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La piel se eriza de golpe al pasar la puerta 4 de la cancha de Independiente. Una enorme mancha de sangre es el lugar señalado por el pibe de pantaloncitos cortos. "Acá bajaron al flaco que se murió. Iba corriendo de frente y voló para atrás como un metro. Yo estaba a su izquierda", cuenta. La imagen de Gustavo Rivero, de 22 años - el apellido lo confirmó ayer la Secretaría de Seguridad Interior-, que murió anteayer después de recibir dos balazos, aparece como un fantasma en el piso y le saca el aliento a cualquiera.
Se esconden, tienen miedo. Casi no quieren ver los autos destrozados, la sangre y las balas dispersas en esas tres cuadras que anteayer fueron el escenario de uno de los enfrentamientos más violentos del fútbol argentino. Las barras bravas de Racing e Independiente chocaron antes del clásico de Avellaneda y los vecinos del lugar todavía no salen de su asombro. Hablan, pero no quieren fotos ni sus nombres en los diarios.
"Nunca viví algo igual, todo comenzó a las 15 y parecía una película. Había dos policías y un patrullero en Cordero e Italia. Cuando se armó, el auto ya había desaparecido y los canas se escondieron en la portería de Independiente. El jefe de calle, al que conozco porque siempre está en los partidos de acá, estaba hablando por handy y se fue caminando. Eran como 100 contra 100, juro que no exagero. Saltaban de los techos de las casas con armas, facas (cuchillos) y hasta vi algunas lanzas armadas con palos largos y cuchillas de cocina pegadas con cinta en la punta. Fue una zona liberada durante media hora. °¿Sabés lo que es media hora de tiros?! Los heridos caían de un lado y del otro. Fue una pesadilla", dice un testigo ayer por la tarde.
De acuerdo con los testimonios, la hinchada de Independiente estaba reunida en Cordero y Luna, y desde allí fue hasta el pasaje Gurruchaga (un callejón sin salida que da al quincho de Racing, donde paraba la Guardia Imperial). Unos minutos de insultos bastaron para que la barra de la Academia intentara romper una pequeña puerta; como no pudieron, optaron por saltar la pared que los separaba de sus rivales; comenzó el descontrol.
Un grupo de Racing saltó por Gurruchaga, otro por Austria y el tercero directamente por los techos de las casas contiguas al club. "Yo estaba en mi galpón y mi mujer entró corriendo a los gritos; cuando me di vuelta, vi a cuatro tipos con la camiseta de Racing dentro de mi casa. Les dije que se llevaran todo; me contestaron: Quédese tranquilo abuelo, no es un robo , y con sus pistolas rompieron los vidrios y tiraron para afuera. Eso no es nada. Un vecino me contó que en su terraza se tirotearon casi cuerpo a cuerpo ocho tipos", relata un hombre mayor. Gran parte de las casas del lugar fue tomada por los violentos.
"Tenía una parra y me la destrozaron. Se tiraban del techo y la atravesaban mientras yo tomaba mate con mi señora y los veía por la ventana. Por mi patio habrán pasado unos 20 tipos de Racing primero, y otros tanto de Independiente después", cuenta otra persona.
Cada hinchada levantaba a sus heridos y los llevaba al hospital. "Eran dos ejércitos. Yo soy hincha de Racing, pero las dos barras estaban armadas. Uno de los Racing tenía una Itaka. Los tiros sólo paraban cuando se les acababan las balas, pero evidentemente tenías cargadores de sobra porque duró como media hora. Estaba con mi papá, que era policía, y me dijo que vio armas calibre 22, 38 y 9 milímetros", relata otro testigo.
Tras el enfrentamiento, las hinchadas vieron el partido; después, la de Independiente entró en su cancha y, hasta las 3 de la mañana de ayer, esperó por un nuevo choque; un socio cuenta que por la madrugada saquearon la confitería. En el barrio comentan que, en la mañana de ayer, tres autos con barras armados del Rojo se pasearon buscando a algún hincha de Racing, dispuestos a cualquier cosa y sin tapujos. "Desde que jugaron en Mar del Plata se sabía que se iban a matar. La policía lo sabía y no hizo nada, deben estar calientes porque les bajaron la cantidad de efectivos. Ahora agárrense, porque esto no termina acá", dice alguien por lo bajo, desde las sombras, desde el miedo, desde la lógica.
La barra de Independiente buscaría vengar la muerte de Gustavo Rivero; la vendetta se produciría esta noche, cuando Racing juegue con Central en Avellaneda, desde las 21.10. El operativo iba a contar con 400 efectivos, pero por esto se le sumaron 100 hombres.

