Maurice Brandt: filántropo, bailarín, actor, empresario, políglota y golfista de Haití
LA ROMANA, República Dominicana.- El primer asentamiento de Cristóbal Colón en el Nuevo Mundo fue en la isla La Española, que hoy comparten República Dominicana y Haití. Una isla, dos estados, dos realidades opuestas. "Uno es verde, el otro es un desierto", grafica Maurice Pasha Brandt, el curioso representante de Haití en el Latin America Amateur Championship. Todo un personaje, Brandt es filántropo, bailarín de ballet, actor, empresario, políglota… ah, y golfista. Él se define como "un buen ser humano".
El encanto del resort Casa de Campo y la imponencia de su cancha Teeth of the Dog, donde entre jueves y domingo se disputa el certamen más importante para aficionados de América del Sur, América Central y el Caribe, contrastan con la devastación que azota al país vecino. Aunque proveniente de una familia acaudalada y residente en Miami, Brandt hace de la ayuda al prójimo una forma de vida. "Tenemos una fundación que lleva agua potable a comunidades rurales", dice este aficionado de 58 años, el más veterano del LAAC. "También ayudamos a una fundación en Haití que trata a chicos con células falciformes y adopciones. Yo trato de reclutar gente para conseguir más dinero."
Cuando se desató el golpe de estado en Haití en 1991 había vuelto a vivir a su país. "Mi mujer estaba embarazada y al ver la violencia que se desató decidimos que lo mejor era regresar a los Estados Unidos", recuerda. "No tenemos un gobierno que trabaje. La corrupción es enorme. No hay estado de derecho. Un amigo mío fue asesinado la semana pasada. Por eso no vivo allí. Me deprimo cada vez que voy".
Así y todo, está orgulloso de sus orígenes y de representar a Haití en el LAAC. "Estoy algo intimidado por la cancha. Practicar de por sí ya es abrumador, pero estoy feliz de estar acá. En Creo que me voy a poder defender", dijo antes de la primera vuelta.
Más significativo, la razón de ser de Brandt es ayudar a sus compatriotas más necesitados. Cuando en 2010 un terremoto devastó a toda la nación, desde Miami juntó seis containers con comida, agua, remedios, suplementos médicos. "A los dos días volé a Haití. Reunimos toda la ayuda acumulada en mi casa y desde allí la repartimos".
En su país, cuenta, había una sola cancha de golf, de nueve hoyos. Durante la dictadura la estuvo invadida y luego el terremoto la destruyó por completo. Brandt, tesorero de la Asociación de Golf de su país, impulsó su reconstrucción y hoy ya recuperaron cinco hoyos.
Polifacético, habla cinco idiomas: francés, creole (una lengua criolla propia de Haití), inglés, español y portugués. En su adolescencia estudió ballet en el Lincoln Center de Nueva York y, consciente de que su baja estatura no le permitiría ser parte del ciclo estable, se conformó con ser el encargado de correr la cortina y así ver de cerca a Baryshnikov y Nureyev. "Para mí crecer en Haití no fue nada difícil. Vengo de una familia acomodada. Mi padre tenía plantaciones de algodón, una fábrica de tela de jean que le vendía a Levi’s y una concesionaria de autos Mercedez Benz."
¿De dónde sale su pasión por el golf? "En mi familia todos somos muy deportistas. Mi padre fue un gran tenista, pero se estaba volviendo viejo y empezó a perder con tipos que eran diez años menores que él, así que dejó. Y descubrimos el golf para jugar juntos", responde. "Inmediatamente se convirtió en una pasión. La primera vez que jugué hice 91 golpes, que es un muy buen score para alguien que agarra los palos por primera vez. Desde entonces no paré. La manera en que se puede tomar este deporte y cómo les enseña a los jóvenes, es alentador. Me encanta el golf."
En el primer día de acción no pudo redondear una buena vuelta y con una tarjeta de 96 (+24) marcha último entre 108 competidores. Nadie le quita lo vivido. Seguirá haciendo lo que le gusta: jugar al golf y ayudar a los demás.
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