Ferro quebró la racha, pero River lo amargó en el final
Convirtió un gol luego de 875 minutos y ganaba 2 a 1, pero River igualó a los 48 del segunto tiempo.
Llegaron esos benditos goles que tanto se le negaban a Ferro, pero el tiempo siguió siendo su karma, su bronca y decepción. Infinidad de minutos, horas de ineficacia y el desprestigio deportivo de un récord sin convertir. Pasaron 875 minutos -más de medio campeonato- hasta que Chaparro, con un cabezazo a los 18 del segundo tiempo, recobró el gol, un bien casi suntuario y exótico para la realidad de Ferro. Al diablo con esa suma de minutos fatal y maldita... Pero quedaban otros minutos que le volvieron a amargar la existencia: eran los tres de descuento que indicó Martín en el final. Tristes y dolorosos porque River consiguió el empate con un toque de Saviola, tras un cabezazo de Berizzo, y a la vez muy discutidos porque la igualdad ocurrió cuando el cronómetro se acercaba al minuto 49. A Ferro se le había ido la amargura del tiempo sin goles y le llegó una nueva, la del tiempo de más.
Pasamos a River, pero seguimos con el mismo parámetro de medición: ¿le alcanzará con el tiempo que le queda al Clausura para recuperar puntos valiosos como los perdidos ayer y darle caza a Boca? Variantes futbolísticas y ensamble colectivo no le sobran como para darle vuelo a su ilusión. Extrañó mucho a Astrada, una pieza vital para el funcionamiento. Se dejó ganar por la intrascendencia y la falta de decisión en el primer tiempo, cuando no presionaba en el medio y el rival lo anticipaba seguido. River parecía un equipo sin nervio futbolístico, excesivamente pasivo.
Ferro, con limitaciones y todo el complejo del arco cerrado, buscaba con ganas y soltaba a varios hombres al ataque, pero resumía casi todo en los centros. El atrevimiento de Saviola le cambiaba repentinamente la cara a la lánguida ofensiva de River. El muy buen momento de los dos arqueros -Bonano y Herrera- era la última barrera infranqueable para los tibios intentos de la etapa inicial.
Con la entrada de Gómez por Angel, Ramón Díaz procuró equilibrar la lucha que perdía en la zona central. Por fortuna, surgió la intensidad en el juego que faltaba. Más ida y vuelta. Mayor profundidad de ambos lados. Alvarez abrió la cuenta al tomar un remate de Saviola en un poste. No supo River manejar la ventaja. No encontraba la pelota en medio de la furiosa reacción de Ferro, que en menos de cinco minutos salió de su largo aplazo en eficacia. Empató Chaparro y Mandra -complicó con su fe para encarar-, de cabeza, se burló de todos los relojes condenatorios. A River no le quedó otra que ir con desesperación (hubo un alevoso codazo de Sartori a Berizzo). A falta de ideas, le prendió un poco el orgullo. Le alcanzó para la igualdad, para cortar el festejo sin tiempo que ya padaleaba Ferro...
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