"No tengo altura ni velocidad...", Darío Cvitanich cuenta qué le puede ofrecer a Racing para ser campeón
Para Darío Cvitanich , que paseó sus goles por Amsterdam, Niza, Miami y Pachuca, su mayor virtud es "la adaptación ". Quizá no sea una definición por falsa modestia. En su estreno en Racing , 20 minutos le alcanzaron para convertir: fue el 3-1 ante Aldosivi. Y eso que no ingresaba como suplente desde octubre de 2016, en un partido entre Miami FC y Rayo de Oklahoma, por la North American Soccer League (NASL). "El primer gol siempre es lindo. Es el de más presión. Me encontré muchos hinchas de Racing que ya antes de debutar me dieron su cariño, pero sé que por simpatía no juega nadie. Quería demostrar adentro de la cancha", dice el delantero de 34 años.
En su primer partido como titular por la Superliga , le sirvió el gol a Lisandro López antes de los 29 minutos. Y hoy sueña con el título, ese que Racing pelea palmo a palmo con Defensa y Justicia , su gran competidor.
–¿Por qué elegiste Racing?
–Mi decisión fue salir de Banfield . Racing había mostrado interés desde hace un tiempo largo. Un día llegué a mi casa y dije: esto no da para más. Y ahí empecé a pensar qué hacer. Cuando decidí salir, por sobre las opciones, elegí Racing. Sabía que era una competencia, me parecía un club que está muy bien desde lo institucional y desde afuera podía ver la exigencia y la intensidad para jugar. Ahora lo comprobé.
–¿Qué pesó para salir de Banfield?
–El momento, lo que yo representaba para el club, cómo estaba desde lo personal. Hay factores que para mí no iban con mi manera de pensar. Cuando me preguntaban si me iba a retirar en el club, yo decía que mientras estuviera cómodo pensaba seguir. Era lo que deseaba. Yo soy así: si estoy cómodo en un lugar me quedo y cuando hay algo que me incomoda lo planteo. Si me sigue incomodando, tomo una decisión.
–¿El futbolista puede elegir en dónde jugar?
–He tenido la suerte de elegir los lugares en los que quise estar. Por eso le agradezco mucho al fútbol. Cuando tuve que darle prioridad a lo económico, prioricé lo económico. Cuando elegí vivir bien en una ciudad, lo hice. Y hasta me tuve que ir a Miami un año para desconectar la cabeza.
–¿Qué pasaba en esa cabeza?
–Venía de dos operaciones de meniscos en México. Estaba con la cabeza trabada. Y dije 'me voy a vivir un año a Miami y juego al fútbol'. La cabeza es todo para un futbolista. La cabeza, salvo en jugadores muy puntuales, te puede matar el talento. Un jugador con talento pero sin cabeza puede ser un buen futbolista por un tiempo determinado. El jugador con menos talento pero con mucha cabeza a lo largo de la carrera termina sobreponiéndose a la adversidad, perseverando y siendo un gran futbolista.
–El vestuario de Racing tiene varios jugadores con esa cabeza que decís. ¿En qué ayuda?
–Al equilibrio. Ser equilibrado, en la vida y en el fútbol, es fundamental. Y está bien no dejarse llevar por la locura cuando todo está bien ni por el pesimismo cuando todo va mal. El fútbol es domingo a domingo. A mí me costó mucho entenderlo. No pude disfrutar mucho del fútbol porque era muy autoexigente. Hasta que en un momento tuve que parar la pelota y decir: "disfrutá". Estaba en Ajax, a mil, hasta que tuve la posibilidad de decir: "disfrutá". Tenía un partido malo y quedaba bloqueado. Pero hoy es diferente.
–¿Boca te agarró con la cabeza bien?
–Todos me decían que no vaya porque era una picadora de carne. Yo dije: "voy, si me va mal es parte del proceso". Cuando aceptás eso, que convivimos con eso, se vuelve más natural. Acá pienso lo mismo. Jugar mal, o no rendir, es parte de nuestra vida. Sé que puede pasar. Pero trabajo para que no. ¿Cuántos jugadores volvieron y no les salieron las cosas? Hay muchos casos. Creo que el nombre te concede uno o dos partidos de margen. Después hay que estar a la altura.
–Durante años fuiste capitán y ahora llegaste a un grupo armado que va primero. ¿Qué cambia?
–Se lo dije a unos amigos: hoy disfruto de ser jugador de fútbol. Llego, me entreno y tengo la exigencia del fin de semana. Y ya está. En Banfield me tomaba otras atribuciones que en un momento me empezaron a afectar. Nuestros clubes tienen otras necesidades, uno se involucra de más en un montón de cosas por afuera del fútbol: llegás con un componente de cansancio mental al fin de semana importante.
–La semana pasada, entre la derrota con River y el incidente con Centurión, fue compleja.
–El fútbol argentino es muy difícil. Hay que enfocarse en lo nuestro. Nos podemos permitir un tropezón como pasó ante River, pero tenemos seis finales por delante y todas valen seis puntos. El clásico con Independiente será importante ahora, pero también nos deja tres puntos. No hay que darle más importancia de la que tiene. Hay que ganar para seguir arriba.
–Alguna vez dijiste que del futbolista solo se ve la punta del iceberg. ¿Cuál sería el iceberg?
–El iceberg es lo que vivimos desde los 15 años. A esa edad me fui de mi casa, a la pensión del club y empezó una competencia interna contra todo el mundo. La gente dice: "Eh, este patea la pelotita y no entra". La pelotita la pateás a los 15, mientras todos se van de vacaciones y vos dejás tus cosas de lado. Mi hermano se casó un 16 de enero. Era mi primera pretemporada. Yo no le podía decir a Falcioni: "¿Se casa mi hermano, me puedo ir a mi pueblo?". Le súper agradezco al fútbol, pero te quita tiempo. Y el tiempo no vuelve. Es bravo eso. Tenemos que madurar de golpe, vivimos una vida diferente a la de los amigos. No es tan fácil.
–¿Qué sería para vos ser campeón con Racing?
–Sería un lindo premio, un regalo a mi mismo, un mimo a mi carrera. Ser campeón es muy lindo. Me gustaría disfrutarlo como no lo pude hacer otras veces que me ha tocado. Parecería que uno lo logra y al otro día se va de vacaciones y no sucedió. Hay jugadores a los que no se les da en la vida. Hay que valorar estos momentos. Los jugadores vivimos como si lo que nos pasa fuera cosa de todos los días. Y no lo es.
–¿Qué le aportaste al plantel del puntero?
–A ver, no tengo altura, no tengo velocidad, puedo tener un poco de fuerza, aunque antes era más potente. Creo que la inteligencia para buscar dónde puedo sacar diferencia es lo que tengo para dar. El fútbol es tan lindo como impredecible. Pero en los entrenamientos uno va incorporando cosas, inconscientemente, que en un partido ya las tenés grabadas en algún lado del cerebro. Un pase, una recepción o una definición que ya hiciste.
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