Pekerman contra Brasil, 20 años después
SAN PABLO.- José Pekerman muestra una foto de dos caballos llegando cabeza a cabeza en un final de película. Casi iguales. Casi campeones los dos. Lo miramos, intrigados.
Estamos ahí, falta una hora para la final del mundo en Qatar '95 contra Brasil, el candidato. Antes habíamos derrotado al favorito, España, con Raúl, De la Peña, Morientes. Sólo que no contaron con la capacidad técnica y mental, la obediencia táctica, el espíritu guerrero y una gran actuación individual de todos, en especial del Vasco Irigoytía, para eliminarlos. Éramos imbatibles justamente por no sentirlo antes; esa fortaleza nacía en el grupo, sin grandes figuras pero sí con una unión, un coraje y un convencimiento que pocas veces vi. Estábamos moldeados por una forma de jugar, queríamos la pelota, presionábamos y buscábamos el protagonismo sin importar el rival, aunque sabíamos dañar de contra. Nuestro técnico también era determinante. Con esos pequeños grandes detalles que te hacen ganar. Pero también por guiarnos en la forma de comportarnos, de ser leales dentro y fuera de la cancha, nunca el ego antes que el equipo, y sin abandonar jamás el potrero y la viveza en momentos clave para ganar.
Ése era el objetivo: ganar. Pero antes del Mundial, ese hombre tranquilo, de liderazgo horizontal, que me confió la cinta de capitán y me colocó en una posición donde nunca había jugado, de zaguero central, nos sorprendió una vez más: "Ya pasamos el Sudamericano y estamos a punto de encarar un torneo que puede cambiar nuestras vidas [entonces, dibujó una flecha hacia arriba], pero lo más importante vendrá después. El gran objetivo es que todos ustedes puedan llegar a ser profesionales del fútbol (éramos sólo cinco con contrato en esa época) y que se puedan mantener para siempre en sus carreras sin perder de vista la manera de entrenarse, la manera de ser, de respetar al rival y de querer cada vez más".
Aún con el Mundial casi en sus manos, ese hombre (junto a su fiel comisión técnica) no se olvidaba de sus orígenes: estaba formando jugadores y personas, mostrándonos un camino, más allá de un resultado o una pelota en el palo.
Éramos todos parte de un proyecto nuevo, revolucionario en las selecciones juveniles argentinas. Estábamos en manos de especialistas y creímos que era posible desde el primer entrenamiento. No hay nada más lindo que ser jugador de selección y esos días con los mejores de mi categoría (1976) fueron de alegría extrema, con una idea clara. Cómo no le iba a decir que sí a Pekerman cuando me encaró y me dijo: "Necesito que me ordenes la defensa, que juegues de 6...".
Volvamos a ese instante, en Doha, Qatar, en medio del desierto, a un paso de la decepción o la gloria... Entonces José nos muestra esa foto de dos caballos, casi iguales, casi campeones: "Los dos hicieron un esfuerzo enorme para llegar. La diferencia entre ellos es mínima, un hocico, un centímetro; sin embargo, nadie recordará al segundo... ¿Ustedes quieren quedar en la historia o no?"
Nos inflamamos. No había dolor, ni cansancio ni, les juro, posibilidades de perder ese partido al ver los ojos de mis compañeros. Esa selección será recordada siempre por quebrar la historia y devolverle el orgullo y una serie increíble de mundiales juveniles a la Argentina.
Siempre seré agradecido por haber tenido a Pekerman como técnico y como formador. Aprendí mucho a su lado. Estoy feliz por este presente exitoso, logrado a través de una filosofía y una manera de vivir, de ser, de triunfar.
Temas
Más leídas de Deportes
Conmovedor. El llanto desconsolado de una tenista española por verse obligada a abandonar un partido
"Uno en un millón". Cavani, el goleador que ya quería ser de Boca en 2007 y puede dejar su primera huella en un Boca-River
Arrepentido. Girotti se retractó luego de sus fuertes frases contra la AFA y el tesorero Toviggino