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FRANCFORT.- ¿Qué Inglaterra se verá en este Mundial? Es cierto aquello de los traumas y las complicaciones del debut; tan cierto como que muchos de los jugadores que eligió Sven Goran Eriksson llegaron lejos de su mejor estado; es cierto que peor era perder, posibilidad que estuvo bastante alejada por el nerviosismo expuesto por los guaraníes. Todo eso es cierto, pero para ser protagonistas de un Mundial no alcanza con jugar 30 minutos bien y no siempre ganará por impactar en el comienzo de un partido. ¿Qué Paraguay se podrá observar en Alemania? En sus dos últimas participaciones en un Mundial, en los minutos finales de los octavos de final, tuvieron una misma imagen: la de once guerreros resistiendo en los metros finales hasta que sus piernas y su coraje se desmoronaban por un gol que los eliminaba. Tanto en Francia 98 como en Corea-Japón 2002 le faltó atrevimiento. El gran interrogante es saber si se animará a más. La demostración del debut dejó la impresión de que le cuesta soltarse y buscar los partidos.
Ayer, en un cotejo por el Grupo B, ambos demostraron que comparten el mismo esquema de juego, con un 4-4-2 y el juego aéreo como recurso. Se planteaba una imperdible batalla futbolera. Claro que Inglaterra le agregó vértigo a su juego. Pocas selecciones cuentan con delanteros del nivel de Owen (mostró muy poco), y con un medio campo con tanta precisión y llegada al gol, especialmente a partir de las pegadas de Beckham y Lampard, y del despliegue de Joe Cole (el más destacado por sus desbordes por la izquierda). Pero dejar un sabor a nada tan intenso en el paladar era algo que no esperaba ningún inglés.
El que pegó enseguida fue Inglaterra. Después de un tiro libre de Beckham desde la izquierda, la pelota rozó la cabeza de Gamarra y confundió al desafortunado arquero Justo Villar. Tras el gol en contra, un golpe que no esperaban, por un buen rato los paraguayos lo pasaron mal, muy mal. Incluso dos minutos después perdieron a Villar por una lesión en los gemelos derechos, algo que lo margina del Mundial. Inglaterra se acomodó mejor -básicamente, en campo rival-, se sintió más fuerte y empezó a fabricar cortocircuitos en una defensa guaraní desequilibrada, como consecuencia de una mala tarde de Cáceres y Gamarra. Si no asestó un segundo impacto fue gracias a su falta de contundencia.
La apuesta de Inglaterra fueron los centros para el alto de Peter Crouch (1,98m) y los remates de media distancia de Beckham, Lampard y Cole. Demasiado poco, por donde se lo mire, entregó en su presentación. Del protagonismo y la ambición de los primeros minutos, aun ayudado por las pocas luces de Paraguay, pasó sin intervalo a la confusión y la inexpresividad. El técnico y los jugadores le echaron la culpa al calor, pero los 28 grados que ayer hicieron en el estadio de Francfort tampoco eran un obstáculo insalvable.
En esos momentos posteriores a la media hora de partido, a los ingleses se les debe haber venido encima la obligación de mostrar otra cara, que tanto pidieron a gritos los fanáticos ingleses. La culpa de todo, si tal concepto puede aplicarse al fútbol, fue repartida: la tuvieron los ingleses y también, justo es decirlo, Paraguay, por el que pocos daban un centavo después de ese comienzo tan desabrido, tan tibio.
Con el adelantamiento de Carlos Paredes, Maño Ruiz logró adelantar al equipo. A esta actitud positiva los paraguayos no le pudieron agregar claridad: Santa Cruz -falto de fútbol, de precisión y en duda hasta último momento- fue una sombra de sí mismo; Acuña estuvo encajonado en el medio y el resto, salvo la habilidad de Cuevas (ingresó a los 22 minutos del segundo tiempo por Bonet), no se iluminó demasiado. Sólo acumuló dos jugadas de riesgo: una de Haedo en el final del primer tiempo y otra de Paredes, en el segundo, después de una mala salida de Robinson.
Más allá de lo que marque el resultado, para ninguno fue el estreno esperado. Inglaterra tiene cuatro días para preguntarse por qué se quedó dormida cuando parecía tener todo bajo control, en ese segundo tiempo en el que sólo se sostuvo por una defensa que se mueve con firmeza en zona. Una difusa imagen de Paraguay lo pone ante la necesidad de mejorar rápido para conseguir su tercer boleto consecutivo a los octavos de final. Los dos sufrieron los mismos males, siempre indeseables: la presión y las ataduras.
A los 19 minutos del ST, Paul Robinson, N° 1 de Inglaterra, pateó y la pelota dio en el gigantesco cubo de video suspendido del techo del Waldstadion. "Ya lo practicamos. Estábamos presionados así que me las arreglé para acertarle."
Ambos conjuntos dieron muestras de debilidad en el debut del Grupo B: dos veces Paraguay y en una oportunidad Inglaterra hicieron mal los laterales. Bobadilla, reemplazante de Villar, se demoró en sacar y el árbitro lo sancionó.
David Beckham, volante de Inglaterra, autor del centro que terminó en el gol en contra de Gamarra, se fastidió porque el parido se jugó entre los 28 y los 29 grados. ¿En España nunca se llega a esa temperatura?



