La emoción de sentirse finalista de la Copa Libertadores con Boca no modifica su personalidad. Su buen humor. En la zona mixta del estadio de Palmeiras, Ramón Wanchope Ábila es tan capaz de analizar los merecimientos que tuvo el equipo para acceder a la gran definición de América como de bromear con los periodistas y decirles: "Con el superclásico van a tener que trabajar en serio".
Apenas unos minutos de diálogo con él son suficientes para sacar tres conclusiones. Cuando habla, su tonada delata que es cordobés hasta los huesos. Cuando mira, la transparencia y la intensidad que transmiten sus ojos no dejan margen a las dudas: Wanchope es buena gente. "Muy amigo de mis amigos", resume ante el pedido de LA NACION de que se describa. Y definitivamente no es gordo. Es morrudo y pura fibra.
Minutos después de marcar otro gol clave para que Boca sea finalista, y antes de la primera superfinal, Wanchope comparte su sencilla fórmula para ser un hombre feliz.
–¿Por qué Boca es finalista?
– Porque fuimos superiores a todos los que nos enfrentamos. Eso nos hace llegar con mucha confianza. Trabajamos mucho y estamos en una final más, como la historia manda: de visitante y en Brasil.
–¿Fue difícil enfocarse en Palmeiras sabiendo que ya esperaba River?
–Teníamos claro que no podíamos pensar en la final sin antes superar las semis. Entonces nos enfocamos en Palmeiras y fuimos cautos en lo que dijimos. Pero mañana ya nos llenaremos de todo eso.
–¿Son conscientes de que al estar River enfrente la final será épica?
–Está buenísimo. Estos partidos serán históricos, únicos. Es la final que todo futbolista quiere jugar. Que cualquiera que conoce la historia de este deporte quiere jugarla. Somos unos privilegiados, hicimos un esfuerzo enorme y estamos orgullosos por lo logrado hasta aquí. Llegamos con muchas condiciones y muchas ganas.
Esta es la final que todo futbolista quiere jugar. Somos unos privilegiados, hicimos un esfuerzo enorme y estamos orgullosos por lo logrado hasta aquí. Pero queremos más...
Wanchope soñó desde siempre con vestir la camiseta de Boca. Y aunque cuando llegó era la tercera o cuarta opción para Guillermo Barros Schelotto, el delantero se ganó un lugar en el equipo, a fuerza de trabajo, optimismo y goles. Sus números asombran: en 28 partidos marcó 13 goles y metió 7 asistencias.
–¿Cómo es la historia de la frase a Angelici "Presi, hágame un contrato por gol"?
–Fue en tono de broma, en medio de un cumpleaños de una hija de Carlos (Tevez). Él me preguntó cuándo iba a jugar en Boca, yo le dije que cuando él quisiera. Nos sentamos a charlar informalmente y ahí fue que le dije que me pague los goles porque yo estaba, y estoy, convencido de que las cosas me iban a salir bien con esta camiseta.
– Vos querías llegar a Boca.
– Sí. Tenía muchas ganas. Era un sueño que tenía por cumplir y hoy lo disfruto mucho.
–¿Cómo se mantiene la motivación sabiendo que aún si cumplís con tu rol de marcar goles es posible que no seas titular?
–Esta camiseta te hace estar así. La gente, la calle, los hinchas. El mismo deseo de uno de querer triunfar y de querer jugar hace que siempre estés al 100 por ciento para que cuando te toque puedas estar a la altura. Porque si te caés y un día te toca jugar y no estás preparado, vas a desaprovechar tu oportunidad y va a ser mucho más fácil para el entrenador no tenerte en cuenta. Es una cuestión interna y a nivel grupal: estamos constantemente apoyándonos para estar todos de la mejor forma.
Me preparé muchos años para este presente. Se necesita todo: trabajo, perseverancia, una dosis de suerte y demostrar lo que valés en la cancha, que es lo más difícil.
–¿En cuánto la realidad superó los sueños previos a llegar a Boca?
