Ídolos que resisten el paso del tiempo: los (pocos) que siguen con una mano en el corazón y la camiseta del sentimiento
Se fueron varios: Tevez, Ponzio, Maxi Rodríguez y hasta Licha López cambió de club; quiénes se mantienen en la elite, motivados por los colores y los aplausos

Carlos Tevez dejó el fútbol: es uno de los más grandes de la historia de Boca. Leonardo Ponzio dejó el fútbol: es el más ganador de la historia de River. Maximiliano Rodríguez dejó el fútbol: es una leyenda de Newell’s, indispensable en la historia reciente del seleccionado. Licha López cambia de camiseta: deja Racing, viaja a Junín, por urgencias familiares: es la última bandera de Racing. Nacho Scocco representa una parte del rincón de Newell’s, Ricky Alvarez expone la nostalgia de Vélez. Otros dos fuera de serie, cada uno con su rúbrica.

Cristian Luchetti, a los 43 años, abandona Atlético Tucumán, después de casi 10 temporadas: lo quiere Belgrano. Algo parecido le ocurre a Lucas Licht, a los 40, luego de haber nacido en Gimnasia y ser parte de la última década en el Bosque. “Me siento triste y me duele mucho esta salida porque soy hincha del club. Hablé con Pipo (Néstor Gorosito) y con los dirigentes. La idea era dejar el espacio a los más chicos y no quiero ser un problema para el club. Cuando volví al Nacional B quería jugar y retirarme acá. No es la salida que hubiera querido. Voy a seguir. En los últimos partidos que jugué, rendí y me siento con ganas”, advirtió.

La pregunta surge por sí sola: ¿ya no quedan ídolos? El éxodo de auténticos fenómenos de nuestro medio -algunos de ellos, estrellas en el exterior- abre el juego de la nostalgia, rumbo a un 2022 extraño, incómodo, con un campeonato de 28 equipos, un desafío que resulta toda una curiosidad, al sumarse Tigre y Barracas Central, los últimos invitados al festín de primera. De hecho, Patito Galmarini, que en febrero cumplirá 40 años, seguiría seis meses más en la entidad de Victoria. Nadie es más querido que él. Es uno de los que quedan, de los que resisten el paso del tiempo. Arropados en el sentimiento, en el corazón de la camiseta.

Enzo Pérez (35) es la bandera de River. Pepe Sand (41) es el rostro de Lanús. Marco Ruben (35) es el sueño de pibe, el de vestir la camiseta de Rosario Central. Sebastián Torrico (41) sigue volando en el recuerdo -y en el futuro- de San Lorenzo. Se podrían sumar otros, como Mariano Andújar en Estudiantes, Pato Toranzo en Huracán (¿seguirá en el Palacio?), Jesús Dátolo en Banfield, Néstor Ortigoza en San Lorenzo y tantos otros que dejan su huella, más allá de goles, pierna fuerte, atajadas y títulos inolvidables.

“Me siento bien, pero el año que viene, cuando se termine el contrato -salvo que decida algo muy distinto-, me parece que mi carrera se termina. Tengo ganas de hacer otras cosas. El jugador de hoy está más expuesto por las redes sociales. A la media declaración, todo es una bomba, tiene una duración de unos cuantos días y eso es desgastante. La vida se alargó y el deporte también, pero la mente camina de otra manera. Hay un momento que tenés ganas de hacer otras cosas”. La frase, rubricada en la TV por un siempre lúcido Andújar, refleja la brutalidad del transcurrir del paso del tiempo. En esa tarima, están todos los grandes. Los más grandes.
Arriba de todos, están ellos. Enzo, Pepe, Marco y el Cóndor. Ocupan el sillón del reconocimiento más allá del tiempo y las desventuras. De todos modos, salvo el arquero -que sufrió los avatares de San Lorenzo- todos se mantienen en el primer plano. Juegan con el sentimiento, suelen ser ovacionados, pero también son imprescindibles. Mientras la nostalgia lo atrapa todo -Román Riquelme es el vicepresidente de Boca, Enzo Francescoli es el manager de River, Sebastián Verón es el presidente de Estudiantes...-, los ídolos siguen siendo un ejemplo, el espejo de todos. Y no solo de sus propios clubes. Su imagen trasciende.
Enzo Pérez llegó a ser arquero en una noche de Copa Libertadores cuando River estuvo envuelto en covid. Es el motor, el símbolo, hasta aportó goles decisivos, en los tres títulos que consiguió River en el año. Pepe Sand no solo es el goleador: hasta juega de enganche. Detrás de Julián Alvarez, alcanzó los 15 tantos en el campeonato, la misma cifra que Marco Ruben, que se tomó un respiro y volvió con la vigencia de siempre. Es el máximo goleador de la historia canalla, con 99.
“Acabo de conseguir lo más grande que me pudo pasar en mi vida futbolística. Voy viviendo situaciones lindas, relajado, con gente que tira para adelante, estoy disfrutando del fútbol, de jugar y esto de ponerme metas cortas también me da tranquilidad”, dijo, luego de treparse en el alambrado la tarde del emotivo 2-2 contra River. Torrico sufrió la temporada de San Lorenzo, pero sigue siendo el hombre decisivo que levantó la copa más maravillosa. Y mantiene los reflejos. “Hay que hacer un análisis de lo que pasó este año en San Lorenzo, en especial sobre lo mal que fue el segundo semestre, para corregir lo que sea necesario y empezar de cero en la próxima temporada”, avisó.

Tiempo atrás, Enzo decía: “Una cosa es que te digan ídolo y otra sentirlo, no me siento de esa manera. Para poner en la bandera de ídolos están Leo Ponzio y Jony Maidana, son los dos emblemas de River. Tengo la suerte de compartir con ellos el día a día y son dos jugadores muy importantes, no sé si ellos piensan que son ídolos o no, pero yo como hincha los pondría. Se merecen el máximo respeto por todas las vivencias. No vine para ser ídolo ni referente, yo acompaño este proceso, estoy para lo que me necesiten, escucho, observo, doy mi opinión cuando tengo que hacerlo o se me pregunta, pero la palabra ídolo es muy grande y más en este club”.
Tal vez, la frase que mejor representa el sentimiento que se extiende en la idolatría la dijo Marco Ruben, casi al pasar, semanas atrás: “En realidad, yo lo único que quería era jugar en Central”. Todo lo demás -para los que nacieron hinchas y para los que se enamoraron de grandes- lo consiguieron al jugar con el corazón.
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