Los festejos por el día del hincha de Boca terminaron con incidentes en el Obelisco y diez detenidos
El Día del Hincha de Boca de 2018 no pudo llegar en un peor momento. La postal en el Obelisco desnudó el presente que atraviesa el club xeneize, con sus hinchas desencantados por la derrota del domingo, un plantel que será depurado a fondo, un cuerpo técnico que se irá en cuestión de horas y su dirigencia en la mira. Eso no impidió que unos miles de incondicionales se acercaran al epicentro a festejar su día, pese a que la celebración terminó con incidentes y, por lo menos, diez detenidos en el Obelisco entrada la noche.
Es el 12/12 más difícil de sobrellevar para los xeneizes; algunos todavía no terminaron de digerir la derrota más dolorosa de su historia. "Vinimos a bancar. No me importa que nos hayan ganado la final. Seguimos teniendo más copas que ellos", dijo Ezequiel, envuelto de pies a cabeza de azul y amarillo. Vino con su esposa y cinco hijos con la idea de disfrutar lo que para él es todo un acontecimiento social. No quiso, pero la charla terminó en catarsis. Que Guillermo no armó bien el banco ("¿Cómo no vas a poner a Cardona?"), que hay que renovar medio plantel, y que se necesita un cambio de dirigencia.
Lo que años atrás eran cuadras atestadas, esta vez no se llenó la plazoleta contigua al monumento. "Me acuerdo cuando le ganamos al Milan (Intercontinental de 2004), que había una fila de gente hasta la bajada de la autopista", recordó Maxi, que es socio y estuvo en las últimas convocatorias: el entrenamiento en la Bombonera antes de la final, el partido de ida y las dos la despedidas al plantel. Mostró en su celular un grupo de Whatsapp familiar donde se chicanea con su hermano y sus primos, de River. Repitió de año en el colegio porque no se presentó a rendir matemáticas; ese día Boca jugaba contra el Bayern Munich. "Estoy medio chapa. No hay que entenderlo. Es una pasión", señaló.
Unos cuantos se hicieron presentes pasado el mediodía en la zona, que permanecía vallada y custodiada por oficiales de la Policía de la Ciudad. Por supuesto, todos los negocios tenían las persianas bajas. A diferencia de otros años, el McDonald's de 9 de julio y Corrientes pudo respirar aliviado.
Si bien la tarde transcurrió en forma pacífica, con varios cantos dedicados a River y sin escenas de violencia, cuando la noche llegó empezaron los incidentes. La policía de la Ciudad se dispuso a desalojar la zona con gases y balas de goma. Hasta el momento, según pudo saber LA NACION por fuentes del ministerio de Justicia y Seguridad de la Ciudad, diez personas fueron las detenidas.
No abrieron la Bombonera, en un día de idas y vueltas
El fanático boquense, finalmente, no pudo tener su celebración en la cancha porque la Bombonera no abrió sus puertas: en el club le adjudicaron la responsabilidad a la Seguridad de la Ciudad de Buenos Aires, por las restricciones que impuso. Si los concurrentes iban a utilizar la ocasión para sacarse la bronca de la final de la Copa Libertadores perdida ante River, el domingo, en Madrid, y gritar efusivamente por los colores que más ama, aquella medida los enrojeció aún más: muchos vinieron desde lejos y mostraron su enojo en los ingresos cerrados del estadio.
"El club permanecerá cerrado. El día del hincha no se realizará por disposiciones del Ministerio de Seguridad", fueron las palabras del cartel electrónico con el que se toparon aquellos que llegaron a Brandsen 805 con la intención de protestar y, por qué no, darle inicio al festejo que más tarde se trasladó a los alrededores del Obelisco.
En efecto, el fastidio popular fue enorme. Porque el club decidió repartir entradas a los no socios y habilitar carnets de socios activos y adherentes. Ese deseo siempre alocado del hincha por estar presente, hizo que varios esfuerzos hayan sido en vano: si bien todo era gratuito, hay muchas personas que viajaron varios kilómetros.
Es el caso, por ejemplo, de un matrimonio de no socios que viajó desde San Antonio de Padua y se acercó ayer, temprano, a las boleterías del Complejo Pompilio para retirar los tickets y ya quedarse para hoy ir a la Bombonera a celebrar. O también el caso de dos hermanos que se movieron desde San Nicolás. Aunque el estadio cerró sus puertas, ellos se acercaron.
De más está decir que para Daniel Angelici esto no es una alegría, pero sí le brinda una gran tranquilidad. La jugada contenía un arma de doble filo, en la que el presidente abriría las puertas de un estadio con la intención de que la gente alentara al equipo y al club, pero se encontraría con los insultos hacia él.
Mientras, puertas adentro crecía una sospecha. La que dice que el martes, desde muy temprano, en Boca sabían que la fiesta no se haría. Y que todo simplemente se trató de una jugada del presidente para hacerle llegar al socio la voluntad de abrir las puertas, pese a exponerse a los insultos del público presente: pero, en realidad, él nunca quiso saber nada con que está celebración se hiciera en el estadio.
Por eso es que también llamaron la atención las palabras de Marcelo D'Alessandro, secretario de seguridad de la Ciudad. "El festejo se viene realizando siempre. Lo que solicitamos nosotros fueron requisitos esenciales de seguridad para eventos masivos como éste. Hoy hay una coyuntura diferente al año pasado, por eso pueden haber especulaciones", aseguró este mediodía.
La imagen final fue lamentable. Cercanas las 17, un grupo de gente que estaba en el Obelisco, el otro punto de encuentro para festejar, se trasladó a la esquina de Aristóbulo del Valle y Del Valle Iberlucea: el ingreso que generalmente hace la barra brava en los días de partido. Minutos después, la policía comenzó a desalojarlos con balazos de goma y golpes en cualquier parte del cuerpo: se vio a un adolescente con la boca hinchada y a otro con un hematoma en la pierna, producto del impacto de la bala. Así, la seguridad los fue desviando hacia el lado de Parque Lezama: cuadras y cuadras de hinchas, algo que daba la pauta de que la convocatoria había sido grande.
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