El clásico platense defraudó
Sin demasiadas luces pasó el esperado choque entre Gimnasia y Estudiantes, que finalizó 0 a 0 y con un pobrísimo espectáculo.
lanacionarMucho ruido y pocas nueces. Mucha gente y poco fútbol. Muchas ironías en ls tribunas, poca respuesta desde el campo de juego. El clásico de La Plata se consumió entre la gente. Adentro, ni un Gimnasia irresoluto e ineficiente ni un Estudiantes especulador pudieron cambiar el resultado, que finalmente fue una exacta calificación: 0 para uno, 0 para el otro. Claro que por las circunstancias el punto tuvo sabor a triunfo para las "alumnos" del profesor Córdoba que terminaron el partido con dos hombres menos.
La tarde daba para soñar. Un sol a pleno, una suave brisa moviendo apenas los árboles del bosque. Torsos al aire, banderas flamenado por los cuatro costados. Mucho control policial que hasta alteró la ubicación de los hinchas en las cabeceras determinando que Estudiantes ocupase el sector que tradicionalmente tiene Gimnasia. Mucho calor y mucho color. Una antesala de lujo como para recibir al fútbol, con una alfombra verde intenso como para empezar con el pie derecho y sumarse a la fiesta tradicional, esa que dos veces por año altera el pulso normal de La Plata.
Gimnasia arrancó como para ilusionarse. Tuvo la pelota, la manejó con criterio por Guillermo Barros Schelotto, por Larrosa y por Yllana. Ante la apatía del grandote Sosa, se intentó llegar hata Bossio con las subidas de Talarico y Sanguinetti. Las cercanías de Bossio comenzaban a poblarse de posibilidades de gol. Pero el tiempo pasó y Estudiantes, que pensó férreamente en el empate, juntó filas, respiró aliviado y de a poquito se animó porque fue observando que, salvo por alguna picardía del mellizo Guillermo, el rival carecía de recursos como para hacer del gol una realidad más que una utopía.
Entonces, de a poco, tibiamente, subieron Scaloni y Córdoba para que Palermo no estuviese tan solo y pudiese superar mejor la doble marca de SanEsteban y Pereyra. Así, el que comenzó a preocuparse fue Noce, porque ya había pasado el tiempo inicial cuando disfrutaba del paisaje mirando cómo la pelota estaba a sesenta metros de su arco. Pero claro, tampoco Estudiantes es un editor responsable del manual de las concreciones ofensivas. Entonces, con predomino de los cerrojos defensivos por sobre las ideas, sólo cabía esperar un afortunado remate desde afuera (Azconzábal) o algún tiro forzado (Palermo).
Ya sin el patrimonio exclusivo del balón, Gimnasia, por aquello de las exigencias de ser el local, trató de avanzar. Intentó cambios de frente, pero inevitablemente todo volvió a quedar en los pies mágicos de Guillermo Barros Schelotto, que si bien no pudo llegar al gol (Bossio le birló una buena oportunidad) se las ingenió para hacer expulsr a Leonardo Ramos, que lo trabó duramente cerca del área.
Si alguno pensó que la ventaja de un hombre podría abrir el partido, se equivocó totalmente. Faltaban más de 45 minutos, pero el planteamiento del profesor Córdoba se veía venir: más de lo mismo cerca de Bossio y arriba que se las arreglase Palermo, que poco hizo porque el temor de Gimnasia determinó que siempre hubiese dos o tres hombres siguiéndolo de cerca.
Noce no tocó una pelota difícil. Pero en proporción de avances, Bossio, salvo por un buen cabezazo de Sosa que mandó al corner con esfuerzo, se divirtió cortando centros, enviados a la medida de su altura. Gimnasia no supo cambiar, no tuvo sorpresa. Todo dependió de los mellizos, pero Gustavo no estuvo muy feliz y Guillermo, algo lesionado, terminó repitiéndose y ensayando poses para un penal que Giménez no estuvo dispuesto a conceder.
Faltando ocho minutos Estudiantes perdió a Pritotti, pero tampoco se notó. Pum para arriba, con Gimnasia aletargado y sumido en su impotencia. Al cabo, nada del otro mundo. Uno se defendió y salvó el punto. El otro, avanzó, pero no atacó. Cero por cero, cero. En matería de fútbol, los dos a marzo.
