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Como un gobierno que se decide a tomar medidas drásticas, la Asociación Argentina de Polo (AAP) viró en lo que venía siendo una costumbre de los últimos tiempos a la hora de establecer las modificaciones de handicaps. Las épocas alcistas mutaron por un fin de 2016 más realista con lo que se vio en las canchas. Como suele ocurrir en un tema ampliamente debatible y sobre todo subjetivo, habrá opiniones encontradas, quejas, lamentos y alguna satisfacción particular entremezclada. De lo que no cabe duda es que los nuevos handicaps están más cerca de lo lógico, nombre más, nombre menos. En consecuencia, es factible que el factor real de discrepancia haya que buscarlo en decisiones anteriores y no focalizarse tanto en ésta.
El polo argentino quedó con 8 jugadores con la máxima valorización. A los cuatro intocables de La Dolfina (Adolfo Cambiaso, David Stirling, Pablo Mac Donough y Juan Martín Nero), se suman los tres hermanos Pieres de Ellerstina: Facundo, Gonzalito y Nicolás , ascendido tras su muy buena temporada, al punto de ser el jugador más regular del subcampeón del Abierto de Palermo. El octavo con 10 goles es Hilario Ulloa, de Alegría. En cambio, dos jugadores resignaron el handicap perfecto: Polito Pieres, de Ellerstina, y Guillermo Caset (h.), de Alegría, que había sido ascendido a fines de 2015.
¿Dónde se evidenció el mayor ajuste de la Comisión de Handicaps de la AAP? En el segmento de los 9 goles. Allí se produjeron diez descensos (ver aparte) por diferentes criterios: rendimientos y producciones globales que no alcanzaron los objetivos, actuaciones individuales que no mantuvieron el nivel de otros años y algunos que no tuvieron demasiado rodaje en la Triple Corona, cuyas competencias son las que mueven la aguja a la hora de tomar decisiones.
El nuevo formato del Abierto de Palermo, con más fechas e instancias intermedias, permitió que equipos llegados desde la clasificación provocaran un doble efecto: beneficio propio y golpe de KO para conjuntos más poderosos. Ni Washington esperaba quedar fuera de Palermo antes de los cuartos de final y mucho menos La Aguada y El Paraíso no alcanzar las semifinales. En consecuencia, no debiera sorprenderlos hoy que algunos de sus handicaps se vea alterado.
De la misma manera que lo producido por Cría Yatay, el insospechado semifinalista, y por La Irenita, que le ofreció pelea a Alegría en cuartos, ameritaba un ajuste hacia arriba en su valorización, además del premio en sí de garantizarse la participación en la Triple Corona 2017. En ese sentido, un par de subas (Joaquín Pittaluga e Ignacio Laprida, por Cría Yatay; Juan Ruiz Guiñazú y Juan M. Zavaleta, por La Irenita), ponen mayor realismo con los que fueron equipos más cercanos en handicap que tenían.
Arriba, la cuestión está clara: La Dolfina (40), Ellerstina (39) y Alegría, si no hay cambios, (35). Abajo, Cría Yatay (con 31 y no 32, porque Guillermo Terrera, con 8, reemplazaba a Valerio Zubiaurre, de 7) y La Irenita, con 31. En el medio, La Aguada Las Monjitas está definiendo su futuro, y si los cuatro hermanos Novillo Astrada continúan juntos, en 2017 ya no serán un equipo de 35 goles, sino de 32. Washington es otro que analiza lo que hará (si siguiera igual, tendría 31), lo mismo que El Paraíso, que también fue de 35 a 32. Seguramente, habrá movimientos, sobre todo después de este baño de realidad que, luego de varios años, decidió aplicar la AAP.





