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El “legado olímpico” que debieron ser las instalaciones para la ciudad de Río de Janeiro que albergó los últimos Juegos Olímpicos no fueron. Las mismas carecen de cuidado, inversión y uso. Quedaron en manos del Ministerio de Deportes pero sus elevados costos de mantenimiento y la crisis en la que se ve envuelta Brasil perjudican sus mejoras.
"Los Juegos Olímpicos siempre empeoran los problemas de las ciudades sede. Y en el caso de Río, una ciudad con tantos problemas estructurales -en áreas como seguridad, desigualdades sociales, saneamiento, transporte, vivienda y planificación-, el deterioro en esta etapa post-olímpica ha sido mucho más rápido", resaltó el geógrafo Chris Gaffney, académico de la Universidad de Zurich especializado en el impacto de los grandes eventos deportivos en las ciudades.




