Ni Macri, ni Cristina, ni Massa: el partido más difícil de Matías Lammens
Todos miran a Marcelo Tinelli. ¿Será candidato, se lanzará a la política? Con el "ni" como respuesta, los interesados en el trasvase fútbol-política deberían dejar por un rato la obsesión por el showman y concentrarse en alguien que creció en el deporte, se nutrió de política desde muy joven y tiene muy claro lo que quiere: Matías Lammens. La derrota del domingo ante Racing, la segunda caída en un mes en el extraño horario de las 11 de la mañana, es un trago amargo que no desviará del camino al presidente de San Lorenzo. Su plan era y sigue siendo dejar el cargo en diciembre del año que viene, aunque seguirá jugándose la vida los fines de semana. Hoy lo hace en los domingos de partido; en breve, lo hará en los domingos de elecciones, porque su sueño más audaz pasa por colarse en una segunda vuelta y disputarle un ballottage a Horacio Rodríguez Larreta el año próximo por la jefatura de gobierno de la ciudad de Buenos Aires.
Por eso es que hace dos semanas, antes de operarse de la rodilla que lo tiene lejos del fútbol con amigos (y ansioso por volver), estaba en Madrid escuchando maravillado a Felipe González, durante 13 años presidente del gobierno español. Y por eso es que, en esos mismos días, abrió literalmente el Ayuntamiento de Madrid, un imponente edificio frente a la fuente de la diosa Cibeles. Manuela Carmena, la alcaldesa de la capital española, lo había citado a las siete de la mañana. Para desayunar, bizcochos hechos por ella misma. Lammens, de 38 años, podría ser hijo, o incluso nieto, de Carmena, de 74. Le llamó la atención la energía de la veterana alcaldesa, pero también le atrajo el dato de que fue capaz de cortarse sola y crear una estructura ajena a Podemos, el tercer partido español. Algo parecido pretende el egresado del Colegio Nacional de Buenos Aires, que se prepara para un partido dificilísimo: ni Mauricio Macri, ni Cristina Kirchner, ni Sergio Massa. Lammens no quiere vincularse a ninguno de los tres; se siente más cómodo con el diluido eje progresista que en su momento encarnaron Margarita Stolbizer, los socialistas santafesinos y otras expresiones de centroizquierda. Y, para que no queden dudas, deja una frase: "Ni loco voy con el kirchnerismo, le deben muchas explicaciones a la sociedad. ¿Por qué voy a justificar yo los bolsos de López?".
¿Podrá encontrar Lammens ese espacio diferente? En eso está, convertido en esponja. Lo fue en Madrid con las enseñanzas que le dejó González en las casi tres horas de conversación que compartieron, una de ellas sobre un tema en el que el veterano político socialista viene insistiendo: "El progresismo tiene que revisar cómo habla de la seguridad, que es prima hermana de la libertad. La seguridad no es de izquierda ni de derecha, por eso es que hay que construir un discurso disruptivo".
La "esponja Lammens" funciona también en reuniones en bares de Palermo y domicilios particulares en las que el abogado le da forma a su propuesta junto a un joven equipo. Hay nombres como Leandro Cahn, hincha de San Lorenzo y director ejecutivo de la Fundación Huésped; la abogada Natalia Volosin, y el economista Martín Guzmán, que trabaja en la Escuela de Negocios de la Universidad de Columbia junto a Joseph Stiglitz, premio Nobel de Economía. De Guzmán vale tener en cuenta algo que dijo en junio de 2017, un año antes de la explosión de la crisis devaluatoria: "Si no cambian, esta historia termina mal". Aunque ninguno de los tres integra la "mesa chica" lammensiana, sus opiniones son muy importantes para él.
Que la política sea hoy un tema que ocupa cada vez más espacio en el día a día de Lammens no significa que San Lorenzo esté relegado en sus preocupaciones. Para nada. Sigue trabajando en el proyecto del estadio en Boedo, y el viaje a España le sirvió, también, para reunirse con los abogados que llevan el tema de Francisco Bonfiglio, la joya de las inferiores azulgranas que se llevó el Villarreal. El asunto lo pone al borde de perder la calma: "¡Es el gran tema del fútbol argentino! Y no nos estamos ocupando. Hoy es un peligro mostrar un jugador adolescente que tiene futuro, porque se lo llevan desde Europa y te dejan migajas".
Otra batalla que viene dando es la de las sociedades anónimas en el fútbol. Macri las quiere, Lammens no. Y aunque no lo diga, ese contrapunto, que combina deporte y política, le viene ideal para su proyecto en la ciudad.
Lo que no le viene en cambio tan bien es que Rodríguez Larreta –con el que tiene una relación fluida– convoque las elecciones en la ciudad en la misma fecha que las presidenciales. Debería definirse por un candidato presidencial, y eso siempre es un problema para alguien que tiene como atributo clave ser nuevo, venir de afuera. En otros temas no duda. Horrorizado con la imagen de la reciente misa en Luján, cree que "no todo vale contra Macri". Y aunque esté lejos ya del joven estudiante que se leyó todos los discursos de Fidel Castro, Lammens es de centroizquierda, de ahí no lo sacan.
Mientras Tinelli saca provecho de su ambigüedad e indefinición en lo político para llegar a un espectro más amplio, Lammens acelera para definirse. Sueña a lo grande. ¿Sueña demasiado? El año próximo dará la respuesta.
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