– Yo deseaba esto desde hace años. Sabía que podía suceder y me tenía que preparar para poder estar listo. El hecho de llegar, poder jugar y terminar siendo titular en la recta final de un torneo y ser partícipe es gratificante. Es por lo que uno siempre trabajó y deseó. Me preparé muchos años para este presente. Se necesita todo. Trabajo, perseverancia, una dosis de suerte y demostrar lo que valés en la cancha, que es lo más difícil.
–El hincha te quiere, te banca, incluso cuando no te salen las cosas. ¿A vos te llega ese cariño?
– Sí. En la calle, a través de las redes sociales, en la cancha. Claro que llega. Me hacen sentir mucho el cariño y la verdad es que me reconforta porque es una retribución al trabajo que uno hace. Era cuestión de llegar, ponerse bien y conocer bien este mundo, que es completamente diferente a todo lo demás. Y después de todo eso poder rendir y que te lo reconozcan hace que todo sea mucho más gratificante para mí.
–A diferencia de otros jugadores, cuando errás un gol que parece fácil los hinchas de Boca se lamentan con vos. ¿Lo sentís así?
–Es muy difícil que la gente de Boca te reclame algo. Sea en la Bombonera o en cualquier rincón donde el equipo vaya a jugar. Acá la gente te alienta, te apoya y eso es un plus que hay que aprovechar siempre.
–¿Te jugó en contra llegar a Boca con la chapa de ser amigo de Tevez?
–Para nada. Porque yo adentro del club hago mi trabajo y demuestro por qué estoy acá.
–Desde que vos llegaste a él se lo ve con otro semblante, aun cuando no juega con frecuencia.
–Él está en la última etapa de su carrera y uno lo tiene que acompañar para que disfrute. Y el mensaje que baja es muy bueno, porque no le reprocha nada a nadie, se entrena a la par de todos y espera cada oportunidad. Y todo por el bien de Boca, que es lo que queremos todos: hacer las cosas bien por este club.
–Cuando él no juega, se lo ve feliz si vos marcás un gol.
–Eso es algo lindo, y es porque nos conocemos mucho, hemos compartido mucho. Hay un cariño mutuo y los dos queremos que las cosas nos vayan bien.
–Dicen los que conviven con el plantel que sos una pieza clave, el que mantiene el buen ánimo constantemente. ¿Vos cómo te ves?
–Yo siempre fui igual. No es que porque estoy en Boca me manejo de una manera diferente. En los lugares que estuve siempre traté de ser de la misma forma. Uno busca la manera de descomprimir, de liberar tensiones. Siempre las presiones vienen de afuera y no de adentro, y acá hay que hacerlo lo más llevadero posible. Y divirtiéndose también, porque este trabajo te obliga a estar distendido para hacer las cosas bien.
Uno quiere jugar siempre. Pero si no te toca estar, la vida sigue. Hay que seguir divirtiéndose y riéndose. Y pasarla bien, que es fundamental. Si te bloqueás con lo negativo, las cosas no salen bien
– Guillermo Barros Schelotto destaca tu constante alegría y optimismo. Otro jugador quizá se bajonea o se enoja si no juega
– Obviamente uno quisiera jugar siempre. Pero si no te toca estar, la vida sigue. Y hay que seguir divirtiéndose y riéndose. Y pasarla bien, que es lo fundamental. Porque si te bloqueás con lo negativo no creo que las cosas salgan bien.
–¿De alguna forma sentís que te ganaste un lugar gracias a tu optimismo? Porque cuando llegaste eras la cuarta opción de Nº 9…
– Era cuestión de llegar y trabajar. Y con el trabajo uno se va ganando el respeto y la consideración que fue construyendo en su carrera. Y si encima cuando me tocó jugar creo que rendí bien, eso aumenta la confianza.
–¿Es verdad que a Zárate lo volviste loco en la pretemporada por haber dejado a Vélez y venirse a Boca?
–(Se ríe) Un poquito lo gastamos, para que entre en confianza rápido.
–¿Es cierto que le pediste que te firme camisetas de Vélez para supuestos amigos tuyos hinchas del Fortín?
–(Lanza una carcajada) Son formas de hacerlo entrar en el grupo, y para que se relaje, porque su llegada había sido muy caótica, con mucha tensión.
–¿Sirvió? ¿Está más tranquilo?
