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El calor placentero y el abanico de colores de Cancún componían el marco de la vida junto a su familia cuando Walter Erviti decidió regresar a la Argentina. Eran los últimos días de enero de 2014 y la paradisíaca costa mexicana quedaba atrás -junto a un importante contrato- para volver a vestir la camiseta de Banfield , por entonces en la B Nacional. La lujosa ciudad de la península de Yucatán había sido el destino tras la salida de Boca para jugar en el Atlante, el único club en el que no fue campeón.
De bajo perfil en un ámbito de alta exposición, no negocia su manera de entender el fútbol ni su forma de actuar. "Trato de ser una persona simple. Entiendo que el fútbol es mi trabajo y lo tomo como tal, pero nunca dejé de verlo como un deporte. No soy parte de ciertas conductas, que existen pero con las cuales no me identifico".
La fuerte determinación de sus decisiones fue una marca del recorrido que hizo en casi 17 años y más de 600 partidos como profesional. Impulsado por lo deportivo y con la necesidad de sentirse bien en el equipo como condición excluyente, esa forma de ser lo llevó de San Lorenzo al Monterrey, de ahí a Banfield, luego a Boca y el breve paso por Atlante antes del regreso al Taladro, donde proyecta el retiro.
Se te vio muy bien en el arranque del torneo, incluso más adelantado y llegando al gol. ¿Hubo algún trabajo especial en la pretemporada?
Hay un cambio de función y el técnico (Claudio Vivas) ahora me da más libertad para atacar. Ya no estoy tan pendiente del armado y eso me permite estar más expectante, cerca del arco rival. Cuando me toca jugar retrasado tengo mucho recorrido y un gran esfuerzo físico; en cambio, de esta manera me toca ser parte de jugadas que son más determinantes.
-¿Cómo modificaste tu juego a lo largo de los años?
La experiencia me fue permitiendo entender cuándo correr y cuándo no. El paso del tiempo genera una merma física y, además, la exigencia es más alta que hace diez años. Entonces, a los 35 años, se me hace más difícil. Pero lo compenso con mis compañeros, adaptándome y ayudándolos con mi experiencia en cosas que ya no puedo hacer. Nunca fui un talentoso, sino de despliegue, de ir y venir con sacrificio.
-Decidiste volver a Banfield con el equipo en el ascenso. ¿Cómo se generó ese vínculo tan fuerte con el club?
Banfield es muy especial para mí, y no tiene que ver con haber salido campeón ni con haber estado mucho tiempo. Siento a este club parte de mi vida y a la vez me siento dentro de la historia del club. No salí de Banfield, pero lo quiero mucho.
-¿Cómo analizás al fútbol argentino?
La Argentina tiene una manera particular de ser y el fútbol tiene que ver con la sociedad en la que vivimos. Nuestro país no es fácil y el fútbol es parte del país. Los futbolistas, más allá de dar nuestras opiniones, deberíamos actuar con el ejemplo, hacer lo que corresponde. El día que cada cual ocupe su rol como lo tiene que hacer, tal vez las cosas comiencen a mejorar.
-Tenés tres hijos varones. ¿Te gustaría que alguno sea futbolista o preferirías resguardarlos del ambiente?
No creo que el ambiente del fútbol sea peor que otros. Como padre quiero que sean felices con lo que elijan. No buscaría alejarlos de algo que siempre me gustó.
-¿Qué actividades disfrutás en tu tiempo libre?
Yo estoy siempre pendiente del fútbol, baso mi tiempo en mi profesión. También me gusta mucho leer, sobre todo biografías, pero me aboco fundamentalmente al fútbol. Miro muchos partidos, escucho y leo a gente que sabe del fútbol. El tiempo libre también implica alimentarme bien y descansar. Si duermo dos horas de siesta no es porque soy un vago, sino porque es lo mejor para mi tarea. Aprendí y entendí de grande, cuando el cuerpo me lo empezó a pedir, la importancia de la dieta y el descanso.
-¿Cómo se acomoda ahí el armado familiar?
Me casé a los 22 años, cuando comenzaba mi carrera, con una gran mujer y eso me dio mucha paz. Me ayudó desde el principio, estando pendiente del descanso, de la comida, de que tenga mi lugar, de dedicarse a nuestros hijos. Llevamos mucho tiempo juntos y sabe que dos días antes de concentrar yo no salgo, entonces no espera que vayamos al cine. Estamos juntos en casa, disfrutando de eso. La estabilidad familiar me ayudó a tener una gran tranquilidad en mi profesión y me permite estar vigente.
-¿Los futbolistas se ven como colegas o como rivales?
-El fútbol argentino es muy pasional y a veces es difícil ser frío dentro de la cancha. De todas formas, lo que prima es vernos como colegas. Ocurre que cada uno defiende su trabajo y todo lo que rodea al fútbol genera que haya mucho en juego. No se perdona perder.
-¿Cuál fue la circunstancia más difícil que te tocó en el fútbol?
-Me duele cuando la gente de San Lorenzo me insulta. Nací en ese club y logré cosas importantes, pero no me perdonan haber ido a Boca. Yo no me enojé cuando pretendí volver a San Lorenzo y no me quisieron, no sé si eso los hinchas lo saben. Pero que sepan que tengo un gran agradecimiento hacia el club. A mí me encantaría ir a ver a San Lorenzo y no puedo ni acercarme a la cancha.
-¿Y lo que más te costó en tu carrera?
-El camino para llegar a ser profesional. Estaba lejos de mi ciudad, pasé hambre, deambulaba sin tener dónde vivir. Tuve muchas necesidades. En River no jugaba, entonces me volví a Mar del Plata, intenté de nuevo y quedé en San Lorenzo, pero tampoco jugaba. Me dejaron libre y después me volvieron a fichar. Fue una etapa en la que la pasé realmente muy mal. Cuando debuté, Víctor Doria, al que había tenido de técnico en inferiores, se acercó y me dijo que había hecho lo más fácil, que era llegar, que ahora me tenía que mantener. ¡Yo me quería morir! Escuchar eso después todo lo que había pasado. Mantenerse sin dudas es muy difícil, pero la primera etapa para mí fue durísima.
¿Cómo te ves cuando se acaben tus días de jugador?
Es muy difícil, estoy en una etapa en la que ya lo pienso. Nací haciendo esto y amo estar dentro de una cancha, pero sé que un día no voy a jugar más. Me preparo para ser técnico, que es de la manera que me gustaría seguir ligado al fútbol. Hace tiempo que, de a poco, me preparo para dirigir.
pi/gs



