

Encontrá resultados de fútbol en vivo, los próximos partidos, las tablas de posiciones, y todas las estadísticas de los principales torneos del mundo.

El enfrentamiento entre Independiente y Atlético Tucumán se magnificó al cabo de unas horas, cuando la controversia llegó para insertarse en el medio de ambos. Lo que parecía un partido más de un torneo que recién se definirá a mediados del año que viene, se convirtió durante la última semana en el escenario de una batalla física e intelectual: la disputa por un lugar en la próxima edición de la Copa Libertadores, que por ahora se maneja en los escritorios, alteró el juego de anoche, que resultó más áspero de lo que hubiera sido en condiciones normales. En medio de una ferocidad desproporcionada, Atlético dio el golpe y, en Avellaneda, le ganó 2 a 0 a Independiente, que se fue insultado por su propia gente.
Atlético Tucumán fue una suerte de caballo de Troya. Pisó con cautela el espeso césped del Libertadores de América antes de las 20 y sorprendió desde adentro. Los tucumanos se introdujeron en la fortificación de Avellaneda y empezaron a martillar en el corazón del engranaje de los Rojos. Rompieron, así, el precario ritmo del local, que entró en confusión muy rápido. Un minuto, apenas, necesitó Atlético para encender el nerviosismo del equipo de Gabriel Milito. Fernando Zampedri, habilitado por Nicolás Tagliafico, recibió una precisa asistencia aérea de Leandro González, la bajó y definió con categoría, a la derecha de Martín Campaña. En ese gol hubo una descarga que excedió el contexto de un simple partido.
Había motivos para que eso ocurriera. Todo empezó hace unos días. Independiente, que con Milito perdió sus dos llaves para clasificar a la Libertadores 2017 -quedó eliminado de la Copa Argentina y de la Sudamericana-, vio un vacío en el reglamento y entendió que podía luchar por un desempate con Atlético, algo que -con razón- molestó al Decano. Se generó una grieta, producto de un reglamento que, en cierto modo, le dio la razón a los dos. Por eso el duelo tuvo una carga singular.
A raíz de eso, ayer por la mañana, con Armando Pérez como mediador, cuatro directivos de Independiente y tres de Atlético se reunieron para tratar de llegar a un acuerdo: Hugo Moyano (presidente), Carlos Montaña (vicepresidente segundo), Cristian Ritondo (vocal titular) y Héctor Maldonado (secretario general) por el lado del Rojo; Mario Leito (presidente), Enrique Salvatierra (vicepresidente) y Hugo Cervantes (representante en la AFA) por el lado del conjunto tucumano. Independiente insistió con un desempate y Atlético se negó de nuevo, por lo que el Comité de Normalización deberá decidir.
Tras el prematuro gol, a los 20 minutos, era tal el nerviosismo que Independiente empezó a equivocarse de manera peligrosa. El estadio quedó gobernado por silbidos ante la tenencia lateral e inofensiva. El funcionamiento del conjunto de Milito a esa altura ya era malo, demasiado. De contra, entonces, Atlético construyó una vía de escape y dominó a su rival. En el final del primer tiempo, Gustavo Toledo se fue expulsado.
Lo mejor de Independiente se vio luego, cuando se llevó puesto a su rival. Lo encerró en su propio terreno a fuerza de carácter. Pero fue apenas una ilusión: a los 8 minutos, cuando se presentía el empate, González, el de la asistencia en el primer tanto, aprovechó los espacios y puso el 2 a 0. Allí, Independiente quedó entregado en el fondo y acumuló jugadores en ataque. Diego Vera, Germán Denis, Maxi Meza y Ezequiel Barco intentaron descontar.
La cara de Milito lo decía todo: mientras caminaba al vestuario, con la mirada en el piso, sabía que su equipo una vez más había desaprobado el examen. Justo ante Atlético Tucumán...


