Delfina Merino, la reina entre “las normales”, pero Luciana Aymar es otro cantar
A no confundirse: Luciana Aymar jugó “en otra liga” y su calidad premium la llevó a acumular nada menos que ocho premios de la Mejor Jugadora del Mundo. La rosarina terminó superando a la hipertalentosa que la antecedía, la australiana Alyson Annan, y se convirtió en leyenda hasta recolectar la máxima cantidad de distinciones individuales de la FIH. El caso de Delfina Merino es distinto: hoy es la mejor entre las normales, en tiempos en los que ninguna jugadora hace la diferencia como ocurrió con Aymar entre 2000 y 2014. Y la delantera de Banco Provincia es la primera en saber que no se puede comparar con aquella “extraterrestre”, tal como definió a la maga surgida del Jockey Club de Rosario.
El galardón de Merino reúne varios méritos. Es la recompensa a una jugadora que desde que surgió como una inquieta atacante nunca dejó de crecer, arropada por un seleccionado exitoso como el de las Leonas, que al momento de su aparición encadenó los títulos del Champions Trophy 2009 y el Mundial de Rosario 2010. Además de sumar habilidades y distintas formas de definición al ritmo de los entrenamientos, fue acaparando mayor liderazgo en la medida que se fueron dando los retiros de las figuras. No la tuvo fácil para hacerse un lugar en el equipo: delante de ella estaban Carla Rebecchi, Soledad García y Alejandra Gulla, además de Aymar, que cuando quería se convertía en una atacante más dentro del semicírculo. Pero Delfina, que siempre prefirió alejarse de los conflictos durante la convulsionada gestión de Aníbal Fernández, se aplicó para situarse como referente dentro de la cancha, ya que no encontró ninguna dificultad fuera de ella. Su humildad, su facilidad para comunicarse dentro de un plantel y su solidaridad hicieron que escalara peldaños en la jerarquía interna sin prisa y sin pausa.
Hace ya varios años, impulsada por el mandato del español Leandro Negre, la Federación Internacional procuró transformar al hockey sobre césped en una disciplina más mediática y preparada para las transmisiones televisivas y de streaming. Una modernización que buscó también pisar más firme, sobre todo después de que el Comité Olímpico Internacional mirara de reojo a este deporte e insinuara con quitarlo del olimpismo. Merino cumple con los requisitos de la FIH: es carismática, expresiva y tiene un juego atractivo y vibrante. Además, es crack de una selección que supo poblar las tribunas de manera apasionada cada vez que se presentó en el país.
De seguir con esta prolija trayectoria, la rubia de Banco Provincia está frente a una posibilidad única: encabezar la búsqueda de la medalla dorada olímpica en Tokio 2020, un tesoro que no pudo conseguir ni siquiera Luciana Aymar, la fantasista que quizá no tenga sucesora en el tiempo.
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