Estados Unidos impediría el ingreso de varias figuras iraníes al Mundial por restricciones de visado
La selección persa corre el riesgo de sufrir bajas importantes, entre ellas, la de su mejor jugador, por la política migratoria
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Una preocupación creciente envuelve a la selección de fútbol de Irán a pocos meses del Mundial de 2026. Aunque el equipo se aseguró su clasificación y sabe cuáles serán sus rivales, en el grupo G (Bélgica, Egipto y Nueva Zelanda), la posibilidad de que varios de sus futbolistas no puedan ingresar a Estados Unidos amenaza con alterar por completo su preparación. La causa no es deportiva, sino diplomática: las restricciones migratorias impuestas por la administración del presidente Donald Trump impedirían la participación de quienes hayan cumplido el servicio militar en cuerpos no reconocidos por Washington o considerados grupos terroristas, como la Guardia Revolucionaria iraní.
El propio presidente de la Federación de Fútbol de la República Islámica de Irán (FFIRI), Mehdi Taj, confirmó que algunos jugadores y miembros del cuerpo técnico pueden verse impedidos de viajar, problema que ya tuvieron para el sorteo de la configuración de las zonas de la Copa del Mundo. “Debemos preparar alternativas para el Mundial. Si, por cualquier motivo, a un jugador le dicen que no puede ingresar, debemos tener reemplazos listos”, expresó en la televisión estatal.

Uno de los casos más sensibles es el de Mehdi Taremi, delantero de Olympiacos y ex de Porto e Inter, entre otros, que cumplió el servicio militar en la Guardia Revolucionaria. Según la legislación de Estados Unidos, ese antecedente puede ser causal de negación de visa, ya que desde 2019 ese cuerpo militar es considerado una organización terrorista extranjera por el Departamento de Estado.
Cabe destacar que Taremi ya no pudo protagonizar un gran torneo, el Mundial de Clubes, por Inter, debido al conflicto bélico de entonces entre Irán e Israel. Ahora, su ausencia en la selección sería un golpe deportivo y simbólico para un país que aspira a superar por primera vez la fase de grupos en una Copa del Mundo. Taremi debutó en el equipo nacional en 2015 y, desde entonces, sumó 100 partidos y marcó 54 goles. De 33 años, hoy es habitualmente el capitán y líder, con el número 9 en la espalda. Es quien marcó un doblete contra Uzbekistán que aseguró la clasificación, a principios de año.
Su situación no es aislada. En Irán, el servicio militar es obligatorio para todos los hombres a partir de los 18 años, y puede ser cumplido en el ejército regular o en la Guardia Revolucionaria Islámica. Y cualquier vínculo con ella puede ser motivo para que sea denegar una visa.

Entre los titulares habituales de la selección varios casos generan preocupación. El defensor Hossein Kanaanizadegan, de 31 años, cumplió su servicio militar mediante un préstamo al club Malavan, que juega la Pro League de Irán, una vía común para canalizar reclutas hacia equipos vinculados con el sistema militar. El extremo Alireza Jahanbakhsh, de 32 años, hoy en Feyenoord, de Países Bajos, realizó un “servicio alternativo militar” relacionado con el fútbol jugando por Zob Ahan —también partícipe en la liga iraní— mientras cumplía la obligación. En tanto, el delantero Sardar Azmoun, de 30 años y que actúa en Shabab Al-Ahli, de Emiratos Árabes Unidos, ha afrontado situaciones tensas por sus vínculos políticos y su situación militar: si bien tuvo exenciones por su carrera internacional, su elegibilidad para ingresar a Estados Unidos no está garantizada.
Desde la federación iraní no se ha difundido una lista de jugadores en riesgo, pero se admite públicamente que todo futbolista que tiene antecedentes en cuerpos militares no reconocidos por Washington puede ser excluido. La incertidumbre persiste, y se espera que más nombres aparezcan a medida que avance el proceso de visado.
El temor de Teherán no surge de una hipótesis lejana. Durante el sorteo del Mundial, realizado en Washington, un miembro del cuerpo técnico, Saeed Elhayi, no pudo ingresar al país por ese motivo. Taj protestó ante FIFA: “Podrían haberse plantado con más firmeza frente a Estados Unidos. A Elhayi le negaron la visa por el lugar donde prestó el servicio militar”.

