De tanto moverse terminó en el mismo lugar
El viaje comenzó en el Maracaná. Ante Bosnia, Sabella armó el 5-3-2 que sigue sepultado bajo la arena de Copacabana. Duró 45 minutos. Tras el 2-1, el entrenador asumió su error. Messi criticó el esquema y pidió más compañía en ataque. Pasaron seis días de debate sobre números telefónicos. Se usó la característica 4-3-3 contra Irán. Asumió el G-6 en pleno. Gago, Mascherano, Di Maria – Higuaín, Messi, Agüero. El rival se defendió muy bien y expuso el desequilibrio en los contraataques. Apareció Romero. Sin movilidad, Higuaín y Agüero se entregaron a los centrales iraníes. Resolvió Leo con un golazo al final. El G-6 repitió contra Nigeria. Sufrió su primera baja. Kun se desgarró y entró Lavezzi. Ocupó el espacio sobre la derecha delante de Zabaleta y balanceó al equipo. El festivo 3-2 marcó un avance concreto en términos de funcionamiento colectivo. Tocó Suiza en octavos. Ya era G-5. El 4-4-2 asomó de entrada con Lavezzi y Di María abiertos. Higuaín creció en dinámica y participación. A Messi le armaron una jaula. En el minuto 118, quedó mano a mano. Gambeteó al central Schaer y habilitó al compañero que mejor lo entiende en el pase al espacio. Golazo de Di María. En el segundo tiempo de la prórroga, entró Biglia por Gago. Aportó pase seguro y dinámica. Se quedó con el puesto.
Vino Bélgica en cuartos. Sabella cambió la mitad del bloque defensivo. Basanta por Rojo, Demichelis por Fernández. Gago suplente. Bajó a G-4. Messi perdió al jugador que mejor lo interpreta en el juego al pie. Se quedó sin ese pase hacia adelante de 7/8 metros que rompe la primera línea de presión rival. La presencia de Biglia potenció a Mascherano. Demichelis ayudó a la mejor versión de Garay, que se tragó a cuanto 9 pusiera el rival. Los ajustes le dieron mayor consistencia defensiva al equipo, que no sufrió situaciones claras. Se desgarró Di María. Enzo Pérez mostró personalidad y atrevimiento. Se readaptó a jugar por los costados. Mezcló bien con Higuaín. Del G-6 de Irán/Nigeria a un reducido G-3 ante Bélgica. Pipa y el prócer Masche la rompieron. El ecosistema de Messi cambió e influyó en su rol. Sin Agüero, sin Gago y sin Di María, entendió perfectamente lo que el partido pedía y el equipo necesitaba. Por diferentes razones, el nuevo contexto excluye a tres intérpretes esenciales en su juego: pasador (Gago), llegador (Di María) y socio de área (Agüero) Con menos opciones de pase, tiene la pelota más tiempo y contra más gente. La pierde muchísimo menos que cualquier otro jugador en esa situación. Resigna lucimiento personal en beneficio del equipo. Su sacrificio lo enriquece como futbolista.
Contra Holanda, el equipo volvió a descollar defensivamente y neutralizó a su rival. Pérez, Lavezzi, Palacio y Maxi cubrieron los laterales. Agüero entró por Higuaín. A Messi lo marcaron muy bien, sobre todo De Jong. Aún en este rol de jugador de equipo, dejó su sello con ese desborde por la derecha en el minuto 117 que Maxi no empalmó de pleno. Desde octavos en adelante, el equipo tiene tantos goles en contra como goles de su crack: 0. El viejo truco de la manta corta. El equipo necesita a un Messi desequilibrante en la final. Messi necesita un equipo que le ofrezca condiciones para el desequilibrio. Estirar la manta un poquito más. De eso se trata. Sabella movió al equipo. El equipo se movió. Gracias al movimiento, estamos en el mismo lugar donde el viaje había comenzado. Termina ante Alemania en el Maracaná.
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