– Sí, sí. Ya pasó todo.Por ahí su propia declaración lo hizo quedar preso de sus palabras, pero hay que entender que también surgen sueños y deseos, y nosotros estamos muy contentos de que esté acá.
–A Tevez le pasó algo parecido cuando se fue a China. ¿Le cuesta entender al hincha que el futbolista es un profesional y que es casi imposible que se quede para siempre en un mismo equipo?
–Por los tiempos, sí. Tenés que ser muy exitoso y que tu club gane todo durante todo el tiempo que estés. Si no es muy complicado sostenerte o que no te venga a buscar otro club. Tal vez en otra época era más frecuente ver a un jugador en un mismo club por muchos años. Ahora, con la economía del país y con los clubes de afuera mirando constantemente al fútbol argentino se hace difícil que un futbolista pueda quedarse tanto tiempo en un mismo club.
–Suele pensarse que el futbolista es un marciano, que vive en otra realidad y que no padece el contexto social o económico del país donde juega. ¿Qué pensás?
–Obvio que no. Porque la familia nuestra también lo padece y uno trata de ayudar a los que lo rodean. Pero al mismo tiempo uno trata de enfocarse en su trabajo porque hay cosas que no te pueden desviar. Y por más que a uno le duela, no puede hacer nada para cambiar ese momento.
–¿Para qué sirven las redes sociales?
–Para interactuar con la gente, para no estar tan perdido y que la gente vea lo que uno hace. Yo lo uso más del lado profesional porque a mi perfil siempre subo fotos de lo que hago. O estoy jugando o comparto momentos que se viven acá en el club, durante los viajes. También uso las redes para informarme, para leer noticias que por ahí no ves por televisión pero sí en el teléfono, para ver al instante lo que pasa en el mundo.
–¿Y ahí también notás el cariño de la gente, que quizá con colegas tuyos son más hirientes en sus comentarios?
–¡Pero también me puede pasar, eh! Es algo que genera el fútbol. Estamos en un país donde el 95 por ciento de los hombres quieren jugar a la pelota. Es un lugar privilegiado el que ocupamos y somos un blanco fácil de críticas, y es fácil hacerlo desde tu casa. Pero hay que tomarlas como de quien viene.
–¿Te imaginás yéndote de vuelta al exterior?
– Si surgiera una propuesta buena y que es conveniente para todos, jugador y club, se arman las valijas de nuevo, sin problemas. Pero la verdad es que ahora disfruto de estar acá porque es algo que siempre deseé y no sé si se volverá a dar alguna vez en mi carrera y a la edad que tengo. Así que trato de disfrutarlo al máximo, tratando de no pasar desapercibido. Ése es el objetivo. Demostrar que todo el entusiasmo uno lo tira adentro de la cancha.
–Que te recuerden…
– Sí. Porque uno hizo bien las cosas, y más por ser buena gente. El hecho de llegar cada día y que todos te saluden y te demuestren afecto es invalorable.
–¿Entendieron cómo se juega la Copa Libertadores?
–Entendimos que con esta camiseta tenés que ganar siempre. Y la Copa para la gente y para nosotros es importantísima, y ganarla es el deseo de todo hincha, desde enero cuando estábamos en Cardales. Hoy estamos en la final y lo disfrutamos. ¡Pero queremos más!
Soy cordobés: el chico que se formó en Unión Florida y tiene los amigos de siempre
–¿Qué recuerdos tenés de Unión Florida?
–Los mejores. Me remite a mi infancia, a mis primeros momentos con el fútbol y en los que uno soñaba y creía que podía llegar a ser profesional. Uno mira para atrás y se acuerda de esas cosas y la verdad es que está bueno. Hay muchos chicos que uno va a ver y tienen la ilusión y la confianza de llegar algún día adonde está uno.
–¿Y qué mensaje les das a esos chicos que sueñan con ser futbolista como vos.
–Que hay que lucharla y pelearla hasta donde puedan, para lograr el objetivo de jugar en Primera.
–¿Quienes fueron los primeros que te ayudaron?
