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MAR DEL PLATA.- El podio de la madrugada, el último en competencias oficiales, otra vez junto a su hermano, Juan, ya quedó atrás. Y no fue uno más. El abrazo y el llanto entre ambos, interminables, conmovieron y contagiaron a las 2000 personas que colmaron el velódromo municipal para verlo en su vuelta final sobre la pista que es su casa desde hace casi 30 años.
Apenas once horas después ya está al pie del monumento al General José de San Martín, en pleno centro, como un prócer deportivo de una ciudad que ayer le rindió el merecido homenaje a su hijo pródigo, al ciclista argentino más ganador de todos los tiempos.
Ahí se lo ve a Gabriel Curuchet, con los brazos en alto. No ya festejando una victoria más de las cientas acumuladas en su carrera, sino tratando de abrazar y retener semejante afecto de ciclistas profesionales y no tanto que lo acompañaban. La fiesta final no podía ser de otra manera: con Gabriel sobre una bicicleta, su hermano Juan a la par, y cientos pedaleando por la ruta 226 desde Balcarce hasta Mar del Plata, para vivir 60 kilómetros y tres horas de un recorrido inolvidable.
"¿Triste? Quién puede estar triste frente a este espectáculo °Mirá!..", dice, y señala a los que lo han acompañado en este adiós al ciclismo en el que si tuvo lágrimas, Gabriel dibujó en cada una de ellas una sonrisa de agradecimiento, e involuntariamente dejó traslucir la humildad y sencillez que lo destacaron en sus 39 años de vida. No en vano él quiso que estas cuatro jornadas que tuvo el festival ciclístico se llamaran "Tributo a Mar del Plata".
"Acá tuve todo: el cariño de la familia, el apoyo de las empresas y el afecto de toda esta gente", enumera Gabriel. Ellos mismos se ocuparon de organizar el espectáculo. Y lo hicieron a puertas abiertas y con un condimento benéfico: sin obligación, cada espectador fue invitado a llevar alimentos no perecederos que los Curuchet entregarán a la Secretaría de Calidad de Vida de la comuna para repartir en los comedores barriales infantiles.
Por ese particular vínculo que tiene con esta comunidad, a nadie sorprendió que el velódromo viviera a tribunas colmadas en las llamadas "Tres noches del deporte en Mar del Plata".
Los veteranos que lo vieron de pibe andar por esos boxes aprendiendo los secretos de cada bicicleta; los adolescentes que ven en él un ejemplo. Los profesionales que lo sufrieron y disfrutaron en la pista; todos estuvieron junto con Gabriel en esta despedida de las competencias oficiales.
Aunque quedará para la anécdota, la prueba americana que se disputó en esas jornadas tuvo a Gabriel y Juan Curuchet como cómodos ganadores. Una vuelta y 72 puntos de ventaja les sacaron a las parejas que conformaron Walter Pérez con el suizo campeón mundial Franco Marvulli, y a los españoles Juan Llaneras (campeón olímpico) e Isaac Gálvez.
"Ellos (Juan y Gabriel) ya corrían cuando yo era cadete y juvenil, y mis entrenadores nos pedían que no perdiéramos detalle de su movimiento de relevo y de sus acertadas estrategias de carrera", recordó Llaneras. Junto a Gálvez, definieron a los Curuchet como "grandísimos ciclistas y fantásticas personas". Pero el que lo pinta de cuerpo y alma es Juan Curuchet: "Gaby -admite- es el maestro, el hermano, el amigo, la nobleza.... lo más grande".
Ayer, la caravana partió desde el museo Juan Manuel Fangio. Los balcarceños acompañaron en la partida. Como tantas madrugadas, enfiló por la ruta 226. Y detrás, cientos de bicicletas y pedalistas.
Las nubes aplacaron los efectos de un sol que calentaba el asfalto. Pero también le pusieron al cielo el necesario celeste y blanco que Curuchet se merecía en esta despedida. Como los colores que eligió para representar al equipo Toledo para el que compitió hasta anteayer. Como los del seleccionado argentino que tantas veces representó. Como los de su corazón.
El homenaje a Gabriel Curuchet incluyó el que le ofrecieron en Mar del Plata varios pilotos de TC 2000. El instante más emotivo se vivió antes de la competencia final, cuando Gabriel y su hermano dieron una vuelta al autódromo en sus bicicletas y recibieron el cálido saludo desde las tribunas.




