El Mundial de Cadet: eligieron a la Argentina y llevaron la bandera al podio
Los hermanos Finsterbusch nacieron en Alemania y tuvieron la posibilidad de competir por ese país; optaron por la patria de sus padres y ahora empiezan a sobresalir internacionalmente
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El deporte de alta competencia suele entregar historias llamativas, atrapantes, coloridas, pasionales. El yachting, ese ecléctico universo donde no existen tribunas pero sí un desafío constante entre el hombre y la voluntad de la naturaleza, tiene las suyas. Como la de Julián y Matías Finsterbusch, que en algún punto, por supuesto que con otra relevancia y otra repercusión, recuerda a una de Lionel Messi, el chico que tenía todo para actuar por España y terminó decidiéndose por la camiseta celeste y blanca.
Los hermanos ocuparon sendos podios en el 50º Mundial de Cadet, que finalizó anteayer en el Club Náutico Albatros, de San Fernando (ver aparte). Y además de por su éxito, los Finsterbusch llamaron la atención por su opción al estilo de la de Leo: bien podrían haber participado en el campeonato por Alemania, el país donde nacieron ambos, pero su determinación fue ser argentinos por adopción.
De Baviera a Buenos Aires
Julián, con apenas 13 años de edad, fue timonel del barco tripulado por Ignacio Stern, con quien formó el binomio campeón en la categoría Promocionales. Y su hermano Matías, tres años menor, compitió junto a Santiago Plantie –al timón– y resultó subcampeón del mundo. Y por muy poco (perdieron la última regata en el desenlace) la pareja vio escapar el cetro, que finalmente quedó en manos de los británicos Jamie Harris y Antonia Wilkinson.
La historia de estos hermanos navegantes, socios de un club pequeño pero lleno de mística, el Veleros San Isidro, empezó en Múnich, a casi 13.000 kilómetros del Río de la Plata. Sus padres se trasladaron y se radicaron allá durante una década por trabajo. Y ahí, en Baviera, nacieron ambos hijos, que se instalaron en la Argentina en 2010, ya con doble nacionalidad para toda la familia. Aun con la posibilidad que eso les abría, Julian y Matías no dudaron de competir por el país de sus papás, y representaron de gran manera al deporte argentino. La dupla Plantie-Finsterbusch ganó casi todo lo que se le presentó en los últimos dos años en el exigente calendario local de su clase, al punto de ser bicampeona nacional. Y vaya si la medalla plateada en el Mundial es un logro.
Cristian Finsterbusch, su padre, es un experimentado navegante y se dedica a entrenar en las escuelas de menores del club. “Cuando volvimos a la Argentina, Matías empezó a navegar en Cadet con apenas 8 años, y Julian lo hizo entre los 9 y los 10”, cuenta entusiasmado.
Luego de una década trabajando en Europa, el jefe de la familia Finsterbusch retornó a la Argentina y naturalizó a sus hijos germanos: “Lo bueno es que los dos decidieron tener la nacionalidad argentina para competir”, aclara. Y agrega orgulloso y feliz: “Hoy los veo llevar nuestra bandera en dos podios de un mundial, ¡y en nuestro país!”.
Cristian agrega que es importante el trabajo que se realiza en su club y en varios otros, porque timoneles de Cadet de 14 y 15 años (barco para velistas de hasta 17) llevan a competir en regatas a tripulantes recién salidos de Optimist –la primera clase, en la que se aprende a navegar a los 7– de 8 y 9 años. “Eso los motiva y contiene mucho. Fue el caso de Mati con Santiago”, sostiene.
Terminó un mundial que tuvo diez días de alternancia entre la altísima competencia en el Río de la Plata y la camaradería por parte de los más chicos del noble mundo de la vela. En este contexto, Matías y Julian Finsterbusch, junto a una familia náutica que los apoya, siguieron el camino hacia lo más alto. Vinieron de Alemania para representar a la Argentina. Una historia de ésas en que la pasión derrota a la razón.ß
Matías Finsterbusch (segundo desde la izquierda), junto a su compañero, Santiago Plantie, y Valentino Lacon y Mateo Ronchi
Un esfuerzo de 18 meses
Todo un club abocado a la organización
El Náutico Albatros alojó durante diez días el Mundial. Durante un año y medio deportistas, entrenadores, oficiales de regatas, socios, padres, marineros y personal trabajaron para que la saliera impecable en lo organizativo.
Mucha dedicación a los que recién empiezan
El club de la calle Uruguay y el río Luján (en el límite entre los partidos de San Fernando y San Isidro) fue fundado en 1961 y trabaja fuertemente con los más chicos mediante sus escuelas. Pero el Mundial de Cadet resultó toda una prueba de fuego para la entidad.