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YOKOHAMA (De un enviado especial).- Roberto Abbondanzieri no necesita que nadie le explique de qué se trata la paciencia, la perseverancia. En Boca nada le llegó de golpe o inesperadamente. Cuando se incorporó, en 1997, le tocó compartir vicisitudes y discontinuidad en el arco con Sandro Guzmán. El arribo de Oscar Córdoba lo relegó al banco de suplentes por largo tiempo, con apariciones esporádicas, que lo mostraban como un relevo aceptable, pero sin lugar para convertirse en una de las figuras de las gestas pasadas.
Sus largos días en el banco se terminaron con la venta de Córdoba, a fines de 2001. El arco de Boca, de por sí grande, se agigantaba más por el legado inolvidable del colombiano. Abbondanzieri había sido un buen sustituto eventual, pero muchos dudaron de que fuera lo mejor para el día a día, el partido a partido. Sin embargo, el Pato, nacido hace 31 años en Bouquet (Santa Fe), desterró esas sospechas en todo este año y ayer tuvo su gran día, la final consagratoria, el partido en el que se convirtió un poco en el héroe de la Copa Europeo-Sudamericana. Sabe que su figuración en este título no será como la de un integrante más del plantel, sino como la del hombre que influyó decididamente en el resultado. "Hubo épocas en las que sufrí. Pero ahora me doy cuenta de que al final el fútbol siempre da revancha y a mí me llegó la hora", comentó el guardavallas.
"Este es el triunfo más importante de mi carrera. Soy campeón del mundo, y esto para mí tiene un valor inmenso. La emoción que viví fue muy fuerte, muy intensa", expresó Abbondanzieri, que en la cancha se escapaba del entrevistador oficial de la competencia porque no quería perderse ni un instante de los festejos con sus compañeros.
El Pato se destacó en un rubro, el de los penales, en el que Córdoba había dejado huella con sus atajadas decisivas en las finales por la Copa Libertadores ante Palmeiras y Cruz Azul.
Su actuación en la definición no sólo fue impecable por los disparos que contuvo a Pirlo y Costacurta, sino también por un par de atajadas clave durante el partido. "Creo que empezamos a ganar la final con la pelota que le tapé a Shevchenko. Esa fue la jugada más importante, la pelota más difícil del partido."
Previsor y detallista, Abbondanzieri tenía estudiados a los posibles ejecutores. "Sabía que Shevchenko (finalmente no pateó) remata fuerte y que Seedorf había fallado en la definición por la Liga de Campeones ante Juventus", explicó. La intuición lo acompañó en el defectuoso tiro de Costacurta: "No me quise mover mucho porque pensaba que podía patear fuerte y al medio. Tuve suerte porque encima le pegó mal".
El Pato consideró que Boca consiguió mediante los penales lo que mereció durante el partido: "No merecimos sufrir tanto porque habíamos sido superiores".
En medio de la euforia desenfrenada que se vivió en el vestuario, con cánticos, bailes y un carnaval de agua, Abbondanzieri hizo escuchar sus dedicatorias: "Esta Copa es para mi viejo, que venía con algunos problemitas en el corazón. Espero que no se haya descompuesto de la emoción. También quiero compartirlo con mi esposa e hijos. Ellos son los que más me apoyaron en los momentos difíciles".
Abbondanzieri ya se había ganado la estima del hincha de Boca y ayer llegó a lo más profundo del sentimiento xeneize. Dentro de su estampa de buena persona, diáfana y optimista, habita un arquero que no sobresale por sus grandes técnicas, pero que da respuestas convincentes por su confianza en sus condiciones y su determinación para resolver. No se siente inhibido por la responsabilidad de defender el arco de Boca. Es ágil y expeditivo, con muy buen pase de aire con el pie y regular con la pelota en el piso. Fabrica rápidos contraataques no bien atrapa la pelota.
Aquella triple corona de 2000, vivida a la sombra de Córdoba, hoy la repite en un papel estelar. "La verdad, a principios de año era difícil imaginar tantos éxitos". Lo dice Abbondanzieri, el jugador que supo esperar su oportunidad con la misma fe que transmite bajo el arco.
YOKOHAMA (De un enviado especial).- Al mando de Carlos Bianchi, Boca disfruta de su ciclo más exitoso de la historia. Sólo hay dos jugadores que integraron los planteles en los nueve títulos obtenidos. Uno de ellos es Roberto Abbondanzieri; el otro, Guillermo Barros Schelotto. El arquero y el delantero estuvieron en las conquistas de los Aperturas 1998, 2000 y 2003, Clausura 1999, copas Libertadores 2000, 2001 y 2003 y copas Europeo-Sudamericanas 2000 y 2003. En el caso del arquero, su participación fue mucho más activa en la triple corona de este año, ya que en los títulos anteriores era suplente de Oscar Córdoba. En el reciente Apertura actuó en 18 partidos (sólo faltó en la fecha final, frente a Colón, con el título ya definido) y apenas recibió nueve goles (promedio de 0,50 gol por cotejo). En la Copa Libertadores fue titular en los 14 encuentros y le convirtieron 13 tantos.
Cobertura ante Maldini
ST 15 minutos: la primera gran atajada de Abbondanzieri ante Maldini, ubicado cerca del área chica.
Le tapa a Shevchenko
Suplementario: atora la entrada del ucranio y cubre con el cuerpo el remate de derecha.
El primer penal, a Pirlo
Desvía el primer penal de Milan. Elige su derecha y ataja un remate que no fue muy esquinado.
El segundo, a Costacurta
El zaguero patea más a la tierra que a la pelota y facilita la atajada en el medio. Boca queda a un remate del título.