Detuvieron a dos ayudantes
Colaboradores. El clásico platense contó con un operativo policial de alrededor de 1300 efectivos que dejó un saldo de 35 detenidos por distintas transgresiones al orden deportivo, entre ellos, Carlos Núñez (preparador físico), y Patricio Arizaga (ayudante de campo), colaboradores cercanos al cuerpo técnico de Estudiantes.
Ambos quedaron detenidos en la Seccional Novena, después de comprobarse -hay cuatro testigos- que ingresaron elementos de pirotecnia en el campo de juego, utilizando un bolso en el que habitualmente se llena con hielo. Después, a través del alambrado olímpico, fue entregado a los integrantes de la barrabrava y para sorpresa de todos, recibieron a su equipo ruidosamente.
Núñez fue apresado en el entretiempo del cotejo preliminar, mientras que Arizaga, que logró escapar, fue detenido después de finalizado el encuentro. A los dos se le aplicará la Ley de Deportes.
Los distintos sabores del clásico
LA PLATA.- Gimnasia se retiró abatido, impotente y enojado consigo mismo. Quería el triunfo, pero le faltó para conseguirlo. Y la impotencia se reflejó claramente en el vestuario. Rostros adustos y escasas explicaciones para justificar tan pálido desempeño.
Andrés Yllana no podía ocultar su desencanto. Golpeado en lo anímico se quejaba por la falta de ambición del rival. "No quisieron jugar -señaló-, porque sólo les preocupaba no perder. Nunca arriesgaron y se aglutinaron alrededor de su área. Así no es fácil jugar. Nosotros tuvimos el control del terreno y de la pelota y no nos alcanzó para concretar lo que merecíamos: la victoria".
Y la pregunta no demoró en llegar ¿Por qué no pudieron ganar? Y la respuesta confirmó lo observado en el terreno: "Nos faltó decisión para buscar el gol. Pateamos poco, menos aún de media distancia. Ese es el reproche que nos hacemos. Cuando buscamos el arco preocupamos, pero nos faltó insistir".
Guillermo Barros Schelotto, fastidiado por el juego de Estudiantes, afirmó que "así es difícil jugar. Nosotros quisimos, fue nuestra propuesta, pero ellos, como lo hicieron en el partido anterior, no quieren jugar a nada. Sólo conservar la igualdad y esperar el milagro de Palermo. Gimnasia hizo lo que pudo y pienso que nos faltaron variantes ofensivas".
Distinto era el clima en el recinto de Estudiantes. Todo era alegría. Lo fue al término del partido cuando se acercaron a su parcialidad y arrojaron sus camisetas. Una actitud que para muchos fue exagerada y que sólo se justificada por haber jugado en inferioridad numérica durante todo el segundo tiempo.
Carlos Bossio, de impecable labor en el juego aéreo, resumió con simpleza lo realizado por su equipo. "El empate premió la labor de la defensa y el haber jugado hasta con nueve hombres. Gimnasia en pocas ocasiones encontró el resquicio para patear y nunca lo pudo hacer con claridad. Sé que nos faltó agresividad, pero Palermo quedó demasiado aislado y poco pudo hacer para sacarse las marcas de encima".
Sereno y feliz, Martín Palermo no se quejaba por su soledad ofensiva. "El equipo -señaló- presionó y anticipó con eficacia, pero lamentablemente no tuvo pegada. Nos costó conseguir el manejo de la pelota. Esa fue una virtud de Gimnasia, pero la nuestra fue también importante. Supimos defendernos y nuestra inferioridad numérica, nos impidió ser agresivos".
Daniel Córdoba no podía disimular su satisfacción por lo realizado por su equipo y también por el resultado conseguido. Sabe que el empate le da tranquilidad, una paz que no tenía tres fechas atrás. "Estoy contento con mis dirigidos por una simple razón: les sobró orden y temperamento para aguantar un empate con dos jugadores menos. El equipo estuvo concentrado, presionó y anticipó con precisión y sólo nos faltó llegar al gol. No se pudo y Palermo, abandonado a su suerte, hizo lo que pudo".
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