños que me quedan por cumplir. Me encantaría defender el título acá, con mi gente. Ahora es muy difícil por el nivel en el que estoy y porque toca medirse con los mejores de los mejores. Esas peleas se hacen afuera. Es imposible hacerlas acá. Pero si todo sale como lo venimos planeando lo veo posible.

El Puma Martínez reconoce sobre el final de la charla que no todo es fácil, por más que las luces de las grandes veladas parezcan más brillantes que nunca y que el futuro asoma tentador. “Querer ser el número uno me hace perder felicidad. Sufro mucho perderme momentos hermosos con mi familia, no estar presente en el cumpleaños de mi nena, pasar navidad lejos de casa. Pero soy consciente de lo que quiero y es un sacrificio que dejará sus frutos”, reflexiona mientras piensa en su esposa Micaela y su hijita Eluney. Ése parece ser su principal sostén. Tal vez sea el gran secreto de aquella joya, de este gran campeón.
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