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RÍO DE JANEIRO (De un enviado especial).- Ni sus ojos llenos de lágrimas pueden explicar lo que pasa por su cabeza. Mucho menos, por su corazón. Está quebrado, como todo el plantel. El fastidio también se deja ver en su rostro cuando debe subir a buscar el Balón de Oro al mejor jugador del Mundial Brasil 2014. Dibuja una sonrisa, por cortesía, para saludar a Dilma Rousseff y Angela Merkel, las únicas mujeres en la entrega de premios. Él sabe que no fue su mejor torneo, pero eso no entra en su análisis. Lionel Messi es sólo un hombre, siempre lo fue. Y esas lágrimas son otra muestra de eso, pero también de su grandeza.
Messi nunca fue Messi. Pero sí, claro, un jugador determinante en los primeros cuatro partidos de la Argentina. Cuando el equipo no encontraba su juego, él fue el encargado, con cuatro goles en la etapa de grupos y una asistencia clave para Di María en los octavos de final ante Suiza, de resolver los problemas, de encaminar las victorias. No se necesitaba a su mejor versión, alcanzaba con sus apariciones determinantes
El equipo logró acomodarse en los últimos tres partidos. Fui ahí cuando el capitán perdió protagonismo. En la semifinal, ante Holanda, sufrió una pegajosa marca que lo dejó fuera de partido. Hoy, en la derrota 1-0 contra Alemania, no se encontró en la cancha. En el primer tiempo, con un 4-3-1-1, quedó lejos de las jugadas, aunque apareció con algunos destellos de su juego. Luego, en el segundo, ya con un plantado 4-3-3, el esquema que le queda más cómodo, terminó de irse de partido. Cada vez que entró en contacto con la pelota, tenía más de dos hombres encima. No le dieron espacio, no lo dejaron jugar. El ingreso de Fernando Gago , uno de sus socios, tampoco encontró resultados.
Messi está desde hace rato en el olimpo de los grandes (Sabella)
Messi fue el sostén de un equipo sin identidad. Un equipo con identidad no pudo ser su sostén. En estas dos etapas de puede dividir el Mundial de la Pulga y la Argentina. Fueron juntos, no se encontraron.
"Meeessi, Meeessi, Meeessi", corearon desde las cuatro tribunas, luego de una pérdida del crack. Es el emblema del equipo y así se lo reconoció. Las críticas (injustas) van a llegan. Van a doler. Van a convertirse en un masivo déjà vu. Quizás, si esa pelota que se fue a pocos centímetros del palo hubiese entrado, otra habría sido la historia.
Él, en cambio, secará sus lágrimas, levantará la cabeza y hará lo que siempre quiso: jugar para la Argentina. Messi es la única gran estrella que llegó al Maracaná. Eso alcanza para ser el mejor del Mundial.
<b>Los números de Messi en el Mundial. </b>