–En Unión Florida, mucha gente. Compañeros más grandes me ayudaron porque yo era el más chico y hoy están en la comisión directiva. Uno es el presidente del club, y en Instituto, Germán Panichelli, que es un técnico que tuve en Quinta. el Rulo (Sergio Nelson) González, otro entrenador de las inferiores. Gracias a todos ellos aprendí, valoré sus consejos siempre con la meta fija de cumplir mi sueño.
–¿Qué tan buen arquero eras?
–Era muy chico así que no me acuerdo si era bueno o no. Pero me gustaba el puesto. Me gusta en realidad. Pero a medida que fui creciendo me empezó a gustar más hacer los goles que evitarlos.
–¿800 pesos costó tu pase?
–Si. De Unión Florida a un grupo de amigos de mi papá que compró mi pase. Eso habrá sido en 2006, a mis 16 años.
–200 dólares de entonces...
–Exacto. Para un club de barrio, de Liga, fue un ingreso importante y así se dio mi salida del club.
–¿Cómo fue eso?
–Unos amigos de mi viejo compraron mi pase y empezaron a administrar mi carrera. Tenían una flota de camiones, estaban bien económicamente y manejaron de alguna manera mis primeros pasos y me ordenaron en la vida.
Yo soñaba este presente. La realidad es muy diferente al sueño, pero el objetivo mío estaba muy claro desde el primer momento
–¿Cuánto sacrifica el futbolista para llegar?
–Mucho. Tiempo, esfuerzo. Tenés que aprender a convivir en grupo desde chico. En la calle, con la gente de club, ser ordenado. Lleva tiempo, no es fácil. Por ahí los chicos no tienen la oportunidad de acercarse a clubes y la calle y las redes sociales hacen que todos esos aprendizajes se vayan perdiendo. Pero la ilusión de jugar está, para lograr el objetivo
–¿Y aquel Ramoncito de Unión Florida soñaba con este presente o te superó?
–Yo soñaba este presente. La realidad es muy diferente al sueño, pero el objetivo mío estaba muy claro desde el primer momento.
–¿Qué música escuchás?
–De todo. Aunque obviamente al ser de Córdoba escucho más cumbia y cuarteto. Fanático de la Mona Jiménez desde siempre.
–Y hace poco estuviste en el escenario en un recital de Calle 13, invitado por René.
–Sí, porque él y la señora son hinchas de Huracán. El suegro también. Llevaron la camiseta, me invitaron. Y la verdad es que estuvo muy bueno. Me gustó la experiencia. Es una música diferente, otro ritmo, otra gente, otra cultura. Está muy bueno.
–¿Cuánto te cambió el día a día?
–No soy de salir mucho, pero lógicamente la dimensión de todo es diferente. Mucha más gente observa lo que hacés y los celulares están prendidos las 24 horas, con lo cual hay que tener cuidado con lo que se hace, con la familia. No es una situación fácil la que pasa el país y uno tiene que ser cuidadoso porque no a todo el mundo le gusta que estés haciendo algo. Por eso trato de estar en casa, tranquilo.
–Alguna vez dijiste que no te gusta la exposición pública. Cómo cambió tu vida en ese sentido desde que llegaste a Boca.
–No me gusta en el sentido de que uno expone a sus seres queridos a las cámaras, o tener que interrumpir un diálogo porque alguien se acerca a saludarte. Cuando uno sueña con jugar quiere que le pidan fotos o autógrafos. Pero después, cuando llegás a un club como Boca, la cosa es mucho más intensa a lo que imaginaba desde afuera. Hay que tomarlo con tranquilidad. Son gajes del oficio.
–¿Cómo viven tus hijos tu presente profesional?
–Se ríen, se acostumbraron. En Huracán también pasaba porque al hacer los goles tenía más repercusión. Y con eso van creciendo, así que lo disfrutan, les gusta.
–¿Y los padres de los amiguitos de escuela de tus nenes se te acercan más?
–Sí, sí. Obviamente. Para charlar de fútbol y de todo un poco. Pero no me molesta porque es algo normal que tiene esta profesión.
–¿Qué encontrás en Córdoba, cada vez que volvés?
–Amigos. Soy Ramón. Uno está en su barrio, con su gente. No tengo que andar escondiéndome. Puedo caminar, saludar a gente que conozco desde hace años y la verdad que la paso muy bien
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