Aunque una proclamación presidencial firmada en junio de este año habilita excepciones para deportistas y participantes en eventos deportivos internacionales, las autoridades estadounidenses aclararon que las solicitudes de visa serán evaluadas caso por caso. Un vocero del Departamento de Estado sostuvo, en un comunicado enviado al medio Pro Soccer Wire: “No daremos marcha atrás en nuestra responsabilidad de proteger la seguridad nacional y la seguridad pública en la conducción de nuestro proceso de visado. Evaluamos cada solicitud de manera rigurosa y minuciosa para discernir si la persona es elegible según la ley estadounidense”.
La decisión impactará también en los hinchas. Irán es uno de los 19 países alcanzados por el veto migratorio reactivado por Trump en junio, que impide la emisión de visas para ciudadanos iraníes salvo en casos muy limitados. “Los iraníes residentes en el país probablemente no reciban visados para asistir a los partidos que la selección juegue en Estados Unidos”, admitió Taj. La selección asiática protagonizará dos partidos en Los Ángeles y uno en Seattle.
La noticia fue recibida con frustración por los aficionados. “Estoy decepcionado. Pensé que, por tratarse del Mundial, sería más fácil conseguir la visa”, contó Amir Hosein, de 38 años, a la agencia EFE. Para Hamid, de 45, que estuvo en Qatar 2022, el Mundial se trata de “una experiencia única”. “Quiero estar en Estados Unidos porque creo que podemos llegar a octavos”, no perdió la esperanza.
No es la primera vez que el fútbol iraní afronta este tipo de obstáculos. En octubre, la selección de polo fue impedida de competir en Virginia por la negativa de visado.
Vale recordar que en junio Estados Unidos bombardeó instalaciones nucleares iraníes en el marco de una breve guerra con Israel, lo que recrudeció la ya extensa rivalidad entre el país americano y el persa. La federación iraní también cuestionó a FIFA recientemente, por haber programado el enfrentamiento con Egipto, previsto para el 26 de junio en Seattle, como el “partido del orgullo LGBTQ+”. En Irán, las relaciones homosexuales son penadas por la ley. “Tanto nosotros como Egipto protestamos. Parece una decisión que apoya a un grupo en particular. Sin dudas, abordaremos este asunto”, dijo Taj.
Además, recientemente el comité organizador del Mundial en Seattle emitió un comunicado para ratificar que están en pie las actividades previstas fuera del estadio Lumen Field. “Sigue adelante como estaba planeado con nuestra programación comunitaria fuera del estadio durante el fin de semana del orgullo y a lo largo del torneo”, desafió en el texto su vicepresidente de comunicaciones, Hana Tadesse. “El fútbol tiene un poder único para unir a las personas más allá de fronteras, culturas y creencias. Estamos comprometidos con garantizar que todos los residentes y visitantes experimenten la calidez, el respeto y la dignidad que definen a nuestra región”, agregó.
Mientras tanto, la selección iraní de fútbol debe preparar un plantel condicionado por la incertidumbre y sin certezas sobre quiénes podrán cruzar la frontera. Aunque FIFA insiste en que todos los equipos estarán representados y que los acontecimientos deportivos deben estar por encima de las tensiones políticas, su capacidad de presión a los países anfitriones es limitada cuando se trata de legislación migratoria y seguridad nacional. Por ahora, el organismo guarda silencio frente a los reclamos iraníes y evita pronunciarse públicamente sobre posibles excepciones o garantías.

El caso de Irán evidencia cómo, en una era de creciente multipolaridad, las decisiones de política exterior ya no responden solamente a acuerdos multilaterales, sino a cálculos internos de seguridad e intereses. En este caso, la disputa no es solo por un visado, sino por el derecho a competir en pie de igualdad. Así, el Mundial aparece como un escenario donde no solo se pondrán a prueba selecciones nacionales, sino también los límites del fútbol como territorio neutral en un mundo cada vez más fragmentado.
Con este panorama, para Irán el Mundial empieza antes del primer partido y se lo juega también en los escritorios: una carrera contra el tiempo para saber si contará con sus mejores jugadores o si las decisiones diplomáticas terminarán definiendo su rendimiento deportivo.
¿Por qué la Guardia Revolucionaria es una traba?
El principal obstáculo para los futbolistas iraníes no radica en el hecho de haber cumplido el servicio militar, sino en la institución en la que lo hicieron. Desde 2019, el gobierno de Estados Unidos considera organización terrorista extranjera al Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica (CGRI), lo que afecta a todo ciudadano que haya estado vinculado con ella, incluso obligadamente.
El CGRI es una fuerza paralela al ejército regular de Irán y responde directamente al líder supremo, con fuerte peso militar, político y económico en el país. Opera el programa de misiles balísticos, dirige unidades de inteligencia y mantiene lazos con grupos armados terroristas, como Hezbolá y Hamas. Su implicación en acciones extraterritoriales y en conflictos regionales ha llevado a Washington a clasificarlo como una amenaza para la seguridad nacional. Por eso, todo jugador que tiene pasado en el CGRI queda automáticamente bajo revisión, más allá de su rol y de la obligatoriedad de su reclutamiento.
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