Perú - Australia: Luis Advíncula falló un penal clave para el equipo de Gareca, que se quedó sin Mundial en la definición y quedó tan triste que renunció a la selección
El lateral y, sobre todo, Zambrano, habían tenido un buen desempeño; su remate chocó en el palo y el equipo que dirige Gareca no irá a Qatar
Perú no jugará el Mundial. Se acordó demasiado tarde de atacar y, en la definición por penales, no tuvo la puntería de Australia. En el choque decisivo, jugado en Doha, hubo una indudable presencia argentina: Ricardo Gareca es el entrenador de Perú. Y su grupo de trabajo, lógicamente, que lo acompaña en su exitosa. Esta vez, no pudo ser. Y, en el centro, quedaron dos defensores que actúan en el fútbol argentino. Luis Advícula y Carlos Zambrano.
Con matices, tuvieron un aceptable trabajo. Hasta que llegó la definición por penales, luego de un interminable 0 a 0 en 120 minutos. Advíncula pateó el tercer penal. El primero que falló Perú: el remate, fortísimo, chocó con el palo derecho de Andrew Redmayne, el arquero que ingresó tres minutos antes de la tanda decisiva. Más tarde, lloró de modo desconsolado. Y por eso Australia es el clasificado número 31 para la gran cita mundialista.
Advíncula se fue tan mal del estadio que resolvió dar un paso al costado: “Primero pido perdón a mi familia y amigos por el dolor que causé y a todo Perú. Soy el único responsable de esta debacle y no me alcanzará la vida para pedir disculpas. Yo hasta aquí llegué. Doy un paso al costado de la selección. No creo que tenga fuerzas para levantarme de esto. A mis compañeros muchas gracias por todo y perdón por tan poco”, escribió en su cuenta de Instagram.
Advíncula suele ser titular en la formación de Boca. Zambrano debería serlo, pero la capitanía de Izquierdoz y la ascendencia de Rojo, comparten la misma sintonía. Los peruanos tuvieron aciertos y errores, no explotaron sus virtudes, pero en líneas generales, su desempeño fue correcto. Aceptable. Sobre todo, en los últimos triunfos (y títulos) xeneizes.
Juan Román Riquelme, el hombre fuerte de Boca, se refirió a Zambrano, apenas un puñado de días atrás: “Es una de las debilidades que tengo en el club. Una persona que juega un partido cada tres o cuatro meses y lo hace bien, no queda más que decirle muchísimas gracias por defender la camiseta de esa manera. Y sobre el lateral derecho, había contado: “A Advíncula le agradecemos mucho. Es un jugador que siempre está alegre y lo contagia a todo el plantel. Entrena y compite en la semana más que los domingos y los miércoles. Además, con sus formas está siendo muy importante para los demás chicos, conversa con ellos y les ayuda a mejorar”.
El ídolo mostraba felicidad por los defensores peruanos xeneizes. “Estamos muy felices con el plantel que hemos armado. Soy bastante débil con los futbolistas. Juegan Advíncula y Zambrano que están a un partido del Mundial”, explicaba. No se pudo.
Durante los primeros 90 minutos, Advíncula se mostró pasado de revoluciones, siempre al límite, en plena lucha con los volantes australianos que pasaron por sorpresa por su sector. Suele exhibir liderazgo, convicción, pero esta vez se inclinó por una excesiva dosis de energía, no siempre bien entendida. Es guapo, tiene pasta de líder. Sin embargo, esa dosis de confianza múltiple, de vez en cuando, le juegan en contra. No tuvo demasiados contratiempos en la marca y las proyecciones fueron esporádicas, sin sorpresa.
A su lado, Zambrano sufrió algunos contratiempos en el juego aéreo, pero siempre sostuvo con fortaleza anímica y táctica la última línea peruana. Fuerte, seguro, durísimo en el mano a mano, cada vez que debió salir más allá de la zona de confort, lo hizo con sentido común. Es un auténtico zaguero de selección, con destrezas suficientes para una liga de Europa, más allá de las cinco principales.
El penal errado por Advíncula
Lógicamente, el desarrollo se rompió en el tramo final, cuando las piernas ya no respondían y el corazón jugaba su partido. En esa sintonía, Perú (timorato en buena parte del espectáculo) avanzó con mayor decisión y la defensa pareció tener menos trabajo. Advíncula se ofreció como una salida más rigurosa (un par de centros con cierto peligro, en el área rival) mientras que Zambrano quedó como último hombre, casi en la misma línea que Alexander Callens. El 4, de todos modos, avanzó menos que su colega de la otra frontera, Miguel Trauco, una referencia de Europa, ya que actúa en Saint Etienne, recientemente descendido de la Ligue-1.
A los 20 minutos del suplementario, cuando Perú se decidió a atacar, Advíncula creó un zurdazo lejano, casi a la altura del arco que pasó por encima del travesaño. Fue una ocasión de peligro, luego de la más punzante: un cabezazo de Flores, que chocó en un palo.
Luego, llegaron los penales. Y la gran decepción.
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