Argentina durmió a Bélgica y despertó su potencial

BRASILIA.- Ya habrá como mínimo siete partidos para la Argentina en el Mundial. El seleccionado vuelve a ser miembro de ese club integrado por los cuatro mejores. Y los habrá porque la producción más abarcadora y consistente la tuvo la Argentina frente a Bélgica, un equipo que llegaba a cuartos de final como portador casi en exclusiva de un estilo afianzado y fresco dentro del Mundial.

Argentina contribuyó para que Bélgica fuera un suma de esencias sin cuerpo. Le puso anestesia a un grupo de futbolistas que se presentaban como los nuevos chicos lindos de la cuadra. El equipo impuso su ritmo y su cadencia para jugar. No le dio a Bélgica los espacios para atacar. La Argentina no sufrió contratiempos extremos salvo el asedio lógico del equipo que arriesga lo que le queda para no marcharse del Mundial.

Los cambios funcionaron. Todos. Los iniciales ( Basanta, Demichelis y Biglia) y el de Enzo Pérez por el lesionado Di María. Fue un partido refundacional para Higuaín.

El carácter de la Argentina se dio hasta en una situación inédita: el equipo no se quedó esperando a Messi. No tuvo ese perfil expectante tan habitual de cuando Messi entra en zona de desconexión. Fue el crack quien al final se sumó al entusiasmo, en ese momento de pasión por defender y aguantar, para quedar mano a mano con Courtois. El arquero festejó esa tapada como si su partido real fuera ese y no todo el resto.

Argentina eligió meterse atrás. Es verdad. Quedó a expensas de cualquier pelota suelta que pudiera complicar el resultado. Pero no sería justo evaluar este partido por su cierre y prescindir de todo lo que pasó antes.

La actuación más convincente llegó en el partido-abismo de los últimos Mundiales. La Argentina superó luego de 24 años ese mojón porque fue superior a Bélgica en todos los aspectos del juego. Además de encontrar un rendimiento clave que, como valor agregado, indica que otra vez el plantel se hizo profundo y con recursos.