Lisandro López, una muralla

En el ADN del campeón hay un gen que resalta: la pelota parada. Arsenal hizo del laboratorio una de sus principales virtudes, a punto tal que el gol que le dio el título llegó por esa vía, a través de uno de los mejores zagueros del fútbol argentino: Lisandro López. Corrían 27 minutos del primer tiempo cuando otro de los pilares del equipo del Viaducto, Luciano Leguizamón, ejecutó un córner. Como hace siempre, López forcejeó con su marcador, Luciano Lollo, y empalmó la pelota de derecha. El balón se transformó un misil, que hizo estéril el esfuerzo del arquero cordobés, Juan Carlos Olave.

Además de sintetizar las virtudes ofensivas del defensor central, el gol fue un canto a sus inicios. En su Villa Constitución (Santa Fe) natal, Licha era delantero y tenía la mira fija en el arco rival. Los años y los consejos de los técnicos lo fueron retrasando en la cancha. Primero pasó al medio. Y hace tres años, en Chacarita, debutó en primera. Era la última fecha de la B Nacional y López jugó el primer tiempo de lateral derecho. En la segunda etapa se corrió al centro de la zaga. Su entrenador de entonces en Chacarita era el mismo que ayer, en Sarandí, sufrió el gol de López en carne propia: Ricardo Zielinski.

"Fue el gol más importante de mi carrera, pero pudo haberlo hecho cualquiera", reconoció López con la victoria y el título asegurados. Lleva 11 conquistas en 86 partidos en la elite del fútbol argentino. Ese derechazo, más típico de un matador del área que de un zaguero central acostumbrado a detener a los delanteros rivales, había certificado el primer campeonato en la historia de Arsenal, el equipo más joven de primera. "No imaginaba ser campeón. Estoy muy contento", admitió el zaguero, uno de los máximos candidatos a emigrar –ya en enero Internacional de Porto Alegre (Brasil) hizo una oferta concreta, que fue rechazada por el presidente del club, Julio Grondona–. Los hinchas del nuevo campeón, sin embargo, no deben hacerse demasiadas ilusiones con seguir disfrutando del número 2: "Mi representante [Gustavo Goñi] me dijo que disfrute de esto. Yo no sé nada", respondió López. Todo hace presagiar que Arsenal hará caja con su pase y el defensor, que en varias oportunidades declaró que no lo desvela dar el gran salto a Europa, no jugará más al borde del Riachuelo y mudará su seguridad defensiva a un club del Viejo Continente.

A López ya comienzan a extrañarlo. Porque el zaguero rara vez revolea la pelota y escapa al arquetipo del defensor aguerrido y metedor que comanda el fútbol argentino. López tampoco apela a la pierna fuerte para tumbar a sus rivales de ocasión: suma apenas tres expulsiones en toda su carrera. Tal vez le falte voz de mando para convertirse en el líder de la zaga –de eso se encargaron el arquero, Cristian Campestrini, y su compañero de zaga, Guillermo Burdisso–, y puede que su inexperiencia lo lleve a confiarse demasiado a la hora de abortar algún ataque rival, pero se trata de un futbolista con tanta proyección como poco marketing.

El joven defensor del flamante campeón argentino (López tiene apenas 22 años) puede jactarse de haber sido uno de los primeros futbolistas locales que fue visto in situ por el DT del combinado nacional: dos días después asumir el cargo, Sabella fue hasta el Viaducto para evaluar al zaguero durante un partido contra Colón de Santa Fe. Puede que el primer título en el currículum de Lisandro López sea el espaldarazo definitivo para que el zaguero santafecino tenga su bautismo de fuego con la camiseta argentina.