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El oportunismo continúa siendo un arma fundamental para definir un partido. Esta vez lo utilizó Arsenal para imponerse al desdibujado Estudiantes por 1 a 0.
El comienzo fue auspicioso para el equipo de La Plata. Con el criterioso despliegue de Gelabert y la capacidad conductiva de Pompei, los visitantes pusieron la pelota contra el piso y generaron serias brechas en la defensa adversaria.
Entre las tapadas de Limia y las imprecisiones de los delanteros, Estudiantes dejó pasar su mejor momento y, por contraposición, su frió las consecuencias.
Cuando los dirigidos por Jorge Burruchaga aún no se habían ordenado bien en el campo, sin originarle riesgos serios a Nacho González, surgió la capacidad de dos experimentados para desnivelar.
Iban 38 minutos de la primera etapa cuando Manrique envió el centro que Piersimone, con picardía, dejó escabullir entre sus piernas para sorprender a los defensores rivales y para que la pelota le llegara a Gustavo Grondona, que convirtió con un derechazo al rincón derecho del arquero visitante.
Fue el momento clave del encuentro. Porque para los pinchas resultó un baldazo de agua fría. La desazón y el desconcierto los invadió, más allá de que Lugüercio estrellara un remate en el travesaño cuando terminaba el período.
En cambio, ese gol retempló a los de Sarandí, que sin merecerlo estuvieron enseguida a la puerta de anotar el segundo tanto y les permitió recomponer su orden táctico, en el segundo tiempo, para justificar la victoria.
Arsenal se agrupó mejor en el fondo y apostó al contraataque. Al promediar la etapa, los ingresos de Javier Morales y Patricio González, por Grondona y Silvio González, respectivamente, le dieron la posibilidad de meter más presión en el medio campo y administrar mejor el balón, con lo que terminaron de quebrar al rival.
Entonces, quedó en evidencia la falta de respuestas por los conducidos por Oscar Malbernat, agravada con la salida de Pompei, lesionado. Perdieron el control de la pelota y no encontraron ideas claras para buscar los caminos al gol. Las intervenciones de Limia ya no fueron necesarias porque los atacantes no le llegaban con peligro.
Para colmo de males, ante la impotencia y la desesperación por buscar la igualdad quedó debilitada y desordenada la línea defensiva. Lo que no supo aprovechar el vencedor para alcanzar una mayor amplitud en el resultado, porque le faltó precisión.
El DT de Estudiantes de La Plata, Oscar Malbernat, se mostró comprensivo con los hinchas platenses que le pidieron la renuncia, tras la caída de su equipo ante Arsenal.
"Este fue el peor partido de Estudiantes desde que lo dirijo. Si mi hijo hubiera visto el desempeño del equipo en el segundo tiempo, seguramente él también me pediría que me vaya. Yo, en cambio, soy un kamikaze y sigo tirando para adelante", dijo el entrenador.
Jorge Burruchaga, DT de Arsenal, más tranquilo que su colega, señaló: "Este triunfo nos tiene que ayudar a recuperar el nivel que tuvimos en el torneo Apertura".

