Las grandes semifinales de Messi que el viento se llevó
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Lionel Messi no ganó títulos con la selección argentina y se le cuentan las finales perdidas. Todo es verdad. Alguna vez, Juan Sebastián Verón se preguntaba qué sería de la Argentina sin Messi. Asustaba y todavía asusta pensarlo. Sucederá más temprano que tarde. El equipo albiceleste, que hace años arrastra déficits y penurias, estaría mucho más retrasado en el contexto global sin el crack. Se podría haber caído del mapa en algún momento, hasta se podría haber perdido un Mundial. Un trofeo que no luce en ninguna vitrina, claro.
Siempre resultó ingrato reducir las culpas a él. Maquilló distintas épocas de desatinos dirigenciales y errores de entrenadores. Messi disimuló despropósitos, rectificó egoísmos y enmendó incapacidades. No ganó títulos, pero evitó tempestades. Servicios que le dieron tanto poder hasta sentirse el dueño, es cierto. Y se sobrepasó en las atribuciones, también, junto con las amistades de la ‘mesa chica’. Pero en la cancha condujo a la selección a terrenos que sin él hubiese sido imposible transitar. Y la Copa América es un buen ejemplo. Un buen retrato. Especialmente porque este torneo maldito siempre le dio la espalda.
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Vaya casualidad, o no tanto. Casi una alegoría del poder restaurador de Messi. Cada vez que la Argentina desembarcó en las semifinales de la Copa, el rosarino ofreció su mejor actuación en el certamen. Vale el repaso. En Venezuela 2007, 3-0 sobre México con un delicioso gol de emboquillada; LA NACION lo calificó con un 9. En Chile 2015, intratable frente a Paraguay para un arrollador 6 a 1, que increíblemente no llevó su rúbrica; LA NACION lo calificó con un 9. En los Estados Unidos 2016, excepcional en el 4-1 sobre Estados Unidos, la noche del golazo de tiro libre que le permitió arrebatarle a Gabriel Batistuta el récord de goleador histórico de la selección; LA NACION lo calificó con un 9. Y en Brasil 2019, en la derrota con el ‘Scratch’, fue el más destacado (LA NACION le puso un 7) en la mejor producción del equipo. Polémica arbitral y VAR mediante, después no alcanzó.
Turno de otra semifinal. Colombia lo reta, en Brasilia. Messi siempre se las ingenió para mantener encendida la ilusión de que un tiempo mejor estaba por desembarcar. Messi sostuvo la esperanza que nunca se correspondió en las vitrinas. Las frustraciones en las finales estuvieron precedidas por grandes partidos a los que se los llevó el dolor. Quizás algo esté por cambiar esta vez.
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