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El Campeonato Continental de ajedrez de las Américas que comenzó, ayer, en la Bolsa de Comercio de Buenos Aires, con 152 participantes, marcó el regreso a los tableros de uno de los mayores talentos surgidos entre las homéricas torres y los ladinos peones del milenario juego. De efímero y electrizante paso en los años noventa, el norteamericano, de origen tártaro, Gata Kamsky, de 31 años, decidió retomar su vieja pasión tras casi una década de ausencias forzadas en los certámenes de elite.
Es que en 1996, tras ser subcampeón mundial –perdió la final ante el ruso Anatoly Karpov y percibió 500.000 dólares–, su papá, Rustam, un hosco ex boxeador, confundió hazaña con fracaso y lo obligó al retiro. “No sirves para esto, búscate otra carrera”, le dijo sin culpa ni remordimiento, sentimientos ajenos a ese pétreo corazón. El joven, de 22 años, por razones de propia seguridad parecidas al miedo, no cuestionó el mandato; se volvió emérito.
Llegaron los años de susurros, de romances con dulces inquietudes y amargos desencantos, hasta que el casamiento dio paso a la emancipación del acoso de su progenitor.
“En verdad vuelvo porque amo el ajedrez, es lo que más me gusta hacer”, dice a La Nacion en su tercera visita al país, mientras completa los requerimientos de alojamiento en un hotel céntrico, y agrega: “Me interesa ganar este torneo porque quiero ser otra vez top ten”.
En la hora del regreso, Kamsky sueña con el futuro sin olvidarse de su pasado; dueño de una historia que golpea y que lastima.
Acaso desde el mismo día de su nacimiento, el 2 de junio de 1974 en Novokusnetsk, un punto en Siberia, vivió amando a su padre y temiendo imitarlo; instalado en el corazón del olvido, guardó el recuerdo de una infancia de plazas recorridas sin el calor de una mano; se volvió huérfano de madre, que lo abandonó porque no soportó la violencia familiar.
Sus virtudes intelectuales lo erigieron en un prodigio: a los 2 años sabía leer y escribir, a los 4 ejecutaba acordes musicales y a los 6 tocaba el piano. Un año después ingresó en la escuela, con acceso directo al 4º grado y en 1982, a los 8, descubrió el ajedrez.
Trabajó sin pausas bajo el estricto control de papá Rustam, que sin disimulos noqueaba entrenadores si no eran precisos con el niño. Gata creció conociendo en piel propia el dolor de una derrota.
Necesitó tres años de estudios para lograr el campeonato juvenil soviético y otros tres para consagrarse, a los 14, subcampeón mundial juvenil.
En 1989, a los 15, los Kamsky confundieron deseo con deserción y huyeron del antiguo régimen comunista. Con la ayuda de varios maestros ex soviéticos, Gata recibió una beca de 35.000 dólares anuales de la federación de ajedrez norteamericana. Fueron tiempos en los que la felicidad se hizo brisa amable en el horizonte de los Kamsky; época de triunfos y alegrías, incluso de victorias ante Garry Kasparov.
En 1996, estuvo a un paso de la hazaña cuando cayó ante Karpov después de 18 juegos por 10,5 a 7,5.
–Estas arrepentido de haber dejado el ajedrez tantos años?
–No, creo que no. Aproveché el tiempo estudiando y alcancé una mejor educación. Estudié medicina y más tarde me recibí de abogado, aunque no ejerzo la profesión.
–¿Y formaste una familia?
–Sí, me casé y vivo en Nueva York. Tengo un hijo, Adam, de 2 años.
–¿El retiro de Kasparov alimentó tu ilusión de alcanzar el título esta vez?
–Para nada, él es un hombre del ayer, está muy viejo, sinceramente me es indistinto.
Sin ruido, Gata Kamsky otra vez está en carrera. Anoche comenzó con una victoria, venció al argentino Ricardo D’Arruda. Se alista mientras elude contar lo vivido.
Afortunadamente, todavía algunos oídos son capaces de recoger los gritos de auxilio que dan los silencios.
En el salón de actos de la Bolsa de Comercio de Buenos Aires, Alejandro Rodríguez, subsecretario de Deporte de la Nación, ejecutó la movida inaugural del Campeonato Continental de las Américas, que reúne a 34 grandes maestros entre los 152 participantes. Estos son algunos de los resultados de la 1era rueda: Kamsky 1 v. D´Arruda 0, Critelli 0 v. Bruzón 1, Vescovi 1 v. Duarte 0, Hobaica 0 v. Domínguez 1, Onischuk 1 v. Tovillas 0, Hungaski 0 v. Felgaer 1, Milos 1 v. Bielicki 0, Chemin 0 v. Ibragimov 1, y Spraggett 1 v. Mazzioti 0. Hoy, a las 16, comenzará la 2a rueda; Marcelo Hermida es el árbitro principal del torneo.




