River-Boca: la sorpresa de Gallardo y la carta que Russo guarda hasta el final en un tablero de ajedrez

Marcelo Gallardo suele jugar a las cartas antes de un clásico. Las esconde, muestra algunas que no suelen ser las definitivas, las ganadoras. Sorprende. Puede ser una pieza inesperada, un cambio de esquema, hasta una modificación de último momento. Miguel Russo es más previsible, esquemático. Sus equipos no sufren bruscas variaciones, pero cuando hay un examen estelar, mete mano y puede jugar una fija en la ruleta de lo inesperado. Nada está asegurado.

River y Boca se reencuentran este miércoles, a las 19, en el estadio de La Plata, por los octavos de final de la Copa Argentina. La lesión de Matías Suárez y las intermitencias de Jorge Carrascal abren el juego de las hipótesis en el Muñeco, que más allá del momento -en este tramo, llega mejor que Boca- suele cantar truco con un ancho falso. El pedido de libertad de Sebastián Villa y las indecisiones de un equipo sin gol -ni situaciones de riesgo en continuado- abren el juego de las hipótesis en Miguel, que más allá del momento -ganó un partido de los últimos 13- es capaz de dar un golpe sobre la mesa.

Julián Álvarez debería ser el candidato natural para reemplazar a Suárez. Marcó en el último clásico -1-1, antes de los penales, que inclinaron la cancha para Boca-, pero hace tiempo que extravió la picardía, el fuego sagrado. Mantiene la clase para la pelota parada y es veloz por las bandas, pero le falta confianza. Es la carta del mazo de la lógica, pero...

Con o sin Carrascal -el Muñeco cree que hay que darle tiempo, como ocurrió años atrás con Pity Martínez o De la Cruz-, River cree que la zona media será una de las claves. Allí, aparece José Paradela, que ganó minutos y valor en los últimos partidos. En el 1-1 con Huracán, entró con la decisión que aún se extraña en Núñez: era -lo sigue siendo- el hombre que iba a hacer olvidar a Nacho Fernández. Es uno de los “tapados”, uno de esos nombres que Gallardo piensa como factor sorpresa.

Los citados de River

“No tenemos que cambiar nada de lo que venimos haciendo en estos últimos partidos que ha sido muy bueno. Si estamos así vamos a estar en el partido y vamos a tener muchas más posibilidades de ganar que otra cosa”, describe Gallardo, aunque siempre en los cruces con Boca -más los directos, como en este caso-, hace un retoque. Aunque sea un cambio posicional: es parte de su estrategia.

Será el séptimo mano a mano definitorio de la era Gallardo, con 6 victorias para el Muñeco y una conseguida por Boca en mayo de este año, (4-2 por penales), en la Bombonera, por los cuartos de final de la Liga Profesional, tras un empate 1-1.

Russo necesita que Boca se potencie a partir del superclásico, sin Libertadores a la vista y un poco alejado de la cúspide en el torneo local (está a cinco unidades de la cima). Juan Ramírez tuvo dos prácticas y fue titular en el choque con Talleres, en Córdoba.

Redondeó una discreta tarea, pero puede ser el desequilibrio que el equipo necesita, la pausa, el freno y la aceleración en los metros decisivos. Que no haya tenido ni una semana de conocimiento con sus compañeros y sea una fija contra River, es todo un símbolo. Tiene una virtud enorme: entiende a la perfección el arte del orden. El personal y el colectivo.

La actuación de Ramírez

Lo curioso es que hasta Luis Advíncula pueda jugar. El sábado, el lateral peruano tuvo su primer entrenamiento con el plantel, falta que llegue el “transfer” para que esté autorizado y hasta viajó con sus compañeros a Córdoba para presenciar el empate 0 a 0 ante Talleres.

El defensor puede jugar y convertirse en figura: no será la primera vez que ocurra, más allá de lo inesperado. El mejor ejemplo está, justamente, del otro lado del mostrador: Braian Romero es un imprescindible en River. Y llegó hace tres semanas...

Boca, en acción

Además, maneja una hipótesis Russo: una línea defensiva con cinco jugadores, en la que Zambrano se agregaría a los centrales Izquierdoz y Rojo. Evidentemente, aprendió a jugar el mismo juego que el Muñeco. No hay garantías que se confirme, pero piensa, analiza, muestra y esconde, a tono con la importancia del espectáculo. “Veremos si ponemos algún chico. Es un clásico el del miércoles con River, el cuarto que vamos a jugar en el año y no es normal. Sabremos sobrellevarlo”, explica. Y va más allá: “Es necesario que Boca convierta goles, pero confío en que ya van a llegar, porque el equipo crea situaciones. Hay que tener calma”.

Gallardo se juega poco y tiene a la Libertadores como objetivo principal. Russo se juega mucho, sin Libertadores y con ciertas sospechas. Pero un clásico es indescifrable. Como en el boxeo: una mano puede cambiarlo todo.

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