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Corría el verano de 1983 y la familia Meolans pasaba sus vacaciones en la ciudad de Morteros, Córdoba, a la vera del río San Antonio. Sus padres, Isabel y Raúl, decidieron que el pequeño José, de 5 años, comenzara a nadar como medida de seguridad. Un año después, el profesor Jorge Tossolini vio que reunía condiciones y lo hizo participar en la primera carrera de su vida.
Hoy, a más de 30 años de aquel verano, "Pepe" vive tranquilamente Córdoba capital, su ciudad, junto a su mujer Valeria y su pequeña hija Martina. Desde 2009 recorre el país junto a Eduardo Otero dando clínicas. Una vida ligada a la natación: ganó el Olimpia de Oro en 1997, fue campeón del mundo en 2002 en los 50 metros (piscina corta), representó al país en 4 Juegos Olímpicos y todavía ostenta 7 récords nacionales. En 2008, en su última competencia, logró su máxima marca en los 50 metros libres, con 22s18, que sigue siendo la mejor para un argentino en esa distancia. Meolans es, sin dudas, sinónimo de la natación en la Argentina.
A seis años de aquella decisión, recorre las montañas de Córdoba haciendo mountain bike. Las lesiones que no sufrió en tantos años de natación se las provocaron unos meses de fútbol. Cuando en tiempos de nadador se le preguntó una vez a Meolans qué cosas extrañaba y que no le permitía realizar su actividad, respondió: "Jugar al fútbol con mis amigos. Es lo que más me gusta. Pero por ahora no lo voy a hacer. Tengo que cuidar mis piernas". Su responsabilidad, claro está, le evitó dolores de cabeza. Aunque no pudo evitarlos años después.
-¿Cómo fue que llegaste al mountain bike?
-Fue hace más o menos un año y medio. Me lesioné los meniscos de las dos rodillas jugando al fútbol y me tuve que operar. Comencé la rehabilitación haciendo natación y el médico me recomendó hacer bicicleta como complemento.
-Hay una gran distancia entre hacer ciclismo de manera recreacional y competir...
-Seguro. Al principio salía de a poco con amigos y ahí me picó el bichito. Cambié la bici por una mejor y también conocí chicos que andaban un poco más. Ahí empecé a interiorizarme en el tema de las carreras. Volví a cambiar la bici por la que tengo ahora.
-¿Salís seguido?
-Sí, porque en Córdoba hay muchas carreras. Tengo las montañas cerca. La bici es mi nuevo cable a tierra.
-¿Cómo siguió tu vida deportiva entre 2008 y hoy?
-Dejé la competencia en diciembre de ese año. Seguía nadando dos o tres veces por semana, pero poco, una hora, para tener continuidad. Además, empecé a hacer otras actividades, otros deportes. Ahora estoy enfocado en el ciclismo. No soy riguroso, me entreno tres veces por semana.
-Tu primera competencia fue la carrera de Río Pinto. ¿Cómo la viviste?
-Fue algo increíble, una vivencia espectacular. Poder participar de una de las carreras más grandes de Sudamérica, con 5000 inscriptos, 850 dentro de mi categoría. Son 82 kilómetros de subidas y bajadas. Me fue mejor de lo esperado. Mi objetivo era estar en las 3hs45m y terminé debajo de las 3hs26m.
-Dicen que la Río Pinto es especial. ¿Qué fue lo más raro que viste?
-Ves todo lo que te puedas imaginar. Desde alguien andando sin asiento, parado en la bicicleta por 50 kilómetros y no podés creer que llegue. Hay gente tirada tomando sol en el camino. También vi a uno en jeans, cinturón y coderas. Pensás: "Este se muere", y después me lo crucé en la llegada. Es algo que pasa en pocas carreras. Es inevitable ver eso por más que intentes ir concentrado.
-En la pileta eras velocista. ¿Qué tipo de ciclista sos?
-Las carreras se ganan en las subidas, no en las bajadas. Soy muy cuidadoso, nunca me lanzo como loco. Gracias a Dios no me pasó nada, trato de ser lo más consciente posible.
-¿Vas a seguir compitiendo?
-Por ahora participé en la Río Pinto y en Carlos Paz. De acá a noviembre hay tres carreras más. Hay todos los fines de semana, pero mi objetivo es correr una cada dos meses.
-¿Haber sido un atleta de alta competencia te dio ventajas?
-El que te ve siempre te dice que por haber estado en la alta competencia tenés que hacer otro deporte bien. Obviamente, el entrenamiento y la capacidad aeróbica las tengo, pero son diferentes músculos y es distinta la técnica. Uno tiene que experimentarlo y noté que he ido mejorando arriba de la bicicleta.
-¿Recibiste consejos de otros ciclistas?
-Quien más me ayudó fue Franco Governatori. Con Juan Curuchet también hablé, pero él es ciclista de ruta. Obvio que su experiencia suma. Cuando compartís una carrera generás una relación y te terminás juntando a entrenar, te sumás a grupos. Si ves a alguien que pinchó le das una mano. Es algo recíproco. Si a vos te pasa, siempre hay alguien ahí para ayudarte.
-Volviendo a la natación, ¿qué lugar ocupa hoy en tu vida?
-Desde que me retiré hago clínicas junto con Eduardo Otero. Nuestra idea es transmitir nuestros conocimientos a los demás. Ya hicimos más de 90 en localidades de todo el país.
-¿Qué tipo de actividades desarrollan?
-Intentamos que sea lo más integrador posible. Por eso obtuvimos el apoyo de clubes y municipios y logramos la continuidad en el tiempo. Participa gente de todas las edades, chicos con capacidades especiales. La idea es estar todos juntos dentro del agua compartiendo un momento especial.


