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A los 37 años, falleció ayer el ex delantero de Vélez y Boca Humberto Daniel Gutiérrez, víctima de una pancreatitis. El deceso se produjo cerca de la localidad de Guemes, cuando era trasladado en una ambulancia desde su Tartagal natal hasta el hospital San Bernardo, en la ciudad de Salta, a 354 kilómetros. Desde hace unos días, Gutiérrez se encontraba en tratamiento y medicado. Sus restos son velados en la casa de sus padres, en Tartagal. Había nacido el 9 de mayo de 1961.
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Para el mundo futbolístico siempre fue el Coya Gutiérrez, apelativo por demás justificado en sus rasgos duros, aindiados. De robusta contextura física; más ancho que alto, lo cual le trajo aparejado varios problemas para mantenerse en línea en cuanto descuidaba su preparación y se entregaba a los placeres gastronómicos, exceso que se acentuó a medida que su carrera ascendía y el progreso económico iba a la par.
Nació en Salta y en el norte del país hizo conocer su potencia goleadora, que combinaba con un buen control de la pelota y la confianza para buscar el arco.
Su itinerario deportivo arrancó en San Martín de Tucumán y siguió en Atlético Ledesma (Jujuy), equipos en los jugó entre 1983 y 1985, con 10 goles en 26 partidos.
No tardó en surgir el interés desde Buenos Aires en ese atacante retacón y encarador, encasillado como un clásico centroforward.
En 1985, Vélez le adquirió su pase a San Martín por 130.000 dólares, un cifra que por estos días surge como irrisoria para un goleador que prometía. Ya en el fútbol grande de Buenos Aires no mantuvo la regularidad que había mostrado en el Norte. Intercalaba destellos y sombras. Picos y caídas.
Algunos se animaban a compararlo con el Búfalo Juan Gilberto Funes -otro goleador prematuramente desaparecido-, que en 1986 contribuyó de manera decisiva para que River obtuviera su primera Copa Libertadores. En los dos años que estuvo en Vélez señaló 11 goles en 44 partidos.
"Era un jugador distinto, con un estilo de juego similar al de Walter Gómez,", comentó José Yudica, el entrenador que lo llevó a Vélez.
Su trayectoria subió otro escalón con su pase a Boca, en 1987. Carlos Bilardo lo convocó al seleccionado y en Chile integró el equipo conducido por Carlos Pachamé que ganó los Juegos Odesur. En Boca le costó conseguir la titularidad en los equipos de Saporiti, Juan Carlos Lorenzo, José Omar Pastoriza y Carlos Aimar. Cuatro goles en 44 encuentros fue su último legado futbolístico.




